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Christina Dalcher: «El problema no es Trump sino aquellos que lo soportan»

Christina Dalcher, escritora y doctora en Lingüística
Christina Dalcher, escritora y doctora en Lingüísticalarazon

Hay libros que pueden ayudar a entender el tiempo que nos ha tocado vivir, aunque se haga desde la ficción. Eso es lo que pasa cuando el lector se acerca a las páginas de «Voz», el libro de Christina Dalcher.

Hay libros que pueden ayudar a entender el tiempo que nos ha tocado vivir, aunque se haga desde la ficción. Eso es lo que pasa cuando el lector se acerca a las páginas de «Voz», el libro de Christina Dalcher publicado por Roca Editorial. En él se nos plantea una distopía en el que las mujeres no pueden pronunciar más de cien palabras al día en unos Estados Unidos donde la mitad de la población ha sido condenada al silencio. Es en esa situación en la que vive la neurolingüista Jean McClellan que verá cómo todo cuando la reclaman para indagar sobre el extraño accidente que ha vivido el hermano del presidente estadounidense. De ese «thriller» distópico habló esta semana Dalcher en esta semana durante su paso por Barcelona.

–¿De dónde surge un relato como el que nos encontramos en las páginas de «Voz»?

–Es una historia bastante compleja. En un principio quería escribir una historia corta sobre el lenguaje, concretamente sobre la pérdida del lenguaje. Me preguntaba qué nos pasaría si no tuviéramos la capacidad de poder usar el lenguaje para expresarnos. Es esa diferencia entre la habilidad de hablar, de comunicarnos y usar el lenguaje para otras cosas, como pensar o procesar información. Empecé a trabajar en el tema y tuve la oportunidad de escribir un relato breve y luego otro. Me gustaba la idea de una protagonista como Jean, una neurolingüista que se dedica a reparar el lenguaje de los demás y que irónicamente no presta atención a su propia voz. También quería construir un «thriller» que fuera relevante para nuestro tiempo como pasa cuando no podemos resolver problemas porque tenemos diferentes puntos de vista, lo limitamos todo a un «¡cállate!».

–Parece inevitable preguntarle si esta novela nace también como consecuencia de la situación política que se vive actualmente en Estados Unidos.

–Sí y no. De hecho, en Estados Unidos lo que está pasando es que no se quiere escuchar a las voces que están en desacuerdo con Trump. No solamente tenemos a Trump; también están aquellos que lo soportan. Ese es el peligro porque estamos viviendo una cultura que es cada vez más y más conservadora. Se trata de una mentalidad social. Es interesante porque después de las elecciones de 2016, muchas mujeres fueron hasta Washington D.C. a protestar. Me imaginé que habría otras mujeres escuchándolas y pensando que dirían «¡que se callen!». Pero no pasó porque las voces de las mujeres son más fuertes que nunca. Pero es que esto no es solamente fruto de la situación actual sino de lo que se ha vivido en los últimos 150 años, con esa cultura del mundo doméstico donde los hombres trabajan y las mujeres se quedaban en casa.

–La distopía que narra en «Voz», ¿está dirigida a un lector adulto o también ayuda a los más jóvenes?

–Ha sucedido algo fascinante tras la publicación del libro. Yo escribía pensando en un lector adulto, pero una vez que el libro estuvo en la calle empecé a recibir correos electrónicos y mensajes de estudiantes de Estados Unidos y de Europa. La gente se ha dado cuenta que aquello que creíamos que no sucedería ha acabado pasando de la noche a la mañana. En los años 20 no hubiéramos creído que se podía matar a seis millones de judíos. Tampoco nunca pensamos que pasaría la revolución rusa o cubana. Lo inimaginable puede pasar.

– ¿Tuvo en cuenta a Margaret Atwood mientras redactaba la novela?

–Es inevitable que se me quiera comparar al ser esta una distopía con mujer. Sin embargo, en lo que pensaba era en el renacimiento de la cultura doméstica en los años 50. Para mí también fue una referencia la novela de Ira Levin «Las poseídas de Stepford», además de autores como Orwell, Bradbury o Philip K. Dick.