Política

Premio Nobel de Literatura

Sin Nobel de Literatura

La Razón
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Tocaba por estas fechas, pero este año nos vamos a quedar sin Nobel de Literatura. Por culpa, según parece, del marido de una de las señoras académicas del jurado, que se ha apuntado también a lo de los abusos y corruptelas. Con la imagen de circunspección y seriedad que transmitía la noble institución de la Academia Sueca. Pero se conoce que de puertas para dentro en todas partes cuecen habas. O a lo mejor es que el marido de marras, seguramente convencido de que la literatura es copia y espejo de la vida, lo único que quiso fue brindar un argumento a futuros candidatos: filtración de nombres, oscuras intrigas económicas, agresiones sexuales... En fin, que este año no ha habido quinielas con el nombre del galardonado, y los eternos aspirantes (Murakami, por ejemplo, porque Philip Roth nos dejó en primavera) no pasarán el mal trago de la decepción, y las editoriales habrán de aguardar doce meses a que a una de ellas le caiga el maná, y hasta octubre que viene los señores académicos podrán seguir leyendo -es un suponer- a todos los candidatos. No es la primera vez que esto sucede desde que en 1901 se otorgó el primer galardón, pero los huecos se debieron siempre, excepto el de 1935, a causas mayores: 1914 y 1918, por la Primera Guerra Mundial, y de 1940 a 1943, por la Segunda. Pero quién sabe, acaso esta pausa les sirve para recapacitar y a partir de ahora se dejan de componendas y no vuelven a preocuparse por si contentan o no a un determinado país o régimen político y desechan las anteojeras ideológicas a la hora de votar. Que de todo ha habido. Por ejemplo, olvidarse de Galdós y premiar a Echegaray. Aunque, para olvidos, los de Tolstoi, Proust, Ibsen, Kafka, Nabokov... Y el de Borges, clamoroso. Claro que también hubo quien rechazó el premio: Pasternak, obligado por el gobierno soviético, en 1958, y Sartre, en 1964.

Nada, que como no va a haber un premio Nobel que comprar, este año toca volver a los clásicos.