Modernidad

El Pirulí que nos trajo “Naranjito” gracias a la tecnología del “tentetieso”

La icónica torre de telecomunicaciones de la M-30 encara ya sus 40 años de vida

Vista del icónico Pirulí y las Cuatro Torres en Madrid
Vista del icónico Pirulí y las Cuatro Torres en MadridBallesterosEFE

Las comparaciones son odiosas. Y sin embargo, tienen un punto educativo innegable. En París, allá por 1889, se construyó la Torre Eiffel para una Exposición Universal. En su momento generó grandes controversias. Muchas la veían como un monstruo de hierro que rompía perspectivas y alteraba el mar de edificios de piedra que la rodeaban. Hoy en día -en realidad, hace mucho tiempo ya-, no se concibe el horizonte de la capital de Francia sin ella. Salvando las distancias y las utilidades de una y otro, el Pirulí madrileño no contó, en sus inicios con los favores de todos. Y eso que la sociedad española, por más que se diga, es mucho más permeable a los cambios que la gala, más academicista.

El Pirulí, en construcción
El Pirulí, en construcciónRTVE

El fútbol tuvo la culpa dirían algunos. La emblemática torre de telecomunicaciones se creó para dar cobertura de televisión al Mundial de Fútbol del que era mascota “Naranjito”, allá por 1982. Algo similar también a lo que ocurrió con la Torre Collserola inaugurada con motivo de las Olimpiadas de 1992 en Barcelona. El mundial iba a retransmitirse desde allí, en ese pequeño espacio al lado de la M-30, así que las obras corrían algo de prisa. A ritmo de cuatro metros diarios se construyó el fuste de hormigón que la sostiene en poco más de 45 días, y la obra completa en menos de 12 meses. El arquitecto Emilio Fernández Martínez de Velasco fue el encargado de supervisar la obra que utilizaba también una tecnología puntera para Europa: el tentetieso, lo que significa que el propio peso de la torre sostiene la torre. Así, sobre el fuste de 120 metros aparece el volumen del centro de control que se compone de cuatro plantas, cerradas con paneles de acero. Por encima se elevan otras cuatro plataformas para antenas y, finalmente, una antena de 45 metros. El acceso a las zonas superiores de la torre, solo permitido al personal que trabaja en ellas, se realiza mediante un ascensor instalado en el interior del fuste. La escalera tiene 1208 peldaños. En concreto, Torrespaña tiene una altura de 220 metros (232 metros con la antena de comunicaciones).

Para los entusiastas de las vistas y las fotos hay que recordar que Torrespaña no se concibió con la posibilidad de ser un atractivo mirador turístico: sus instalaciones sólo sirven como instrumento para las telecomunicaciones.

Un momento de los trabajos en el Pirulí
Un momento de los trabajos en el PirulíRTVE

Construida como si fuera una gran chimenea industrial,su estructura ha ido creciendo durante estos últimos casi cuarenta años: de estar prácticamente vacía, Torrespaña ha pasado a ser un nido de aparatajes que lanzan sus ondas al cielo de Madrid. Y es que, desde el Pirulí ya no sólo transmite RTVE. Emiten más de cuarenta canales de televisión, más de veinte emisoras de radio, analógica y digital.

Un referente tecnológico y constructivo en España que, sin embargo, y aunque sorprenda a los madrileños, también se ha convertido en reclamo turístico para los visitantes, poco familiarizado con su silueta. Una referencia también de modernidad para un país que en los años ochenta pugnaba por abrirse al mundo.