Escultura

Juana de Castilla ya reina en El Retiro

La escultura, obra de Iria Groba, ya ocupa el altar vacío en el Paseo de las Estatuas

Juana de Castilla luce ya en su pedestal en el Paseo de Argentina del Real Parque de El Retiro
Juana de Castilla luce ya en su pedestal en el Paseo de Argentina del Real Parque de El RetiroCipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Después de casi once meses desde su anuncio, el Ayuntamiento de Madrid ha cumplido con el homenaje prometido. El Paseo de la Argentina, también conocido como el Paseo de las Estatuas, ha ocupado -por fin- su pedestal vacío. Concretamente, cuenta con una nueva inquilina y no es otra que Juana de Castilla. Madre de Carlos I, conocida como «la loca», apartada y encerrada en Tordesillas, el Consistorio ha querido homenajearla con una escultura en el Parque del Buen Retiro, con motivo de los cinco siglos que se cumplen de la Batalla de Villalar.

Más de 500 años han pasado -501 se cumplirán el próximo 23 de abril-, desde aquella contienda que supuso el golpe de gracia, casi definitivo, de Carlos I contra el movimiento comunero castellano, un levantamiento contra un rey al que por entonces miraban con recelo por su origen extranjero. Y dónde sus cabecillas fueron derrotados y muchos de ellos ejecutados. Por ser una de sus musas y a la cual los comuneros querían aupar como reina legítima, desde hoy luce en su propio altar. «Destacando por su blancura, luce ya la nueva estatua de Juana de Castilla», han señalado desde el Parque, que considera «muy importante que se cuide y se amplíe el patrimonio histórico-artístico del parque».

A este paseo se accede a través de la Puerta de España, por la calle de Alfonso XII. Está flanqueado a cada uno de los lados por 94 estatuas de los reyes de España, que fueron ordenadas hacer por el Rey Fernando VI y que realizaron diferentes escultores bajo la dirección de Domenico Olivieri y Felipe de Castro. Esta última ha sido obra de Iria Groba. Su función era la de adornar la cornisa del Palacio Real pero se dice que la Reina Isabel de Farnesio tuvo pesadillas con dichas estatuas, por eso no fueron colocadas en la cornisa del palacio sino que se repartieron por la Plaza de Oriente, el Paseo de la Argentina del Retiro y los Jardines de Sabatini.