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Clara Azurmendi: “No sabía si seguir, si merecía la pena, pero fui a los Juegos y dije: ‘Si es que yo quiero hacer esto’”

Con 14 años dejó San Sebastián para irse al CAR de Madrid a jugar al bádminton. Allí entrena con Carolina Marín. En Tokio su cabeza “cambió” tras una mala racha. Libre de dolor tras operarse, ahora sueña con París 2024

Clara Azurmendi sueña con estar en los Juegos Olímpicos de París 2024 después de haber estado ya en los de Tokio
Clara Azurmendi sueña con estar en los Juegos Olímpicos de París 2024 después de haber estado ya en los de TokioPodium

Clara Azurmendi (San Sebastián, 24 años) ha convertido lo que podría considerarse un año malo o complicado en algo positivo. Ha tenido que operarse y eso le hizo parar, pero ya está recuperada y el dolor ha desaparecido, el mejor camino para despegar de nuevo. El dolor llevaba con ella mucho tiempo. «Tenía un espolón calcáneo, pero está en la inserción del tendón de Aquiles y me rozaba y lo desgastaba. Las últimas resonancias salían ya que el tendón tenía una microrroturilla... Con estas molestias llevaba tres años, pero a los deportistas de alto nivel si no te duele un pie es una rodilla, la cadera... No le daba mayor importancia y con prevención, el fisio o fortaleciendo gemelo mejoraba», explica la jugadora de bádminton. Tras el Europeo disputado en Madrid en abril el dolor se multiplicó por cinco. «Creo que fue por el suelo, que era muy duro», opina Clara, que tuvo que tomar medidas y buscó una segunda opinión médica. Entonces, todo fue muy rápido: «Me puso el ecógrafo encima y me dijo: “Al quirófano”. Y le contesté: “¿Cuándo?”. Y respondió: “La semana que viene”. Y yo: “Vale”. Y nada más salir de la consulta pensé: “Clara, que has dicho que sí...”. Pero el médico me había explicado que si quería seguir a alto nivel o me operaba o él no me podía garantizar que en un año, tres meses o cinco el Aquiles no se iba a romper, y eso ya era grave».

El temor que le entró fue más por la recuperación que por la intervención, ya que tenía una mala experiencia de una lesión de rodilla que había sufrido, en la que duplicó los plazos para regresar. «Esta vez los plazos ha sido como me han dicho y estoy muy contenta porque he vuelto a competir y digo que me han operado porque tengo una cicatriz, pero a mí no me duele nada. Es lo mejor que he hecho. La vuelta, hasta que coges ritmo, cuesta, claro, y psicológicamente da un poco de bajón, pero la última que jugué fue, pufff, venga va, estás, y espero acabar el año con la energía que tenía antes de operarme. Me quedan dos competiciones», cuenta Clara.

«Antes» estaba en su mejor momento, motivadísima, con las ideas claras después haber pasado una mala época que quedó resuelta en los que eran sus primeros Juegos Olímpicos, los de Tokio. «Ha sido lo mejor de mi carrera hasta ahora. También por eso decidí operarme: he estado ahí y quiero ir a otros, no me conformo. Haber podido ir a unos es increíble, pero fueron un poquito de sopetón y quiero ir a otros bien preparada y luchar por una medalla. Venía de una temporada con altibajos, incluso pensando en si seguía, si me compensaba... Los resultados salían, pero la sensación no era la mejor. Ir a los Juegos fue como: “Si es que yo quiero hacer esto de verdad”. Lo que necesitaba era ese chute de decir: “Recuerda lo que quieres”. Mi cabeza cambió y ahora lo tengo todo muy claro y de repente no me cuesta tomar decisiones», reconoce.

Azurmendi se enteró de que iba a Tokio apenas un mes antes de que empezara una cita en la que no pudo estar Carolina Marín por lesión. La onubense, campeona en Río 2016, es muchas veces compañera de entrenamiento de Clara. «Es una suerte, es como poder entrenar con Rafa Nadal al lado, a veces contigo, corrigiéndote cosas. A veces no lo valoramos lo suficiente, parece lo normal porque llevo así diez años, pero no lo es. Viéndola entrenar sabes que no le han regalado nada», desvela la donostiarra. Carolina sí es una referente en este deporte minoritario en España, pero cuando Clara empezó no lo había, lo que no supuso un freno a su ilusión. «No se me ha hecho complicado porque desde pequeña he disfrutado mucho. Es verdad que aspiras a algo grande, pero dices: “Sí, claro, es imposible, somos España”. Pero sale Carolina y piensas que no es tan imposible. Pasa de ser una ilusión a que pienses que si le metes horas y trabajas duro, ¿por qué no?», reflexiona.

Eligió el deporte “más raro”

Ella empezó en el colegio siguiendo los pasos de su hermano y dentro de una familia muy activa, porque sus padres estudiaron ciencias del deporte. Probó de todo y se quedó con «lo más raro», el bádminton. Pronto tuvo que tomar una decisión importante: trasladarse al CAR de Madrid con 14 años. «Lo más importante en ese momento es la familia, el hecho de que tus padres te apoyen, y mi hermano, mis abuelos, mi tío... He tenido compañeros que sus padres no les apoyaban, era un: “¿Estás seguro? Que eres muy pequeño”. Y si ya traes esas dudas desde casa...», asegura. Su día a día en la Blume se mueve entre volantes y raquetas, y mucho más. Entrena de lunes a viernes mañana y tarde y los sábados por la mañana, en pista y físico, y una vez a la semana a la hora de comer hacer un hueco para ir a la psicóloga: «Lo considero fundamental porque estamos sometidos a presión, a lesiones, cosas que no puedes controlar. A veces pensamos que podemos con todo, pero es mentira», dice. Y por la tarde después del entrenamiento, al fisio, depende de cuándo lo necesite.

Este año ha empezado a estudiar un grado de dietética y nutrición, otra parte fundamental de la preparación. «Tenía los estudios apartados porque no sabía qué quería hacer y no quería tener la sensación de perder el tiempo. Creo que he acertado con la decisión. Me ayudó también un poco el tema de las lesiones. Está muy relacionado. Si la nutrición y el sueño son para mí fundamentales en la vida de cualquier persona, en el deporte mucho más: te puedes lesionar por una mala alimentación, básicamente. Estoy trabajando con un nutricionista», afirma.

Becas Podium, mucho más que una ayuda econonómica

Económicamente cuenta con la ayuda de Becas Podium, el programa impulsado por Telefónica y el COE para que no se pierda el talento de jóvenes deportistas, que es un apoyo económico y algo más: «Es un alivio increíble. Al final es ser más profesional porque tienes esos recursos que se necesitan sin estar dependiendo del dinero de tus padres. Un nutricionista, un fisio, o un podólogo, o se me han roto las zapatillas y no me pueden mandar unas y me las tengo que comprar para competir... Esa libertad que te da tener esos fondos, y ya no es sólo la ayuda económica: Alejandro Blanco [presidente del COE] lo dice, que para cualquier cosa están ahí, y es verdad: si te pasa algo llamas y siempre están. Esa tranquilidad hace que te puedas centrar en lo deportivo», concluye Clara Azurmendi.

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