Gastronomía

El whisky más antiguo del mundo no es irlandés, es este Yamazaki 55

Shinjiro Torii, empresario japonés y aficionado al whisky es el artífice de las botellas que hoy se venden por 60.000 dólares.

Yamazaki 55
Yamazaki 55House of SuntoryHouse of Suntory

Yamazaki 55 es una mezcla de tres excepcionales y singulares maltas que comenzó en 1960 y que ha pasado por las manos de tres maestros mezcladores. El recorrido hasta nuestros días es el resultado de un licor excepcional.

Primero fue el fundador de las destilerías Suntory, Shinjito Torii, quien aplicó todos sus conocimientos destilando la primera de las maltas en la década de los 60 para después envejecerla en barricas de roble mizunara. La segunda y tercera se destilaron en 1961 y 1964 por Keizo Saji y añejadas en roble blanco americano.

El nieto de Torii, Shinjiro Torii, junto a Shinji Fukuyo, fue quien completó el proceso el año pasado, en 2020, al seleccionar haciendo un recorrido retroactivo estos tres líquidos obtenidos varias décadas atrás por generaciones pasadas de la casa.

“A lo largo del proceso de mezcla de Yamazaki 55, usé como inspiración el paso del tiempo y wabi-sabi, la creencia japonesa de que las imperfecciones pueden ayudar a contribuir en última instancia a la perfección. Si bien a menudo veo otros whiskies extra añejos como arte, considero que Yamazaki 55 se parece más a una estatua budista: tranquilo y misterioso, que requiere tiempo para disfrutar verdaderamente de la belleza interior”, expresa Fukuyo,

Yamazaki 55
Yamazaki 55House of SuntoryHouse of Suntory

La ecuación ha dado lugar a un whisky histórico del que inicialmente solo se produjeron 100 botellas de venta exclusiva en Japón por 27.000 dólares. Ahora, otra remesa de 100 botellas se expande para que coleccionistas y aficionados de todo el mundo se puedan hacer con una. Por un precio bastante más elevado: 60.000 dólares.

El contenido se conserva en obras de arte. Botellas de cristal con el nombre de la casa grabado en caligrafía utilizando técnicas de pulido con chorro de arena, polvo de oro y laca real, tras las que se trasparenta el whisky de color ámbar vibrante. También está adornada con artesanías japonesas como el cordón trenzado Kyo-kumihimo de Kioto (sede de Suntory) de su apertura o el papel whasi que lo envuelve. La botella va perfectamente colocada en una caja de madera minzura japonesa recubierta con laca Suruga. Detalles que ensalzan su grandeza.

Degustarlo supone experimentar varias sensaciones. En un primer sorbo un golpe suave se va transformando en notas de frutas tropicales de mango casi maduro, ralladura de naranja y jengibre. En unos instantes se aprecia la nuez algo amarga con notas de madera ahumadas que llevan a un final dulce y duradero.

La casa Suntory recomienda beberla en una copa de Borgoña para disfrutar de toda la amplitud y profundidad, (y sin una gota de agua).