Iñaki Zaragüeta

Valientes si no hay riesgo, cobardes si lo hay

La Razón
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¿Qué dirán ahora el presidente Ximo Puig (PSPV), la vicepresidenta Mónica Oltra (Compromís), el alcalde Joan Ribó del mismo partido que la anterior, Antonio Montiel (Podemos) y cuantos se unieron «tots a una veu» cuando hayan leído, como hice yo ayer, la declaración del Papa Francisco sobre la ideología de género y recuerden cómo se agarraron a él para atacar despadiadamente al cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, por la denuncia realizada en torno a esa tendencia?

El Papa aún ha sido más contundente que el propio purpurado valenciano, «una cosa es que una persona tenga esta tendencia (en referencia a la homosexualidad) e incluso que cambie de sexo, y otra cosa es hacer la enseñanza en la escuela en esta línea para cambiar la mentalidad. A esto yo llamo colonizaciones ideológicas» y alertaba sobre «la maldad que existe en adoctrinar con la ideología de género».

Y lo proclamó ante los periodistas de todas las tendencias que le acompañaron en el avión de vuelta de su viaje a Georgia y Azerbayán. Lejos de apartarse, menos aún condenar, reforzó las manifestaciones de Cañizares que tanto importunaron a los políticos con más odio a la religión católica. Al menos, así lo demuestran en cuantas ocasiones se les presentan.

Eso sí, callan ante otras confesiones en las que ahorcan a los homosexuales, vejan y maltratan a las mujeres, les niegan la menor libertad y aplican la pena de muerte con escaso miramiento. ¿Por qué será? Quizá, como se dice en nuestra Comunitat, «perquè no hi ha collons».

Esos mismos colectivos, amparados por los partidos conocidos, que se manifestaron a las puertas la Colegiata de Gandia, para protestar por la presencia del cardenal Cañizares en actitud provocadora, según contaban las crónicas publicadas del suceso. Ya digo, los mismos grupos y políticos que enmudecen y vuelven la vista cuando a sus compañeros de otros países los masacran sin piedad.

Entre ellos, el secretario general de Podemos de la localidad costera y un concejal de Mes Gandia, presentes en la bravata sin riesgo, pero sin oírseles una palabra ni se les percibe un gesto por lo que respecta a las barbaridades relatadas.

Es conocido el lema «la peor cobardía es saber qué es lo justo y no hacerlo» y desde luego es imposible que piensen que aquel mutismo sea justo. Sucede que en un caso no se corre peligro y en el otro hay que tenerlos bien puestos. Así es la vida.