Policía Municipal

Así se está extinguiendo el «top manta» en Madrid

Su presencia se ha reducido este 2021 casi un 70% respecto a los tiempos de Carmena

Paseamos por el kilómetro cero y alrededores. Puerta del Sol, Preciados, Carmen, Callao, Gran Vía... Vemos más obras de lo habitual, con varios trabajos en marcha; comprobamos que hay menos gente, tal y como ocurre en este Madrid que ya acaricia el estatus de post-pandémico... Sin embargo, tardamos en percatarnos de que falta algo que, no hace mucho tiempo, era parte del escenario. El distrito Centro siempre ha sido el epicentro del «top manta». Y no solo es que exista una percepción ciudadana sobre la ausencia de «manteros». Es que, efectivamente, ya no están allí. Y precisamente por eso, el número de sanciones por parte de la Policía Municipal ha decrecido considerablemente.

Muchos delitos desaparecieron del mapa capitalino durante los meses más restrictivos de la pandemia... para acabar regresando. Y, además, con fuerza. El mejor y más visible ejemplo es del «botellón», que ha obligado al Ayuntamiento a desplegar dispositivos especiales desde que finalizó el estado de alarma. Sin embargo, hay otras actividades ilícitas que, antes de la pandemia, ya estaban seriamente tocadas. Y la política de confinamiento, unida al estrecho cerco policial al que han sido sometidas, están cerca de extinguirlas. Entre ellas, la venta ambulante ilegal.

Para hacerse una idea de su disminución, basta con comparar los datos de 2021 hasta abril –último mes disponible– con el primer cuatrimestre de 2019. ¿Por qué no compararlos con los del año pasado? En primer lugar, porque las cifras de 2020, sobre todo en lo que respecta a los meses de marzo y abril, estuvieron condicionadas por el confinamiento domiciliario. De hecho, en ese mes de abril, apenas se registraron cuatro incidencias relativas a la venta ilegal.

De este modo, de las 912 sanciones que se impusieron solo en el distrito Centro en 2019, se ha pasado a las 278 en 2021. Prácticamente un 70% menos. Un dato, por cierto, extrapolable al conjunto de la capital: 2.143 hace dos años y 694 desde este enero a abril. Prácticamente un 68% menos.

Desde el Área de Seguridad y Emergencias que dirige Inmaculada Sanz subrayan a LA RAZÓN que este importante descenso no se debe a una laxitud por parte de la Policía Municipal. De hecho, durante las Navidades de 2019, se produjeron 2.200 actuaciones, un 69% más que en las fiestas de 2018, con Manuela Carmena al frente del Consistorio. Más bien, esa reducción es la consecuencia del compromiso electoral, asumido por el actual equipo de Gobierno, en su lucha contra el fenómeno del «top manta».

Dicho de otro modo, si se está multando menos, se debe a que la presencia en la calle de los «manteros» es mucho menor. Prueba de ello es que parecen haberse trasladado a otros distritos en los que las sanciones no han descendido. Después de Centro, Arganzuela es la zona más intensa en este sentido. Y prácticamente, las actuaciones en 2021 no se han reducido respecto a 2019: en torno a un centenar en cuatro meses. Algo similar ha ocurrido en otros distritos como Carabanchel y Latina, en el que el número de intervenciones sigue siendo alta.

Así, la sensación que reina en las calles es la de que, ahora sí, estamos ante un delito que se persigue. «Al inicio del mandato, este equipo de Gobierno se fijó como un objetivo de la Policía Municipal la lucha contra las mafias que se lucran con la venta ambulante ilegal, suministrando material y productos falsificados a personas explotadas», recuerda a este diario Inmaculada Sanz, también portavoz del Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida.

De hecho, desde su Área señalan que, hace justo dos años, con la llegada de PP y Cs a Cibeles, se puso en marcha un Plan de Acción Preferente sobre la venta ambulante ilegal en Centro. Y lo más importante: se aprobó una Instrucción para llevarlo a cabo con pautas de actuación claras para los agentes, dado que está prohibida la venta ambulante salvo lugares y espacios autorizados.

De hecho, desde al actual Consistorio consideran que, el principal motivo por el cual el «top manta» está retrocediendo, se debe a la eliminación de una instrucción ambigua, introducida por el anterior Gobierno de Carmena, por la cual los agentes debían abstenerse de actuar en caso de que se pudiera producir una alteración del orden público. Aquella orden provocaba confusión entre la Policía Municipal y, en más de una ocasión, dificultaba su incursión. Al Ayuntamiento no le tembló el pulso: así se querían borrar de un plumazo situaciones de ocupación de la vía pública que dificultan el tránsito peatonal, así como la competencia desleal y el perjuicio económico para los comerciantes «que crean empleo y pagan sus impuestos», afirmó entonces Martínez-Almeida.

A por las mafias

Por otro lado, el objetivo de la Policía Municipal no era solo la venta ilegal: también la producción. Varias operaciones, a finales de 2019, dejaron muy tocadas a las mafias de origen senegalés que están detrás de estos delitos. Grupos criminales que se aprovechan de la situación irregular de muchas personas que huyen de la pobreza y el hambre. Varias intervenciones tuvieron su epicentro en el barrio de Lavapiés. En julio de 2019, se incautaron más de mil prendas falsificadas de equipos de fútbol; ya en octubre, otras tres operaciones, en colaboración con la Policía Nacional, se saldaron con cinco detenidos y más de 8.000 artículos falsos. En este caso, los agentes averiguaron que parte de aquel material se encontraba en un almacén aparentemente cerrado, a cargo de tres ciudadanos magrebíes, y cuyo precio en el mercado ilegal podía ascender a los 15.000 euros.

Posteriormente, las operaciones han continuado. Según fuentes consistoriales, a finales de 2020 se produjeron dos nuevos «golpes» policiales en los que se incautaron varios miles de productos falsificados. Ya en febrero de 2021, se impulsó una nueva operación que se saldó con cerca de un millar de artículos decomisados por los agentes.

Todo este estrecho cerco policial, sumado a la mayor presencia policial en las calles debido al estado de alarma y el consiguiente cumplimiento de las normas sanitarias, ha provocado que el fenómeno no solo haya dejado de ser masivo, sino que comience a ser casi marginal.