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Otra final fuera de la ley

La Razón
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Viene con los pitones en punta el morlaco con el que habrá de lidiar Juan Ignacio Zoido, magistrado en excedencia y sevillista confeso, en el partido que esta noche disputan su equipo y el Barcelona en el Wanda Metropolitano. Sabe de antemano el ministro del Interior, primera autoridad de España en materia de seguridad, que la mitad de la concurrencia se embarcará en un festival de vejaciones a dos de los principales símbolos del Estado, su Jefe y su Himno, porque el fútbol es un deporte imprevisible en casi todo excepto en el aquelarre catalanista de la final de Copa, ganada en sus tres ediciones pasadas por un Barça que con la de hoy habrá disputado ocho de las diez últimas finales. Zoido es el cuarto titular del ramo (al efímero Camacho no le dio tiempo) que ha asistido impasible a esta explosión de odio antiespañol que ya es tradicional, pero será el primero que lo haga como responsable, vía aplicación del 155, de orden público de la Generalitat. ¿Se atreverá a hacer cumplir la ley? La respuesta es no, porque a los proverbiales complejos de este Gobierno acochinado añadirá la reticencia de decretar vencedor sin jugar al club del cual es hincha notorio: en la reserva corrupta de Occidente, una carrera política resiste la distracción de un tráiler cargado de billetes de 500 euros pero en ningún caso se perdonaría una injerencia futbolera, por justa que resultase. Radiotelevisión Española mitigará el sonido ambiente de su retransmisión y ahí concluirá la oposición de la autoridad al nacionalismo golpista, que volverá a anotarse otro tanto en una batalla propagandística que ya gana por goleada. La defensa de la Nación se subcontrata a tribunales alemanes o a un entrenador de Nápoles, según toque. El caso es taparse, no vaya a ser que lo llamen a uno facha en alguna tertulia.