Lotería de navidad

El Gordo

El sorteo de la Lotería de Navidad más amargo de la otra “Doña Manolita”

A sus 83 años, esta incombustible abuela asegura que hará guardia en la puerta del Teatro Real pese a la prohibición de asistencia de público por protocolo Covid . “Estoy muy triste y desilusionada, lo que me quede de vida quiero disfrutarla y ver el sorteo en directo es mi mayor ilusión”, dice a LA RAZÓN

Manoli Sevilla es una institución el día del sorteo de la Lotería de Navidad. Siempre era la primera en llegar al Teatro Real para seguir en directo los premios, pero este año nos confiesa sentirse “muy triste y desilusionada” por no poder acceder al recinto, que para ella era ya su segunda casa. A sus 83 años, esta madrileña del barrio de San Blas se resiste a la normativa que ha decretado el vacío total del patio de butacas del recinto por motivo de la pandemia.

“De todas formas voy a ver si consigo algún enchufillo para que me dejen entrar. Iré unos días antes a merodear por allí por si hay suerte. Está complicado, pero no tiro la toalla”, dice a LA RAZÓN a las puertas del coliseo. Ha acudido vestida con sus mejores galas fiesteras: una capa roja tipo monaguillo adornada con copos de nieve y un Papá Noel, además de un gorro en forma de árbol de Navidad donde no faltan bolas de todos los colores. Este año, por obligación, ha sumado a su peculiar “outfit” la mascarilla de rigor.

“Lo estoy llevando fatal y estoy muy mosqueada. No entiendo por qué nos van a prohibir la entrada. Mira, yo tengo ya entradas para ir a ver al teatro a Los Morancos, que me encantan, y me pregunto: si me dejan ir a ver un espectáculo, ¿por qué no puedo ir al sorteo como todos los años? Comprendo que haya que tomar medidas de seguridad, que eso es lo primero, pero si reducen el aforo y dejan varios sitios libres entre unos y otros asistentes, la protección está asegurada. Es incomprensible lo que están haciendo con los que vivimos con tanta ilusión el sorteo en directo”, analiza la octogenaria.

Manoli, durante la entrevista con LA RAZÓN
Manoli, durante la entrevista con LA RAZÓN©Gonzalo Pérez MataLa Razón

Ella sabe moverse bien entre sus amistades loteras, de hecho, lleva ya semanas llamando a unos y a otros para conseguir una plaza. Lleva casi una década siendo la primera en poner un pie en el Real el día de la Lotería, “salvo hace un par de años que se me colaron”, dice molesta. Toda una odisea porque no es sencillo conseguir tan preciado puesto.

“Lo que yo siempre hacía es dormir en la calle uno o dos días, en función de cómo caiga el día 22 de diciembre. Este año, por ejemplo, hubiera sido muy complicado, porque como cae en martes la gente de fuera viene el fin de semana y ya se pone a hacer cola, así que hubiera tocado estar de guardia desde el sábado. De todas formas, yo el fin de semana estaré por aquí, nunca se sabe lo que puede pasar. Para mí no es un problema dormir a la intemperie, he estado hasta tres días allí para conseguir ser la primera”, aclara.

Este año: de campana o estrella fugaz

Por si fuera poco, la hija de Manoli, que se llama igual que ella, ya le había preparado “dos modelitos” para este año: “Un sorteo sin disfraz no tiene sentido. Esto es una fiesta y siempre he ido vestida de algo, salvo el primer año que no sabía bien cómo era aquello. He ido de bruja, de duende, de ranita, de hada madrina, de bombo, de árbol de navidad…” ¿Y no nos puede desvelar cuales eran sus propuestas para esta ocasión? “Pues tengo dos opciones: de campana o de estrella fugaz. Además, ya tenía pensado el del año que viene que iba a ser del tablero donde se ponen las bolitas cuando salen del bombo, aunque todavía queda mucho para entonces y, si sigo viva, quizá haya cambiado de idea”.

Para ella, este 2020 tendrá lugar “el sorteo más triste de la historia de España, no tiene ningún aliciente verlo por televisión, sin gente. Lo veremos mi hija y yo juntas porque como además no se puede reunir a personas en casa, me tendré que conformar con lo que hay, pero echaré de menos ese jaleillo y buen ambiente que siempre se crea en el Real”. Tanto es así, que ha hecho buenos amigos en estos años de largas noches de espera. “Yo voy sola siempre. Voy bien abrigada, con mi silla, un sándwich y punto. No doy guerra a nadie, soy como un inspector de policía, quieta y vigilando que nadie se me cuele, porque hay mucha gente que trata de quitarte el sitio. También doy alguna cabezadita, pero no mucho, porque las otras personas que también hacen cola suelen ser muy agradables y cuentan cosas divertidas y así el tiempo pasa más rápido”, puntualiza.

