Reportaje

Las caras detrás de la investigación del cáncer en Madrid

Un informe de la Asociación Española Contra el Cáncer radiografía la situación de la región en esta materia

La Comunidad de Madrid sigue destacándose como un referente en investigación científica en España, especialmente en el campo del cáncer. Sin embargo, a pesar de ser líder en cuanto a producción de investigación y número de investigadores, la sostenibilidad de este ecosistema se enfrenta a retos que exigen atención urgente, como la falta de estabilidad laboral de los profesionales y la necesidad de fortalecer la transferencia tecnológica y la creación de empresas biotecnológicas. Estos son algunos de los hallazgos del informe Radiografía sobre el estado de la investigación en cáncer en la Comunidad de Madrid, presentado por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y su Fundación Científica. El documento, publicado hace sólo un par de semanas, analiza de forma exhaustiva la situación de la investigación oncológica en la región, poniendo de manifiesto tanto las fortalezas como las debilidades que enfrenta. A pesar de las dificultades, este revela un panorama de avances significativos, tanto en la cantidad de proyectos de investigación como en el número de ensayos clínicos activos, reflejando la capacidad investigadora y el potencial de Madrid para seguir siendo un pilar en el combate contra el cáncer.

La región se posiciona como verdadero centro neurálgico de la investigación oncológica en España, concentrando el 42% de los artículos científicos sobre cáncer publicados en el país entre 2019 y 2023. Entre los tumores más investigados se encuentran los de mama, pulmón y colorrectal, lo que refleja una alineación con las prioridades nacionales en este ámbito. Además, los hospitales madrileños son los principales actores en ensayos clínicos: participan en el 90% de los ensayos de cáncer en España, lo que les sitúa como los segundos en número de ensayos clínicos a nivel nacional.

Para Marta Puyol, Directora Científica de la Asociación Española contra el Cáncer, la ciudad cuenta con el «caldo de cultivo perfecto» gracias al importante número de investigadores, médicos, estudiantes y centros nacionales. «Lo que hemos visto es que hay poca comunicación entre ellos», explica a este periódico. Además, señala la falta de datos que hace difícil identificar la financiación que se hace en esta materia en la región. Otra de las principales dificultades a las que se enfrentan los investigadores es la temporalidad de los contratos, que afecta a su estabilidad laboral y puede desincentivar la atracción de talento. A pesar de contar con una de las mayores concentraciones de profesionales y recursos en el ámbito oncológico, la falta de continuidad en los proyectos y la inseguridad laboral podrían limitar el potencial de crecimiento a largo plazo de la investigación.

Otro reto señalado en el informe es la baja creación de empresas biotecnológicas en la Comunidad. A pesar de albergar el 17% de las empresas del sector en España, Madrid generó solo el 8% de las nuevas empresas biotecnológicas entre 2015 y 2023. Esto subraya la necesidad de una mayor inversión en el impulso de startups tecnológicas que puedan trasladar los avances científicos al ámbito comercial y, finalmente, al paciente. Pero el trabajo de la asociación no se ha centrado sólo en la creación de este informe, también han elaborado una hoja de ruta en la que trabajar a largo plazo. «Identificadas esas necesidades ahora es el momento de ver cómo podemos ayudar y crear acciones para ello. Estamos convencidos de que podemos apoyar a que los jóvenes se estabilicen, que vean Madrid como una carrera de investigación a largo plazo e informar, formar y acompañar a los investigadores para que puedan transferir esos resultados y mejorar la calidad de vida de los pacientes», añade Puyol.

La financiación, clave para el futuro

En cuanto a la financiación, la AECC destinó casi ocho millones de euros en 2023 a proyectos de investigación en cáncer, de los cuales 5,4 millones fueron asignados a nuevas convocatorias públicas nacionales. Este esfuerzo refleja el compromiso con el fomento de la investigación oncológica, pero el informe subraya la necesidad de una financiación más estable y a largo plazo, particularmente para los ensayos clínicos no comerciales. Para que Madrid continúe a la vanguardia en la lucha contra el cáncer, los expertos sugieren la creación de un plan estratégico de investigación en el que se apueste por la estabilidad de los investigadores y se refuerce la figura del médico investigador, esencial para acercar la investigación al paciente. El informe también resalta la necesidad de incrementar la colaboración entre los distintos actores del ecosistema científico, sanitario y empresarial, con un enfoque particular en la transferencia tecnológica y la creación de empresas derivadas de los avances investigativos.

Uno de los objetivos de este informe es fomentar una mayor equidad en la investigación en cáncer a nivel nacional. En este sentido, el documento propone una serie de acciones que podrían convertir a la Comunidad de Madrid en un modelo a seguir para otras regiones. Entre ellas se encuentran la implementación de un sistema de financiación más robusto y estable, el fortalecimiento de la figura del investigador principal y la promoción de iniciativas que faciliten la creación de nuevas empresas biotecnológicas.

