Valencia

«Las medidas del pacto de PSOE y Ciudadanos me parecen muy tontas»

Sitúa la regeneración democrática más allá de la vía penal: «Es un error que se dimita sólo si hay delito»

Abraham Barrero/ Profesor de Derecho Constitucional de la US
Abraham Barrero/ Profesor de Derecho Constitucional de la USlarazon

Ha coordinado una jornada titulada «Regeneración democrática y estrategias contra la corrupción» en la Universidad de Sevilla. ¿Alguna conclusión útil para nuestros políticos?

–Útil, no lo tengo muy claro (risas)... El tema de la regeneración es uno de los mantras del debate emergente y hubo un debate muy interesante. Me interesaba que viniera gente de todas las cuerdas, desde muy jóvenes a incluso algunos que habían participado en la elaboración de la Constitución. Algunas cuestiones me llamaron la atención pero no sé qué recorrido pueden tener más allá del ámbito universitario.

–Cíteme alguna.

–Por ejemplo, me sorprendió que ninguno de los ponentes estaba por una reforma en profundidad de la Constitución. Evidentemente hay que hacerla, pero sin perder la cabeza.

–¿Habría que reformar a las personas entonces?

–Bueno... Un tema que salió es el de cambiar el sistema electoral, aunque tiene implicaciones constitucionales no estaría a favor de poner todo patas arriba. Se puede percibir desde fuera como una conclusión muy conservadora pero viene a reconocer que la Constitución no va a arreglar esos problemas. Hay que cambiarla con consenso, no vayamos a hacer una reforma partidista, hay que tener cuidado.

–«El arcano (secreto) de la responsabilidad política o de cuando dimitir es un nombre ruso», así se tituló su ponencia. Sentido del humor no le falta, complicado cuando se habla en lenguaje jurídico.

–No estoy diciendo nada extraordinario, me pareció interesante ya que una compañera iba a ocuparse de la responsabilidad penal distinguirla de la responsabilidad política. Es conveniente avanzar más porque en nuestro país nadie dimite, no se asume esa responsabilidad política e incluso hay una corriente que es partidaria de identificar ambas: es decir, solo cuando un juez diga que una persona ha cometido un delito, se contempla que dimita. A mí me parece un error, creo que la responsabilidad política es otra cosa.

–¿Comparte la teoría de que si se imputa a un cargo público dimita?

–Lo que sí creo es que a la hora de exigir esa responsabilidad, el grado tiene que ser más alto. Un político puede no haber cometido un delito pero puede tener un comportamiento que no sea conforme a la ética pública. Todos tenemos en la mente casos así.

–¿Podría decir alguno de los que tenga usted en mente? No hace falta la lista completa...

–Bueno, gente que debería haber dimitido en Andalucía tenemos muchos ejemplos, en Madrid, en Valencia... hay cosas que se llevan a los tribunales y está muy bien, pero no tenemos que esperar a que lo diga un juez. Si las cosas funcionaran bien, dimitiría.

–Quien sí lo hizo esta misma semana fue el delegado de Cultura en Madrid por unos tuits nada acertados publicados hace años, ¿qué opinión le merece?

–Eso es un caso distinto. Este concejal no había ejercido ningún cargo político. En el fondo la responsabilidad política es que dimites porque tu conducta es ineficaz o no eliges bien a tus colaboradores inmediatos y tú asumes esos errores. Me parece muy bien que haya dimitido, que no ejerza la función de delegado de Cultura, pero lo sacaría un poco de ahí porque no ha cometido ninguna irregularidad ni tenido un comportamiento contrario en el ejercicio de su cargo.

–Otro rasgo de la política actual es recurrir sistemáticamente a los tribunales.

–Sí, ése es el problema. Los mecanismos tradicionales como la moción de censura o la cuestión de confianza no funcionan, no se utilizan, al final a la oposición no le queda más remedio que usar la vía penal. Es un error, no se pueden confundir. Y luego viene el otro debate ¿qué es la responsabilidad política?

–¿Cómo la definiría? ¿Cómo se lo explica a sus alumnos?

–Ésa es la pregunta del millón. Lo que se hace en el Reino Unido es primero aprobar un código de conducta de los políticos, pero no con buenas intenciones si no que se regula con detalle comportamientos que son contrarios.

–Mientras que en España los códigos de buenas prácticas se ofrecen casi como una adhesión voluntaria.

–Desde el Comité Nolan, en 1994, en Reino Unido se ponen por escrito esas normas, con agendas detalladas, los regalos que reciben, el patrimonio propio y de su familia... También recoge normas concretas a la hora de limitar la contratación de asesores técnicos y políticos: cuando se elige a uno tiene que tener un mínimo currículum, no basta con que sea alguien de su confianza, o las cantidades que pueden invertir en viajes. Eso permite a la hora de llevar un caso al Parlamento, calibrar si alguien ha tenido un comportamiento deshonesto.

–¿Piensa que las fuerzas emergentes van a contribuir a una mejora en ese sentido?

–Su discurso está montado en base a esa regeneración política pero habrá que ver las medidas concretas que proponen. Por ejemplo, el pacto en Andalucía del PSOE con Ciudadanos, si uno va a las medidas concretas, me parecen medidas muy tontas, no veo nada verdaderamente novedoso.