“Al bicho lo mando a Filipinas”

El grupito de adictos al sorteo tiene también su propio grupo de WhatsApp a través del cual se comunican para organizarse. Este año, los mensajes llueven por segundos ante la incertidumbre de todos sobre lo que harán el día 22. Ella reconoce que no ha tenido enfrentamientos con ninguno, aunque siempre hay quien intenta colarse y eso a ella no le gusta. Ante todo, deportividad: “Una vez me echaron la bronca porque decían que había estado reservando la plaza a dos sobrinas. Qué tontería, si yo aguanto toda la noche haciendo cola podré entrar con quien me dé la gana. Lo que hago es ignorarles y punto y aparte. Que aquí venimos a pasarlo bien no a discutir”.

Entre sus incondicionales están “Jesús el de Santander al que quiero enviar desde aquí muchísimos besos y abrazos. También me gustaría decir a Pablo, Álvaro y Fonsín, que el próximo rally que hagáis se va a llamar el rally de manolita la de la lotería”. Y por supuesto su hija pequeña que es la que va al alba a vestirla para la ocasión. Y no solo eso, sino que Manoli junior es la que toma las medidas de su madre y cose cada una de las creaciones. “Me da mucho la brasa”, dice ésta con humor y ante la sonrisa de la matriarca que responde: “Si es que tengo dos hijas que son geniales y me ayudan en todo”.

Aunque su debilidad ahora son sus dos bisnietas, la pequeña, Candela, vino al mundo en noviembre y uno de los décimos que lleva Manoli en su cartera corresponde con la fecha de su nacimiento: 18110, “o sea 18 de noviembre”, matiza para que no haya dudas. La “abuela de la lotería” como ya la conocen casi todos, este año juega unos 35 décimos, “aunque nunca me ha tocado nada más allá del reintegro, como sea éste el afortunado no sé lo que haré, soy capaz de hacer una voltereta y todo. Solo falta que el primer año que me toque sea el que no pueda verlo en directo”, bromea.

Pese a su avanzada edad, está hecha un roble y asegura no tener miedo a la Covid. “Le tengo respeto, pero no me puede paralizar, no quiero dejar de hacer cosas. Por eso tengo precaución, pero no me quedo en casa quieta. Soy prudente, divertida y sé comportarme”. Dice que sale todos los días con sus amigas y no falta a “mi San Judas todos los miércoles y los viernes: “Ayer mismo estuve comiendo con dos amigas, mira si tienes que coger el bicho lo cogerás, pero yo tengo claro que como intente venir a mi le doy una patada que lo mando a Filipinas. Mis hijas dicen que salga poco de casa, pero yo mientras pueda seguiré haciendo mis rutinas. Yo ya he disfrutado de mi vida y mientras pueda voy a seguir haciéndolo sin hacer daño a nadie. Me apuntaré siempre a un bombardeo como he hecho siempre”. Tras posar para el cámara de LA RAZÓN, Manoli recoge su “performance” y avisa: “Aquí estaré el martes caiga quien caiga. Oye, que tengáis mucha suerte y a ver si nos toca”, desea la “abuela lotera”.

Juan López, "el obispo" de la Lotería
Juan López, "el obispo" de la LoteríaLa Razón

Sin hostias en el Real

Otro de los fieles al sorteo del día 22 es “el obispo”, que bajo la mitra esconde al hostelero leonés Juan López. “Esta cita no la perdono por nada del mundo. Como ’'obispo’' aunque no nos dejen entrar, sí que me quedare en la misma puerta para desear suerte a todos, pese a tener una pena tremenda”, desvela en conversación telefónica con LA RAZÓN. Él ya tiene planificado su viaje a Madrid. Llegará el domingo por la mañana a la capital, el lunes aprovechará para ir al dentista y ha reservado dos noches de hotel, “ya que con esto del coronavirus y el toque de queda, no podemos hacer guardia a las puertas del Teatro Real”. Para él ésta es una tradición que no puede dejar de celebrar: “Además estaré en la puerta siguiendo como pueda el sorteo y bendiciendo a la gente. Este año llevaré un paquete de hostias por si alguien quiere comulgar”.