Política

Sevilla

Se sortea Alcaldía

En la localidad jienense de Peal del Becerro, será el azar el que elija quién será el alcalde los próximos cuatro años / Foto: La Razón
En la localidad jienense de Peal del Becerro, será el azar el que elija quién será el alcalde los próximos cuatro años / Foto: La Razónlarazon

Mi reino por un voto. No hay nada que obsesione más a los políticos durante una campaña electoral que la papeleta. A favor, naturalmente, la suya y no la de otro. Lo que ha sucedido en el municipio jienense de Peal del Becerro cumple esa máxima en unas dimensiones galácticas. El voto. Un voto. Por una sola papeleta, el PP y el PSOE no han conseguido la mayoría absoluta que habrían dado los 1.755 apoyos, es decir, la Alcaldía. Pero no fue así y este pueblo de las faldas de la Sierra de Cazorla flota ahora en el limbo democrático del empate.

El suceso ha ocurrido además con extrema emoción. Los pealeños todavía no se lo creen. El PP recurrió a la Junta Electoral de Zona un voto nulo. «Los estudiaron todos, los 64 votos», explica Manuel, que anuncia que no conoce a ninguno de los 64. Estarán avergonzados. O arrepentidos. O risueños en el sillón de casa, quién sabe. Si alguno de los 64 que fueron al colegio electoral hubiera votado efectivamente por el PP o por el PSOE, no habría esta incertidumbre electoral que posiblemente sea dirimida mediante un sorteo. Así lo quiso la ley.

Mientras se resuelven los recursos, sin un resultado definitivo aún de las elecciones municipales, el pueblo vive la entrada del verano con la normalidad con la que cambia el viento en el final de la estación. Admite Manuel que esta semana, casi milagrosamente, se ha levantado el fresco, pero que la semana pasada ya pasaron «los primeros calores».

Al final de la calle Antonio Machado está el Café Luis, donde Manuel se toma su segundo café de la mañana. Son las once y media. «A esta hora no sabemos si esto va a seguir así».

El candidato del PSOE David Rodríguez registró el pasado 26 de mayo 1.754 votos; la popular Ana Dolores Rubia, 1.753, aparte de una papeleta nula admitida en diferido por la autoridad judicial en un recuento extraordinario. A Rodríguez se le caen las bilis por haber perdido el bastón de mando socialista después de cuatro décadas. A Rubia se le encienden los colores tras multiplicar por seis o por siete (depende del sorteo) el único concejal que el PP sentó en el Ayuntamiento en la anterior legislatura. Miguel, «pealeño puro», apunta, es de los que cree que parece producto del guion de una película de humor absurdo.

Miguel, insólito treintañero de este pueblo medio serrano de poco más de cinco mil habitantes, dice ser aficionado a Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela, dos clásicos, pero que no recuerda un retuerzo del destino de semejante calibre. Al menos en primera persona. «Se habla de que se decidirá por una moneda al aire, de que serán dos papeletas en una urna, pero la sola idea del sorteo es del todo surrealista», cree Miguel. Sobre cómo se decidirá el empate a votos entre PSOE y PP hay precedentes. Y hasta jurisprudencia. La ley todo lo puede, incluso la voluntad de los sesos.

A unos pocos kilómetros de Peal nace el Guadalquivir. El aire es duro a estas alturas. En los cimientos de la sierra, este pueblo jienense se ha unido a los de Güéjevar (Granada), Tolox (Málaga) y Urrácal (Almería) y Valencina de la Concepción (Sevilla). En los cinco ha habido resultados ajustados. Un solo voto. El voto. Ay, los políticos, la de molestias que se toman para recordarlo campaña electoral tras campaña electoral.

¿Y después del sorteo? El alcalde lo será durante los siguientes cuatro años por el azar. La toma de posesión es la semana que viene. «Sería justo que se repartieran la gestión, aunque el alcalde fuera de un bando o del otro», se posiciona Miguel. Quizá no piense igual la militancia, esa masa del partido propensa al pesebre. No se consideran así los pealeños. Su carácter, sostienen, se acerca más al manchego que al gaditano. Y quizá sea verdad. En el café Luis no luce ni una botella de manzanilla. Serán cosas de la depresión del río. «Y de la aceituna», añade Miguel.

Peal es uno de esos pueblos en los que todos se conocen. Miguel saluda a Manuel en el café. Parecen allegados de toda la vida. «Hay vecinos a los que no les ha gustado ese segundo escrutinio», alerta Miguel al cruzar la esquina. La cosa puede llegar al Tribunal Supremo, que no debe dar abasto, pero la sangre no llega al río. No hay manera: en las elecciones el voto fue completamente bipartidista. Y empatado. Todo un abuso de la estadística.