Granada

Tras los pasos de Rusiñol en Granada

Un museo en Órgiva reúne documentos sobre la estancia del pintor en la ciudad andaluza

Uno de los retratos que José Ruiz de Almodóvar realizó a Santiago Rusiñol durante su fructífera estancia en Granada y que dio pie a varios cuadros protagonizados por los jardines de Víznar
Uno de los retratos que José Ruiz de Almodóvar realizó a Santiago Rusiñol durante su fructífera estancia en Granada y que dio pie a varios cuadros protagonizados por los jardines de Víznarlarazon

BARCELONA- A pocos kilómetros de Granada, se encuentra un pequeño pueblo llamado Víznar, hoy conocido especialmente por ser el lugar en el que Federico García Lorca estuvo preso escasos momentos antes de ser asesinado. Sin embargo, unas décadas atrás fue el escenario de un diálogo pictórico entre un granadino y un catalán. El primero era un pintor local, especializado en el retrato, buen amigo de Ángel Ganivet, llamado José Ruiz de Almodóvar. El otro era uno de los nombres clave del modernismo catalán, enamorado de los paisajes de la ciudad de la Alhambra. Se trata de Santiago Rusiñol y el resultado de esa colaboración son un puñado de óleos y dibujos, algunos de ellos no conocidos y reproducidos en este reportaje.

En 1898, los dos artistas visitaron el Palacio de Cuzco, en Víznar, una construcción del siglo XVIII, mandada edificar por el obispo Moscoso y Peralta. Josep Pla, en su «Santiago Rusiñol i el seu temps», habla de esa experiencia, aunque llama por error Vizmar al pueblo –errata de Pla o de quien realizara la transcripción de sus manuscritos–, recordando que muchos han confundido esos cuadros con los que Rusiñol ejecutó en Mallorca, además de crear escuela.

Desde hace un tiempo, un espacio alpujarreño en el pueblo de Órgiva, el Archivo Museo Ruiz de Almodóvar guarda algunos de esos documentos relacionados con esa amistad y que permiten conocer nuevos detalles de las andanzas de Rusiñol por esos escenarios. En este sentido, posiblemente la pieza más importante sea un cuadro que podría ser un estudio preparatorio realizado por Rusiñol de una de las dos telas que dedicó al interior del palacio. La pieza apareció entre otros cuadros propiedad de los descencientes del granadino, aunque ha sido el abogado Miguel Ruiz de Almodóvar Sel, nieto del amigo del modernista y creador del archivo-museo de Órgiva.

El pintor de Granada tuvo la fortuna de seguir a Rusiñol, una amistad que florece en varios de los retratos que le dedicó. Son dibujos que demuestran la habilidad del artista como retratista, pero también para captar al amigo en algunos momentos de tranquilidad, siempre con su inevitable puro. En uno de esos bocetos, podemos ver a Rusiñol tocando la guitarra, lo que podría remitir a sus presencia en la taberna del Polinario, junto a la Alhambra, propiedad de Antonio Barrios, pintor ocasional y célebre guitarrista. Es un Rusiñol amante del flamenco y que en 1922, junto con Falla, Lorca, Zuloaga y Gómez de la Serna, será uno de los promotores del Concurso de Cante Jondo que se celebró en Granada. Es el bohemio que disfrutaba bebiendo manzanilla y comiendo jamón alpujarreño mientras disfruta de una auténtica juerga flamenca, como ha señalado Vinyet Panyella en la biografía que le dedicó.

Resulta curioso que Ruiz de Almodóvar guardara como un tesoro un ejemplar de «L'alegria que passa» y que Rusiñol le dedicó en catalán con las palabras: «al meu amic».

Diálogo e influencias entre artistas

El paso por el palacio de Víznar creó un diálogo plástico entre Ruiz de Almodóvar y Rusiñol. El primero escribiría posteriormente que «la temporada de pintura en Víznar me ha afirmado en mi orientación sobre mis trabajos aclarándome varias indicaciones, inspirándome otras importantes». Por su parte, Rusiñol decía que pintar en Granada solamente lo podía comparar con pasear por París o contemplar los objetos que guardaba en su Cau Ferrat de Sitges.