Gastronomía
El Boquerón, la meca de las tabernas en Madrid
Dos claves a tener en cuenta en el establecimiento: calidad y precio. El dueño sentencia cada día qué cigalas y angulas de lomo negro entran
Esta auténtica y mayúscula taberna, es una de las muestras de que el barrio de Lavapiés sigue estando vivo y fiel a su historia. Icono del casticismo madrileño, la manolería, los majos y los chulapos, es la esencia de Madrid, con una población propia y otra advenediza siempre bien recibida. Una villa que recoge a todos los que, buscando fortuna, espabilan su ingenio y perspicacia, y despiertan su gato para encontrar las trastiendas de pura lujuria.
El Boquerón. Dónde Valencia, 14
Esta meca de las tabernas, que no ha dejado de serlo desde el Siglo XIX, está regentada hoy por Pedro Andrés Simón, que ya desde la pila bautismal estaba predestinado a guardar las llaves del paraíso. Junto a él, su mujer y su hijo Daniel, que admite alegremente que todos llamen pedrito. Sus tres hermanos se han ido jubilando, así que hoy echa de menos defender al gran equipo de futbol de la ciudad, frente a ese otro que, desde la zona norte, no sabemos por qué cautivó a sus congéneres.
Cualquiera que quiera emplearse en este negocio de la gastronomía debería pasar por esta escuela de gestión, devoción y selección de un género soberbiamente elegido, de lo previamente escogido. 58 años lleva Pedro dedicado, sumando sabiduría tabernaria y agudizando aún más el morro, que es lo que le permite sentenciar cada mañana que cigalas entran y cuáles no, qué angulas tienen el lomo negro y las que no, qué merluzas son aptas para su especial receta al vapor y cuáles no. Estudia cada ostra gallega y camarón desde la perspectiva de un buen comedor, porque como dice él «el secreto para dar bien de comer es que a ti mismo te guste comer bien». Además, añade: «Que no se te vaya la cabeza queriendo ganar más de la cuenta». Dos claves, calidad y precio, que domina con la naturalidad de quien con 14 años empezó a trabajar en esta sencilla barra de metal y que peló tantos boquerones que decidió titular así el comienzo de toda una vida regalando momentos cumbre a todos los que valoramos una excelente comida como Génesis de una tertulia de temas tan profundos como la gastro política, o el futbol.
Y es que por aquí han pasado grandes ratos y se han enamorado muchos futbolistas como Lopetegui que, con su genética donostiarra de buen comedor, siempre arrastraba al resto de la plantilla para animarlos en los momentos más necesarios. También éste ha sido el lugar de celebración de las subastas de verdad. Aquí se han adjudicado grandes negocios, a puerta cerrada y con la implicación de «los pobres de pueblo, que van siempre a las tabernas pequeñas». Me lo cuenta «Dominguín», al único al que todavía hoy le ponen mantel en la mesa, que recuerda que cuando se hacía con su objetivo, pagaba la cuenta de todo el género que quedase disponible a esas horas en el boquerón. La generosidad del triunfador permanente, que siempre parece que no sabe.
Y es que aquí, interviene N.N «la propiedad privada es sagrada». La tertulia continúa, porque llegan tantas angulas juntas, que no hay miedo a no probar y saciar esa ansia de disfrute sobrehumano que nos acerca a la obscenidad. En sartén, relegando a la tradicional cazuela de barro, siempre por un bien superior.
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