Teatro

El dilema sobre el derecho o no a elegir el momento de morir

Matadero estrena «Siempreviva», basada en «Sangre de amor engañado» de Don DeLillo, en versión y dirección de Salva Bolta

Siempreviva. El dilema sobre el derecho o no a elegir el momento de morir
Siempreviva. El dilema sobre el derecho o no a elegir el momento de morirSiempreviva

La eutanasia, del griego y latín «euthanasia», «buena muerte» o muerte asistida, es siempre un asunto delicado que a pocos deja indiferente. Suele generar debate social, generalmente radicalizado, como acabamos de comprobar con su reciente discusión y aprobación en nuestra legislación. El escritor norteamericano Don DeLillo (1936), lo trató en «Love lies bleeding» (Sangre de amor engañado), que ahora se estrena en las Naves del Español en Matadero, traducida como «Siempreviva», en versión y dirección de Salva Bolta. En ella, los personajes confluyen alrededor del lecho de Alex Macklin, un artista de éxito que a los 70 años se encuentra en estado vegetal permanente y la familia afronta el dilema de decidir su destino: Lia, su joven esposa, su ex esposa Toinette y su hijo Sean, que manejan posturas y opiniones encontradas.

Para Bolta, la muerte sigue siendo un tema tabú en la sociedad occidental, «pero está ahí y no podemos apartar la mirada de ella porque, en definitiva, es el sentido último de la vida y también lo que la completa. La fealdad, la muerte, el dolor…parecen cosas excluidas de los arquetipos de la sociedad moderna, que potencia más la belleza y la juventud, pero la muerte forma parte de la propia vida y hay que estar preparado», afirma. La eutanasia suscita siempre un debate moral porque, «como en tantas otras cosas, no caben más que posiciones binarias, o sí o no, o se condena o se abraza», asegura. La línea que lo divide es muy delicada y, dependiendo desde donde se mire, ética, religiosa, política, social o emocionalmente, hay muchos lugares para trazarla».

Por otro lado, la experiencia personal de cada uno marca también su posicionamiento, «personas que teóricamente están totalmente en contra, pero ante una situación vital con un ser querido al que ve sufrir sin remedio, igual cambian de opinión, y de eso exactamente trata esta función», afirma el director, «podemos debatir socialmente, si se tiene derecho o no a elegir la manera y el momento de morir, sobre si la libertad y los derechos deben de contemplar esta posibilidad o no, hay pelea a favor y en contra de que se legisle, pero la realidad de todo esto es que sucede en personas concretas y en lugares concretos y que afecta al entorno más cercano, a esas personas que los cuidan, que los quieren y, ahí, en ese lugar, las cosas no son tan sencillas», asegura.

Pero «Siempreviva» no va de eutanasia si o eutanasia no, «es una aproximación a ese lugar donde están debatiendo esto personas que aman a quien, tras sufrir un shock cerebral está en estado vegetal permanente», explica Bolta. «Y ambas posiciones están defendidas con la misma intensidad, el mismo derecho y los mismos argumentos emocionales, desde un lugar y otro, te das cuenta de que podrías dar la razón o quitársela a cualquiera de los dos porque es todo muy delicado», prosigue el director para añadir después: «Lo que a mí me interesó de esta función es que de ninguna manera pretende tomar partido por ninguna de las dos posiciones, es mucho más incómodo que eso, sería más fácil decantarse hacia un lugar u otro de la balanza, pero lo delicado es aproximarse y ver que, en los lugares de fricción, las cosas no son tan sencillas y es importante no salvar ni condenar a nadie. Son situaciones que merecen todo el respeto y cada uno debe sacar su conclusión». Por útimo, Salva Bolta finaliza diciendo: «Me gusta el teatro que conecta con nuestras vidas, el que nos identifica de inmediato con los personajes en sus conflictos, sus dudas, su lucha y su ánimo, que sea ese espejo donde nos podamos mirar».