
Gastronomía
El asador castellano recupera su sitio en Chamberí
Marmalé mantiene en su carta esa gastronomía castellana, aunque con un toque personal y en forma de homenaje

Inmersos en pleno otoño y con el encendido de las luces navideñas a tiro de piedra, llega una época en la que, sin saber cómo, uno acaba con tres cenas programadas la misma semana. Los amigos de siempre, los compañeros de trabajo, ese grupo del máster que insiste en verse antes de celebrar la Navidad… Vamos, que Madrid se convierte en un tablero donde las agendas se cruzan y los restaurantes ocupan sus mesas sin que quepa un solo alfiler. Y como siempre, antes de la Navidad oficial, hay una liturgia previa –más espontánea y menos protocolaria– que suele tener lugar alrededor de una mesa.
Son citas sin grandes brindis, pero cargadas con lo esencial: ganas de verse, de ponerse al día y, sobre todo, de comer bien. Porque al final, lo que de verdad se agradece no son los menús kilométricos, ni los banquetes con nombres impronunciables, sino esos ratos en los que uno se sienta a gusto con las personas que les rodea. Nada de formalidades ni de etiquetas: solo buena compañía, platos que reconfortan y un vino que se suma a la mesa como un invitado imprescindible redondeando el momento.
Hay lugares en la capital, dentro de su efervescencia gastronómica, que se convierten en el punto de encuentro perfecto porque saben combinar buena cocina, ambiente acogedor y ese equilibrio entre lo cuidado y lo natural. Marmalé es uno de ellos. Este restaurante ubicado en el barrio de Chamberí entiende que la gastronomía no va solo de platos bien ejecutados, sino de crear el espacio adecuado para compartir, conversar y disfrutar. Aquí manda el producto, el sabor y, sobre todo, la parrilla. Detrás de este proyecto está el joven Víctor Asenjo que en 2023 transformó el antiguo Gobolem en este asador moderno donde la tradición castellana se mezcla con la sensibilidad contemporánea.
Marmalé mantiene en su carta esa gastronomía castellana, aunque con un toque personal. Entre tanta cocina internacional y vanguardista en la capital, sobresale su cordero asado. Siguiendo esa línea de memoria y raíces, este restaurante ofrece durante estas últimas semanas del año un menú que bien recuerda a los asadores castellanos donde siempre se ha celebrado alrededor de una mesa. Para ello se ha buscado un compañero de viaje excelente, Bodegas Cepa21, que refuerza la idea y posiciona este espacio como uno de los lugares para juntarse con amigos, compañeros de trabajo y familia a lo largo de estas fechas.
El menú es un homenaje a la cocina castellana más reconocible, con elaboraciones pensadas para compartir y celebrar. Cada plato evoca esos sabores de siempre –potentes, honestos y reconfortantes– que conectan con la memoria gastronómica de la tierra. Desde los torreznos y la sopa castellana hasta el cordero asado o el tradicional ponche segoviano, pasando por el judión de La Granja con manita de cerdo y oreja, la propuesta recorre algunos de los iconos más emblemáticos de la región. Unos platos que maridan con el Cepa21 de José Moro, un vino elaborado a partir de la variedad tempranillo, que destaca por su frescura, elegancia y equilibrio entre la tradición y la innovación.
Y es que estos dos meses amenazan con convertirse en un maratón gastronómico en la capital, y por ello Marmalé y Cepa21 han logrado una apuesta que devuelve el protagonismo al ritual más sencillo y profundo: el de comer juntos, con gusto, recordando a aquellos menús de asador castellano.
Así que antes de que suene el primer villancico en bucle, antes del marisco de batalla y del roscón de compromiso, tómense un respiro. Vayan a Marmalé. Siéntense, compartan, celebren. Porque hay pocas cosas más navideñas –aunque no lo parezcan– que un buen cordero y un tempranillo con historia.
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