Andalucía

Caminito al precipicio

La Razón
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Uno de los muchos atractivos que ha sumado Málaga en los últimos tiempos es la puesta a punto del caminito del Rey, uno de los lugares más requeridos por los turistas. Fui invitado a visitarlo. Agradecí la gentileza. Sabía que la lista de espera era importante, pero no pude aceptar. Con los años sufro de vértigo y verme ante tanta belleza, pero como suspendido en las alturas... Con tan sólo pensarlo ya me ponía nervioso. Me insistieron mucho y me garantizaban que acompañado y mirando al frente nada ocurriría, pero yo me veía a mitad de camino sin posibilidad de vuelta atrás. Algo parecido me pasa cuando me pongo a leer los periódicos, que me enfrento a lo que podríamos denominar «caminito del precipicio». Abre uno la página de Italia: los radicales de la Liga Norte y el MSE presentan un Gobierno de coalición que presidirá un profesor ajeno a la política y que presume de su poco cariño a la Unión Europea. Me empiezan los temblores. Sólo recordar que Italia es un Estado como lo conocemos hoy desde 1861. Entonces había el Reino de Cerdeña, del Piamonte y el imperio austríaco dominaba la mayor parte del norte de Italia, incluida Venecia, más los estados pontificios. Vamos, la alegría de los independentistas europeos del momento. Torras, el xenófobo independentista que además es el presidente de la Generalidad, visita a sus presos y afirma que arde en deseos de dialogar con el Gobierno de España sin condiciones. Bueno, con una sola: desde el reconocimiento de la república de Cataluña en un diálogo de estados iguales. Más mareos. El Francisco José y la Sissi de las clases obreras, sus altezas Irene Montero y Pablo Iglesias, encuentran la fórmula de cuadrar el círculo: descargan sobre las bases el «si nos vamos» o «no nos vamos». Los amigos, aunque con algún reparo, siempre te van a dar el sí. Para el resto de críticos, el remedio infalible: «Son todos unos fascistas». Esto lo cura todo. Me hallo a mitad del caminito que conduce al precipicio.