Enrique Miguel Rodríguez

Jueves que relucen

La Razón
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Al menos en lo de las revistas del corazón, porque a pesar de que el calor ya ofrece su gama alta, el cielo no termina de darnos un día entero de azules intensos. Estamos en tiempos que ni el sol las tiene todas consigo. Pero yo, para festejar la entrada oficial del verano, he desplegado sobre la mesa «¡Hola!», «Semana», «Lecturas» y «Diez Minutos». Sabido es que las revistas son para el verano. «¡Hola!», portada tradicional: pareja habitual de la casa, Francisco y Lourdes Rivera, guapos, estilosos y, además, con noticia de las que gustan, pues están esperando su segundo hijo. Reportaje amable que se lee maravillosamente en la tumbona, resguardado del sol, frente a la piscina con un magnífico helado y gin tonic. En «Lecturas» nos encontramos a la desenvuelta Sofía, la ganadora de Supervivientes con todo mérito, porque las malísimas listas en acción son imbatibles. Esto le pasa para su mayor gloria al protagonista de la portada de «Diez Minutos», Kiko Hernández, que enseña su nuevo casoplón. En la sonrisa de la foto se reconoce claramente que nos manda un mensaje : «Joderos, mirad lo que tengo». Adorable lo que nos regala «Semana»: el bautizo de la hija de Fernando y Michu. A la niña y a los padres los felicito y no voy a entrar en estilismos, porque en esa materia arrollan los abuelos. La mamá de Michu, Inmaculada, parece arrancada del reality de los Gipsy King, su vestido tiene que estar en las escuelas de diseño como muestra de lo que no se debe hacer. Esa tela roja que envuelve el lustroso cuerpo de la abuela; el pecho derecho a punto de desbordarse; un largo en distintas caídas que muestran unas piernas donde las carnes han plantado su hogar; y remata con unos zapatos negros de tipo sandalia por los que asoman los dedos como tentáculos de pulpo. A última hora se debió dar cuenta de que iba demasiado sobria, por lo que se colocó en su negra melena unas cuantas flores, verdaderamente portentosa la buena señora. El abuelo de la bautizada, José Ortega Cano, no desentona. El traje, camisa, corbata y zapatos son difíciles de encontrar, pero combinarlos ya es algo que está al alcance de pocos. En fin, que si siguen ojeando tendrán motivos para rematar la tarde.