Solidaridad

El joven madrileño que lucha porque no haya personas sin hogar

Con solo 24 años, Javier Cascón acaba de comprar un piso donde vivirán dos mujeres en riesgo de exclusión

Entrevista a Javier Cascos fundador de Amaqtedu, que acoge en un piso comprado a personas sin hogar.
Entrevista a Javier Cascos fundador de Amaqtedu, que acoge en un piso comprado a personas sin hogar.Jesús G. FeriaLa Razon

Dicen que sólo con pequeñas acciones se logrará cambiar el mundo. Y son estas pequeñas cosas las que consiguieron un día captar la atención de Javier Cascón. Este joven madrileño de 24 años dice que “es lo único que me importa”. Desde que era solo un niño, con 13 años, ya colaboraba con un grupo de amigos en comedores sociales y fue entonces cuando empezó a ser consciente de que su realidad no era la que muchos vivían. Para lograr cambiarlo hacía falta algo más. “Vimos que con esto no cambiábamos nada. Estábamos allí una hora pero después volvíamos a nuestras casas con todas las comodidades mientras ellos seguían durmiendo en la calle”, confiesa este joven a LA RAZÓN.

Ya en la universidad, ese gran sentido de solidaridad pudo verse materializado a través de AMAQTEDU un proyecto que decidieron bautizar así por la célebre frase de la Madre Teresa de Calcuta: “Amar hasta que duela”. Una referencia para este grupo de veinte universitarios que lo traducen en su día a día a base de involucración, tiempo y ganas. Una iniciativa que surge en la Universidad de Alcalá y en el que personas sin hogar crean obras de artes que después venden y cuyos beneficios destinan a cursos de formación para darles una salida profesional. Desde hace dos años, cuentan con el respaldo de la Fundación Lázaro que desde su nacimiento en Francia en 2006 trabaja en siete países diferentes, entre ellos España, donde dan cobijo a personas sin hogar y que ahora disfrutan de este proyecto del que ya se han beneficiado cerca de 600 personas.

Desde entonces, Cascón trabaja para la Fundación pero llegó un momento en el sintió que la situación era insostenible. “Recibía demasiadas llamadas solicitando un sitio para dormir. Por desgracia nunca hay plazas disponibles, tenemos listas de esperas de casi años… y lo único que se me ocurrió fue intentarlo por mi cuenta”, asegura. Después de dos años rondando por su cabeza la idea de comprar una casa dónde poder acoger, al menos, a dos personas, comenzó como él define la “aventura” de encontrar un piso en Madrid por debajo de los cien mil euros. Una extensa búsqueda que en algún momento llegaron a dar por imposible: “Incluso buscamos en pueblos en las afueras, de la España vaciada… y aunque ahí podríamos haber encontrado algo más barato, no podíamos dejar de lado que las personas que estén en el piso tengan facilidades para encontrar trabajo”. Finalmente, después de llamar a muchas puertas, dieron con un bajo exterior, de treinta metros cuadrados en el barrio de Pinar de Chamartín.

Además de estudiar un doble grado de Magisterio y Humanidades y un máster de cooperación internacional, para llegar a él Cascón ha sido celador de hospital, monitor de campamentos, camarero en un restaurante y cuidador de ancianos, entre otros trabajos. “Iba aceptando todos lo que me iba saliendo y que podía compaginar con mi trabajo en la Fundación Lázaro y mis estudios”, confiesa. Pero aunque sus ahorros iban creciendo a buen ritmo, trabajar trece horas diarias no le permitía hacer mucho más. Fue hace un año cuando pensó en escribir un libro sencillo con el que poder ganar algo más de dinero: “Amen sin tilde”. “No nos esperábamos la respuesta que hemos tenido, ha sido una locura, nos han contactado de tres continentes diferentes. Ya hemos vendido cerca de 700 libros y gracias a él hemos recibido también donaciones importantes”, asegura.

En estos momento cuenta con 39.000 euros de los 50.000 que debe pagar antes de que acabe el año y con los que sólo le quedarían otros 25.000 que deberá pagar en 2023. Allí descansan ya las maletas de sus dos nuevas inquilinas, una madre y una hija de origen marroquí, que se encontraban en un piso compartido solo con hombres y en una situación crítica. “Para eso estamos en esta vida. En unos años sé que no tendré el tiempo ni las posibilidades que tengo ahora, hay que empezar cuanto antes y si puedo ahorrarles unos años de calle o de situaciones complicadas mejor que mejor”, apunta.

En este piso en el barrio de Pinar de Chamartín vivirán dos mujeres en riesgo de exclusión
En este piso en el barrio de Pinar de Chamartín vivirán dos mujeres en riesgo de exclusiónJesús G. FeriaLa Razon

Con una pobreza acentuada a causa de la pandemia y la crisis económica que está atravesando el país, solo en la Comunidad de Madrid cerca de mil personas se encontraban viviendo en la calle a finales de 2021. “Es increíble que esto esté pasando en un país como España. Vivimos más preocupados por nuestro próximo destino de vacaciones que porque mi hermanos vivan en la calle. Y esto es jodido”, confiesa Cascón. Aunque es consciente de pertenecer a una generación más despreocupada en estos términos confía en que es mayor el número de personas buenas que malas. “Hay jóvenes flipantes y con proyectos increíbles, los he visto y los veo. El problema es que muchos no salen en los medios o en las redes, por desgracia ahí solo hay cabida para cosas espectaculares y no para lo escondido”, y prosigue, “hay muchos jóvenes que cuidan de ancianos, que están estudiando y trabajando para ayudar a sus familias o que están implicados en proyectos con los que ayudan a quienes más lo necesitan”.

Por esto, este joven trabaja para que se les conozca, para que cada vez sea más la gente implicada y les ayuden en esta lucha. También pide responsabilidad a las instituciones, a las que pide que el dinero se destine a “cosas adecuadas”. Para Cascón es vergonzoso las cantidades ingentes de dinero que se gastan en parafernalias y en cosas que no cubren necesidades de verdad, cuando lo prioritario es acompañamiento, familia, hogar formación y trabajo. “Hay dinero y recursos para todo el mundo y si distribuyéramos bien la riqueza y la formación hay hueco para todos”, pero eso ya, por desgracia se ha convertido en algo utópico.