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Andalucía

Un grano de pus en Podemos

La Razón La Razón

Al líder celestial de Podemos, Pablo Iglesias, le ha salido un grano supurante en Andalucía. La agrupación meridional, con Teresa Rodríguez a la cabeza, pretende echar a andar sin la tutela nacional de la mano de la infantería comunista de Antonio Maíllo en forma de nuevo partido ajeno a las directrices del ordeno y mando de Iglesias y del resto de prebostes capitalinos. La batalla viene de lejos, aunque por ahora no hay venda que tapone la viscosa pus que chorrea el parral podemita. En el fondo se trata de la pugna por el poder de las distintas facciones de este partido-plataforma que una vez pretendió asaltar el cielo con el impulso de la novelería y que ahora se da de bruces con los vicios de la política de siempre. El grano andaluz, visto lo visto, no es más que una inflamación de líquidos mucilaginosos de comunistas de toda la vida y anticapitalistas de cuño posmoderno, un constructo con más retórica de agitación que realidades hacederas. En Madrid consideran a Teresa Rodríguez un grano no sólo desde que Iglesias y Montero, la pareja con mando y plaza, se mudara a su palacio de Galapagar. No. La roteña es un grano en sí misma, portadora de la semilla del sempiterno conflicto que habita en el código genético de la izquierda, que es incapaz de asumir jerarquías aun en su beneficio. Pero no puede decirse que Teresa Rodríguez no haya quedado afectada por su propensión a la supuración. El jueves se ausentó de su escaño en el Parlamento. Dicen que se ha tomado unos días de descanso, lo cual manda narices. Resulta paradójico que el partido vaya dando lecciones de ética al querer anular las vacaciones parlamentarias y que ahora, en plena crisis de Gobierno, falte a su trabajo semanal. Sólo podría excusarla que el grano, la semilla discordante, pese ya demasiado.

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