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Teresa Cremisi: «Es mejor ser un editor francés que español»

La que fuera directora general de Gallimard, el gigante de la edición en Francia, fue una de las principales invitadas en el último día del Foro Edita Barcelona

La escritora y editora italiana, Teresa Cremisi
La escritora y editora italiana, Teresa Cremisilarazon

La que fuera directora general de Gallimard, el gigante de la edición en Francia, fue una de las principales invitadas en el último día del Foro Edita Barcelona.

–Ha presentado unas cifras en el Foro Edita Barcelona que son una invitación al optimismo. Me refiero a la muy buena situación del libro en Francia, algo que parece difícil aquí. ¿Cómo es eso posible?

–No hay secreto en esto. Son las raíces históricas las que pueden verse como la clave. Piense que en el siglo XIX la política, la sociedad y el libro eran compinches. No se puede olvidar que Victor Hugo fue un político, al igual que Chateaubriand o Lamartine. Ser editor se ve como una función esencial para la vida de la nación. Evidentemente es un oficio que no te permite ganar mucho dinero, pero sí mucho prestigio.

–Existe un tópico que es el de ver al editor como un escritor frustrado. Esta semana, en este Foro Edita Barcelona, Javier Cercas hablaba del escritor como un editor frustrado. Usted ha estado en los dos lados y el año pasado se estrenó con la novela «La triunfante». ¿En qué lugar está más cómodo?

–Ante todo, no puedo estar de acuerdo con Javier Cercas. Pienso que hay grandes escritores que han sido editores. Puedo citarle a Virginia Woolf, T. S. Eliot o André Gide. No creo que un editor sea un escritor frustrado porque el buen editor sabe que es otro oficio. El escritor es muy libre ante su arte y la página en blanco. Sin embargo, el editor está muy ligado por las obligaciones del mercado. El escritor siempre será más libre que el editor. Son dos oficios totalmente distintos. Podemos vivir sin ninguna frustración. Mi caso personal es diferente: empecé a publicar muy tarde en mi vida. Nunca pensé en hacerlo y fue un editor quien me convenció para dar el paso. Así que ya puede ver que los editores sirven para algo.

–Uno de los grandes problemas del mundo de la edición en España es la piratería. ¿Cómo se combate en Francia?

–La piratería existe en Francia. Soy la editora de Houellebecq y tan pronto salió su novela «Sumisión» al día siguiente ya estaba disponible en la red pirateada. Llevé el caso a juicio y cuando empezó el proceso el libro fue de una página a otra hasta desaparecer. Se tiene que usar la ley, aunque siempre existirá quien fotocopiará el libro y lo colgará en una web. Mientras uno esté convencido de su oficio y que estos libros pueden ponerse en buenas colecciones de bolsillo, no hay tanto peligro. Se tienen que cerrar esas webs que permiten robar a los autores y los editores. Debemos permitir que la ley actúe. Gallimard es el editor de Harry Potter y logramos que se cerraran las webs donde estaba disponible ilegalmente. Por otra parte, no creo que la gente que piratee un libro lo acabe leyendo.

–En su ponencia en el Foro Edita Barcelona ha citado en varias ocasiones a Jack Lang, quien fuera ministro de Cultura de Mitterrand.

–Lang no solamente pensó en salvar a los escritores y los editores sino también a los libreros. Se promovió una ley que fue aprobada tanto por la derecha como por la izquierda. Es una ley que tuvo un consenso general, pero de la que Lang fue el autor, hecho por el que le estamos muy agradecidos.

–Habla de un consenso entre derecha e izquierda en temas culturales. Le debo reconocer que me dan ganas de hacerme francés.

–Puedo decirlo porque soy francesa desde hace un año y no tengo ni una sola gota de sangre francesa. Francia es un país extraño que es capaz de lo mejor y de lo peor, pero en lo que hace referencia a la edición es mejor ser francés que español.

–¿Es difícil ser el editor de Michel Houellebecq?

–No, resulta muy fácil. Admiro mucho lo que hace porque siempre resulta perfecto. Cuando entrega el libro siempre hay pequeñas cosas, pero no una auténtica labor por hacer. Lo que necesita siempre es apoyo, igual que una planta necesita una pared para poder crecer. Nada más. Es alguien por quien siento admiración.

–¿No le tienta escribir unas memorias?

–Me lo han pedido muchas veces, pero no porque debería contar intimidades.