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Ocio sostenible
Melómanos y conciencia ambiental se dan la mano en el paraíso de los festivales
Centenares de miles de personas asisten cada año a más de 900 eventos de música, que se orientan a reducir la huella de carbono
El buen tiempo, la oferta gastronómica, la belleza paisajística, la riqueza cultural y los casi 8.000 kilómetros de costa han convertido a España en la segunda marca turística más reconocida del mundo y el tercer país más visitado por extranjeros.
A estos privilegiados atractivos se ha sumado en los últimos años una oferta de ocio que también ha situado al país como uno de los destinos favoritos de los amantes de la música en directo, con multitud de festivales previstos a lo largo y ancho de nuestra geografía en este 2023.
En 2022, según estadísticas recogidas en el Anuario de Estadísticas Culturales del Ministerio de Cultura, se celebraron cerca de 900 festivales musicales en España. Los datos de la Asociación de Promotores Musicales recogidos en el informe Observatorio de marcas en Festivales indican que la música en directo facturó 459 millones de euros el pasado año, solo teniendo en cuenta la venta de entradas, un 20% más que en 2019. La fiebre de la fiesta musical se concentra en los meses estivales, que coparon el 65% de las convocatorias.
Techno, reggaeton, rock, soul, jazz, reggae…sea cual sea el estilo musical, seguro que los espectadores tienen una cita con varios de sus artistas favoritos en el marco de una industria en auge que ayuda a liberar el estrés de la rutina diaria. De hecho, un estudio realizado por Patrick Fagan, experto en ciencias del comportamiento y profesor asociado de la Universidad Goldsmith's, en colaboración con el conocido recinto de conciertos británico O2, desveló que la asistencia a conciertos puede ayudar a alargar la vida al mejorar el bienestar de los espectadores en más de un 20%.
Una oportunidad única para concienciar
La atracción del público joven a estos paraísos de los melómanos se ha convertido en un escaparate privilegiado para concienciar de la importancia de la acción del individuo en el cambio climático. Conscientes de la oportunidad, muchos de los organizadores han emprendido acciones contundentes no solo para reducir la huella medioambiental de la actividad sino también para realizar valores globales que van desde la economía circular, al cuidado de los bosques o la celebración de la diversidad.
Pese al incuestionable beneficio económico y social de una actividad lúdica que da cuerpo al turismo (el principal impulsor del empleo y PIB de nuestro país), la actividad en torno a los festivales también provoca millones de desplazamientos al año y una gran concentración de personas en esta especie de urbes efímeras que se construyen en torno a los espectáculos y que generan toneladas de residuos y consumen una gran cantidad de energía, agua y alimentos.
Una reciente investigación anglosajona estima que las actuaciones en vivo en el Reino Unido generan algo más de 400.000 toneladas de CO₂ al año, y otras estimaciones que en los macrofestivales cada asistente puede ser responsable de la emisión de al menos 25 kilogramos de dióxido de carbono.
Las cifras del sector apuntan que los diez macrofestivales más importantes emiten hasta 62,5 millones de kilos de CO₂. Para establecer un orden de magnitud, en España, un solo festival –el barcelonés Primavera Sound– concentró el año pasado a más de medio millón de personas. Hagan cálculos.
Es precisamente la preocupación por la huella medioambiental lo que ha llevado a los promotores, patrocinadores y artistas que participan en estos festivales a buscar soluciones que permitan reducir y/o compensar las emisiones en un mundo cada vez más preocupado por la sostenibilidad y, de paso, alinearse con la preocupación medioambiental que expresan en mayor medida las generaciones más jóvenes.
