Conciertos

Una segunda edad de oro

La Banda Municipal de Barcelona presenta a su nuevo director titular, José Rafael Pascual-Vilaplana, y anuncia los 19 conciertos de su próxima temporada marcada por el cine y la literatura

Por undécima temporada, el Auditori vuelve a ser la casa de la Banda Municipal, que compará las Salas 1 y 2 en sus 19 conciertos, además de sus actuaciones públicas en los diferentes distritos de la ciudad
Por undécima temporada, el Auditori vuelve a ser la casa de la Banda Municipal, que compará las Salas 1 y 2 en sus 19 conciertos, además de sus actuaciones públicas en los diferentes distritos de la ciudadlarazon

La Banda Municipal de Barcelona presenta a su nuevo director titular, José Rafael Pascual-Vilaplana, y anuncia los 19 conciertos de su próxima temporada marcada por el cine y la literatura.

A veces, Richard Strauss imaginaba con placer que era una avestruz. El compositor hacía dos días que estaba en Barcelona y sentía una incomodidad muy familiar, constante, punzante, con voz de mujer, de soprano, de «ohhhh, te odio, por qué me has llevaaado aquuí». Su mujer, Pauline de Anha, la célebre soprano alemana aguantaba una sombrilla bajo un feroz sol de principios de marzo, en una plaça Reial abarrotada. La pareja estaba sentada en silencio, lo que ponía muy nervioso a Strauss, que sabía que tras la calma siempre viene el rayo, el trueno y el grito lírico de su esposa. «¡Qué vulgaridad, qué sucio y proletario es el calor en invierno!», dijo Pauline dando vueltas a su largo colgante de perlas. Strauss sonrió, intentado dar así la razón a su mujer, algo que no gustó a ésta. Cogió unas partituras que había sobre la mesa, y se las lanzó a la cara. «¡No me des la razón como si fuera idiota, no lo soporto!», dijo y se marchó con desprecio.

Strauss adoraba a su excéntrica mujer, su musa, su inspiración, su desesperación y su absolutamente todo. El compositor era como un niño que ama y odia a un tiempo a su madre y por eso la ama todavía más. Le hacía estar siempre al borde del precipicio, en ese desequilibrio que fuerza a la imaginación a agarrarse a lo que haga falta para no caer. De allí surgían sus composiciones, una belleza desesperada para no precipitarse al vacío. Pauline de Anha era ajena a este hecho. Quería sinceramente a su marido, pero odiaba su pasividad, así que le provocaba sólo para conseguir una reacción. Sabía que de allí nacía su arte y para ella era suficiente.

El compositor no se sentía muy inspirado aquella tarde. A veces no había forma, era imposible amar a su mujer y entonces se sentía solo y perdido. Se puso las manos a la cabeza e imaginó un terrible mundo en silencio, con millones de gente gritando de dolor, pero nadie capaz de oírlo. Respiró hondo, intentó calmarse, sentir que era una hermosa avestruz, hasta que una música familiar le sacó de golpe de todos sus malos augurios.

Levantó la vista y vio extasiado a la Banda Municipal de Barcelona interpretar su poema sinfónico «Muerte y Transfiguración». De forma involuntaria, se levantó de su asiento y fue acercándose al escenario, insensible a todo lo demás. «¡Bravo, bravo!», exclamaba para sus adentros, enamorado de nuevo con el mundo. Había recuperado el amor y la cordura, es decir, la música.

El 19 de marzo de 1925 llevaba a su mujer a la Plaza Sant Jaume sin contarle para qué, delante de tanta gente, y la hacía sentarse en la primera fila. Subió al escenario y empezó a dirigir a la Banda Municipal en un concierto memorable que incluso Pauline de Anha no pudo más que aplaudir, enamorándose una vez más de su marido. «Ohh, te odio, por qué me has llevado aqui», dijo Pauline con ojos llorosos, sintiéndose otra vez vulnerable.

Una historia ejemplar

La Banda Municipal de Barcelona es una de las instituciones culturales de mayor y mejor historia de la ciudad. Con 132 años de trayectoria, en los años 20 vivieron su gran edad de oro con invitados ilustres a sus conciertos como Richard Strauss, Maurice Ravel o Igor Stravinsky. Strauss incluso se llevó a la orquesta de viento a la Exposición Internacional de Música de Frankfurt de 1927. De la mano de Joan Lamote de Grignon, se convirtieron en la puerta de entrada de los barceloneses a las grandes composiciones de la música. «La Banda Municipal ha hecho mucho más que el Liceo en convertir a Barcelona en una ciudad wagneriana», aseguraba ayer Joaquim Garrigosa, director del Auditori, para que la formación está viviendo actualmente «su segunda edad de oro».

La orquesta de viento presentó ayer a su nuevo director titular, José Rafael Pascual-Vilaplana, que sustituirá a Salvador Brotons. «Ya había dirigido la orquesta en siete ocasiones. Ahora quiero aprovechar todo el legado que poseey marcar sus pautas de futuro. La banda ha de ser un vehículo para la cultura del siglo XXI, no sólo de la tradición. Para ello necesitamos deshacer todos los estereotipos que todavía se ligan a estas formaciones», señaló ayer Pascual.Vilaplana.

La temporada 2018/19 estará marcada por el cine y la literatura. Entre sus conciertos estrella estarán un homenaje a Charles Chaplin, que incluirá la proyección de «La casa de préstamos» con banda sonora en directo compuesta por Antón Alcalde. Además, habrá programas dedicados a Shakespeare y al «Canigó», de Jacint Verdaguer, con la presencia del actor Lluís Soler.

En total, la Banda Municipal tocará obras de 25 compositores contemporáneos y habrá programas dedicados a las sonoridades de Japón, con Douglas Bostock o Colombia Por último, abrirá un programa social con una actuación con la Raval Band en un homenaje a Glenn Miller. La clausura, como es tradicional, estará centrada en la ópera y la zarzuela.