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Cirugía protésica

El increíble viaje que va de no poder bajar una escalera a correr tres ironman

Estas son las historias de tres deportistas amateurs, cuyas maltrechas caderas pasaron por las manos del doctor Rafael Llopis. Cuando el agradecimiento eterno se queda muy corto, se aprende a vivir sin dolor y se vuelve a disfrutar compitiendo.

El Dr. Llopis, con Juanjo Estévez (izquierda) y Fran Zurdo (derecha).
El Dr. Llopis, con Juanjo Estévez (izquierda) y Fran Zurdo (derecha).Dr. Llopis

En septiembre de 2021, Juanjo Estévez anunció el final de su prometedora, pero muy corta, historia como jugador de fútbol. Hoy ha conseguido regresar a los terrenos de juego. En 2014, Fran Zurdo tuvo muy claro que nunca jamás volvería a correr un maratón. Afortunadamente, falló en el pronóstico y una década después va por su tercer ironman. Un poco antes, en 2008, Juanjo Chavero vio cómo su amor por el deporte en general y por las artes marciales en particular, se acababa. Una semana cualquiera de marzo de 2025 entrena más de dos horas diarias, siete días a la semana.

Tres historias con final feliz que cuentan con ingredientes de auténtico terror, un pelín de ciencia ficción y toneladas de agradecimientos. Porque las vidas de estos tres deportistas aficionados eran un horror, con la despedida de su gran pasión muy cercana, hasta que sus maltrechas caderas cayeron en las manos del doctor Rafael Llopis, uno de los más prestigiosos traumatólogos de España, impulsor en nuestro país de las técnicas más avanzadas en todo lo que se refiere a prótesis de cadera y de rodilla.

Fran Zurdo, del dolor al ironman

Abre el juego Fran Zurdo, corredor popular muy cercano a la elite, con 20 maratones a sus espaldas y una mejor marca de 2’53 horas; cosa seria. “Vivía con dolor constante, caminaba cojo, no podía ayudar a mis hijas a hacer un castillo de arena cuando íbamos a la playa, no podía dormir porque cada vez que me movía, me despertaba del dolor”. La causa suena rara, pero mucho peor era sufrirla: un choque femoroacetabular; esto es, una malformación en la cabeza del fémur, que la deja, en vez de redondeada, en forma de pico. “Si no eres muy activo, te puede provocar una artrosis severa con 70 años, pero si haces 100 kilómetros de carrera a la semana, no te deja vivir”, asegura Fran.

La primera operación de cadera llegó en 2014 y solo seis meses después de que las manos del doctor Llopis hicieran magia, Zurdo completó su primer medio ironman, que así dicho puede no significar demasiado, pero en cifras es ya otra cosa: 1.900 metros nadando, 90 kilómetros en bici y unos pocos metros más de 21 kilómetros corriendo. La segunda cadera no estaba tan dañada, pero viendo las extraordinarias consecuencias de la intervención en su gemela, no hubo dudas y el quirófano llegó en 2019. Después de aquello, tres ironman y “algún que otro maratón suelto”.

Llega la hora del agradecimiento, sincero y sentido: “Cuando me toca ir a revisión, mi mujer siempre me dice ‘Te toca ir a ver a dios’, y así es. Jamás habría imaginado que yo pudiera estar así. Antes de operarme, yo no quería ni hacer deporte, solo quería vivir sin dolor y mírame ahora”.

Las artes marciales y Juanjo Chavero

La vida de Juanjo Chavero, 68 años ahora, no se podría entender sin el deporte en general, maratón, natación, fútbol, ni sin las artes marciales en particular. Atiende al teléfono desde su casa, preparándose para ir al gimnasio o llegando de él, da lo mismo a la hora que sea. “Entreno como mínimo dos horas todos los días de la semana, incluido el fin de semana. Mi maestro me dice que hago demasiado, pero es lo que más me gusta”.

Hace un tiempo no era así. “Cuando empecé a tener la cadera mal, se me vino el mundo encima. Lo mío era necrosis. Vas perdiendo movilidad y yo, con lo elástico que he sido siempre, lo notaba muchísimo al practicar kárate. Estaba ya listo para operarme en el Hospital Ramón y Cajal, pero una sobrina mía que trabajaba en el Santa Cristina me habló muy bien del doctor Llopis. Anulé la primera cita y me operó de la cadera derecha en 2008”.

Por mucho que la lista de dolores recuerde al caso de Fran Zurdo, no viene mal ampliar la trágica retahíla. “Para sentarme en el coche lo pasaba fatal, las escaleras, una a una y con un miedo horrible a tropezar”. ¿Y después de la operación, qué? “Pues volver a vivir y, en cuanto tuve ocasión, operarme de la cadera izquierda. Para esa no esperé tanto, fue en 2015”. Una década después, Chavero participa en numerosas competiciones para máster y veteranos y se prepara para conseguir el sexto dan de kárate. “Para concursar hay que presentar un currículum no solo deportivo, sino de todo tipo y en él siempre figura el doctor Llopis. ¡Cómo no me voy a acordar de él!”, asegura, entre emocionado y agradecido, Juanjo, que no pudo estar presente en la “foto de familia” que encabeza este reportaje.

La historia de Juanjo Estévez

Si esto no les ha parecido suficiente, aquí va la historia de Juanjo Estévez, mediocentro que vio cómo su prometedora carrera futbolística se truncaba por una necrosis en su cadera. De hecho, llegó a retirarse. “Los dolores eran insoportables. No podía ni estar tumbado, un día en clase me tuvieron que traer una silla de ruedas porque la cadera me había saltado. Aquello era horrible”.

Desesperado y frustrado por no poder hacer lo que más le gustaba, Juanjo se puso en manos del mismo doctor que había operado las dos caderas de su padre. Sí, sí, han acertado. El mismísimo Rafael Llopis, que le colocó una prótesis de las más avanzadas del mercado en la cadera izquierda. “Cambió mi vida, sobre todo en todo lo relacionado con la salud mental. Y ya con salud, y después de pensármelo mucho, decidí volver a jugar. Algo impensable solo meses atrás. Tengo mucha vida por delante y el fútbol es mi pasión y nadie sabe lo que va a pasar el día de mañana. Para mí, poder volver a jugar al fútbol es absolutamente increíble”.

El regreso no fue el esperado, pero, en cierta manera, sí que un poco lógico. “A los 10 minutos de reaparecer, me rompí el ligamento y el menisco de la rodilla”. A Juanjo le operaron hace nueve meses y ya solo piensa en volver. Ha pasado por tanto que sus únicas palabras son “tengo ganas, quiero volver”. Con que transmita un poco de toda esa ilusión sobrehumana que posee a los niños de Aranjuez a los que entrena, de allí saldrán auténticos gladiadores.

Y luego está, claro, el doctor Llopis, pelín ruborizado por los halagos recibidos, pero orgulloso por el trabajo bien hecho. Habla desde su consulta en el Hospital San Francisco de Asís. “Yo soy muy prudente y antes de una operación, no puedo prometer nada al paciente. Es evidente que a las personas que practican deporte, su esqueleto les protege más, pero también lo es que un recambio de cadera no está indicado para que un paciente pueda volver a practicar deporte, pero mira, luego resulta que se va probando y va viendo que aquello va cada vez mejor. Aunque, eso sí, en estos y en todos los casos, el primer y único objetivo tiene que ser eliminar el dolor”. Que se lo pregunten a Fran y a los Juanjos: agradecidos de por vida se queda muy corto.

drllopis.com

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