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Imágenes que ayudan a romper el silencio

El espacio artístico Chiquita Room acoge una exposición de fotografía de mujeres que sufrieron abusos en su infancia

La capacidad expresiva de las instantáneas dominan la exposición
La capacidad expresiva de las instantáneas dominan la exposiciónlarazon

El espacio artístico Chiquita Room acoge una exposición de fotografía de mujeres que sufrieron abusos en su infancia

La palabra pesa y por tanto arrastra. Es demasiado rotunda. A veces no ayuda a la hora de hablar de dolor, humillación, horror pues es demasiado violenta. Obliga a lanzarse, a desprotegerse, a mirar a los ojos. Y hay cosas a las que no se puede mirar a los ojos. El drama de los abusos infantiles es uno de estos horrores que es difícil articular con palabras. Según datos del ministerio del Interior, uno de cada cinco niños o niñas sufre algún tipo de abuso sexual antes de cumplir los 17 años. Algunos de ellos no hablarán de ello nunca. Pero si hay cosas que no se pueden decir, sí que hay cosas que se pueden mostrar. El arte, la poesía, la música son soportes poderosos de afectos. Puede que estos niños no puedan hablar nunca de su pesadilla, pero con una única fotografía comunicarán, como señales de auxilio, lo que sienten.

El espacio artístico Chiquita Room acoge una de las exposiciones fotográficas más humanas e interesantes que se pueden ver en la actualidad en Barcelona. Cinco mujeres que fueron víctimas de abusos sexuales de niñas reúnen las fotografías con las que han logrado volver a mirarse al espejo y reconocerse. A través de instantáneas de gran lirismo y fuerza expresiva, son narraciones de verdad sin el peso que decíamos tienen las palabras. «Gracias a la fotografía he conseguido decírselo a mi hija. No tenía valor de decírselo con palabras», reconoce Bea, una de las cinco fotógrafas que participan en la muestra.

Las fotografías tienen una gran carga simbólica, desde rostros expresionistas a primeros planos de partes del cuerpo llenos de inocente sugerencia. También se pueden ver espacios vacíos y silenciosos, de una piscina a un bosque. Y todas y cada una dibujan una historia que entra de forma directamente en vena y te hace preguntar cómo y por qué pueden ocurrir estas cosas. «Cualquier persona que piensa en estas cosas lo ve clarísmo, esto hay que denunciarlo. Pero todo cambia cuando esto ocurre dentro de la familia y la mayoría de las veces ocurre dentro de la familia», comenta Beatriz, otra de las participantes del proyecto.

La iniciativa forma parte de la segunda edición de un proyecto participativo de creación fotográfica organizado por el Área de Educación de Photographic Social Vision y la Fundación Vicki Bernadet. Los primeros trabajan por promover la fotografía como herramienta de expresión y transformación personal. Por su parte, la Fundación trabaja en la prevención, detección y atención a las personas víctimas de abuso sexual infantil, a través de apoyo legal y terapéutico. «Las fotografías me permiten volver a ver a aquella niña, darle un abrazo, hablar con ella y hacer las paces», reconoce Isha, otra de las fotógrafas del proyecto.

Una imagen de urgencia

El objetivo del proyecto es «reparar la identidad» de estas víctimas de abusos, que a veces pueden quedar cerradas en una especie de bucle del horror y no construir una persona más allá de ello. La antropóloga experta en imagen Alice Monteil y Mireia Planes, del Área de Educación de la Photographic Social Vision, con la psicóloga Núria Grau de la Fundación Vicki Bernadet, han acompañado y ayudado a estas mujeres durante más de medio año ofreciendo la fotografía como una herramienta para superar el estigma de víctima. «A mí la imagen me da seguridad. Es como si hubiese una tercera persona con la que estuviese hablando», comenta Montse, otra de las fotógrafas de la exposición.