Los eventos musicales, a los que asisten alrededor de siete millones de personas al año, han empezado a abrazar el compromiso medioambiental como una cuestión estratégica. Al mismo tiempo, muchos espectadores e incluso artistas musicales como Radiohead, Coldplay o los nacionales Niños Mutantes reclaman medidas medioambientales o compensan la huella de sus desplazamientos y actuaciones.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente define un evento sostenible como "aquel diseñado, organizado y desarrollado de manera que se minimicen los potenciales impactos negativos ambientales y que deje un legado beneficioso para la comunidad anfitriona y todos los involucrados". El festival francés Le Crussol fue pionero en este tipo de iniciativas, cuando inició su actividad en 2017 bajo una consideración eco-ciudadana en el valle del Ródano. Desde entonces han surgido diversas iniciativas para asegurar una reducción de la huella ecológica y sellos que certifican que las celebraciones no dañan al medioambiente.
En España, diversos eventos de este tipo cuentan con certificados de sostenibilidad y desde hace años han emprendido acciones tan básicas como racionalizar el uso de plásticos, priorizar un menor y más sostenible consumo energético, contener el uso de los recursos, ofrecer agua potable sin coste o recoger selectivamente los residuos. Pero también han aprovechado el tirón de estos eventos para conectar con las causas locales y sensibilizar al público con acciones que van desde la facilitación del acceso en transporte público a actividades y contribuciones paralelas a la música en defensa de los mares, la igualdad, la educación o la inclusión.
El Rototom, que actualmente se celebra en Benicàssim fue el primer festival español en obtener un certificado de emisiones, con diversas acciones para la sostenibilidad que van desde la limpieza de playas al alquiler de bicicletas entre los asistentes. El gallego Sinsal SON que se celebra en las Rias Baixas propone un espectáculo con implicación de la comunidad y publica cada año una extensa memoria de sostenibilidad. Sonidos Líquidos, en el paisaje volcánico de Lanzarote, cierra incluso las carreteras de acceso y ofrece servicios de transporte verde hasta el recinto a los asistentes, artistas y empleados.
Marenostrum Fuengirola: una multipropuesta para alcanzar las cero emisiones
Una de estas iniciativas es el ciclo de conciertos Marenostrum Fuengirola, que estos días celebra su séptima edición en la localidad malagueña tras contabilizar más de 188.000 asistentes en 2022. Repsol se ha sumado a los patrocinadores del festival como partner en sostenibilidad con diversas acciones que pretenden ayudar a la organización a conseguir el ambicioso objetivo de reducir a cero las emisiones netas de CO₂. Gracias a una experiencia piloto del año pasado, este movimiento ya les valió para ser finalista al premio "The Green Operations Award", en los European Festival Awards.
En un recinto único en Europa catalogado como Bien de Interés Cultural por sus restos arqueológicos fenicios, la multinacional ha instalado tres cubos solares que generarán la energía necesaria para alimentar con electricidad 100% renovable las zonas de camerinos, oficinas y pantallas digitales del festival.
Su apuesta de la organización y el gobierno municipal incluye la promoción de transporte sostenible impulsando el uso de combustibles renovables en vehículos de flotas y concesiones municipales y un hub de recarga para vehículos eléctricos. Además, fomentará la creación de comunidades solares en las inmediaciones del recinto y medirá el impacto medioambiental del festival para la posterior promoción del "Bosque Marenostrum Fuengirola" que compense las emisiones generadas durante el mismo.
La organización facilitará también la gestión de los aceites que se utilicen en los restaurantes o "foodtrucks", instalando puntos de recogida y formando al personal de Marenostrum Fuengirola. Al finalizar el ciclo de conciertos convertirá el residuo resultante en combustible renovable.
Además, dada la buena acogida del proyecto piloto que se realizó en el 2022 con el generador híbrido de energía alimentado por gasóleo y gas licuado de petróleo (GLP), para esta edición se contará con dos generadores duales. Uno en la zona de los foodtrucks y otro en la zona del escenario, que aportan medidas de eficiencia energética con una reducción sustancial del coste energético y las emisiones. El cambio de mentalidad ha llegado para quedarse. Disfrutemos del espectáculo sin malgastar nuestra energía.
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