El trabajo de Álvaro Somoza, Investigador Senior de IMDEA Nanociencia, se ve afectado de forma directa por esto. En este centro se dedican a todo lo relacionado con la nanociencia y su grupo en concreto, a todo lo relacionado con salud y especialmente con el cáncer. Su trabajo se centra en investigar contra el cáncer cutáneo y de páncreas. La nanociencia es una herramienta más que permite aportar una aproximación distinta a las técnicas tradicionales y abordar problemas que no se pueden resolver con los sistemas actuales –cirujía, quimio y radio-. «Afortunadamente se están desarrollando nuevos sistemas basados por ejemplo en la inmunoterapia y que están dando grandes resultados», explica Somoza.

Ahora mismo tienen en marcha varios proyectos, uno de ellos financiado por la AECC y del que forman parte junto a otras tres instituciones: la Universidad Autónoma de Madrid, el Hospital de La Princesa y el CNIO. «Estamos desarrollando una terapia basada en nano partículas de oro modificadas con microRNAS para activar el sistema inmune contra el melanoma cutáneo. Llevamos cerca de una década trabajando en sistemas basados en partículas de oro aplicadas a distintos tumores pero para avanzar más necesitamos unirnos en consorcios. La combinación de estos equipos es lo que nos permite avanzar, de forma independiente es imposible hacer tan rápido».

En este llevan trabajando cerca de una década y sólo se encuentra en una fase bastante preclínica. Para que uno de sus proyectos llegue a la clínica y pueda testarse en pacientes es necesario mucho tiempo e inversiones millonarias. «Uno de nuestros proyectos lo máximo que logramos fue probarlo en ocho pacientes, que puede parecer poco, pero es un hito como proyecto académico. Esto nos ha permitido valorar si es posible o no», y añade, «la pregunta de cuánto funciona un tratamiento experimental no se puede contestar, hemos podido testarlo sin ningún incidente grave en humanos. En un futuro, ya veremos».

El informe también destaca el testimonio de diferentes actores que se ven directamente beneficiados por los avances en la investigación oncológica. La AECC, remarca la importancia de seguir apoyando la investigación y la innovación para ofrecer nuevas esperanzas a los pacientes. Los avances científicos no solo abren nuevas puertas a la cura, sino que mejora la calidad de vida de quienes enfrentan esta enfermedad. Hace cuatro años, Evelyn Hernández descubrió que tenía cáncer de mama gracias a que se contagió de covid. El aumento de tamaño de una pequeña picadura que le había salido en el pecho le llevó a consultarlo con su médico de cabecera que decidió derivarla a patología mamaria de La Paz. «Cuando me dirigía a la consulta me enviaron un sms para cancelármela porque estaban colapsadas por el coronavirus. Días después ingresé porque el virus me afectó al sistema respiratorio y en el TACsalió todo», cuenta.

Su diagnóstico fue el de un cáncer en un estado bastante avanzado –el tumor tenía cuatro centímetros y medio- , un tipo muy agresivo, que sólo tienen el 10% de los cánceres de mama, un 80% de probabilidad de metástasis y un 30% de supervivencia. «La oncóloga me dijo que en ese momento había unos tratamientos experimentales que estaban dando muy buenos resultados y no me lo pensé. No tenía nada que perder». Después de someterse a estudios genéticos, controles de patología mamaria y pasar por oncología comenzó un tratamiento de dos fases queduró unos cinco meses. «Me dieron sesiones de quimio, a partir de la quinta el tumor casi había desaparecido. Me hicieron una tumorectomía dónde me quitaron solo el tejido afectado y después radioterapia, eran quince sesiones pero terminaron siendo 25».

Pese a que siempre ha intentado llevar una vida lo más normal posible, desde hace un par de años ha ido retomando su rutina habitual y ya ha comenzado a hacer ejercicio. Sigue pasando sus controles, hora de forma semestral y cada año debe responder a cien preguntas con las que los médicos hacen un seguimiento de los posibles efectos secundarios del tratamiento. “Lo único que he notado y que según me han dicho es normal y terminará por ceder es la sensibilidad en manos y pies. La parte neurológica ha sido la más afectada y que tiene una recuperación más lenta pero terminaré por lograrlo”.

Destaca el apoyo y una buena actitud como clave para sobrellevar el proceso del cáncer. “La AECC me ofreció todos sus servicios desde el primer minuto y pese a que solo les pedí ayuda para la peluca, era un alivio saber que estaban ahí si les necesitaba. Ahora soy voluntaria y comparto con otros pacientes oncológicos mi experiencia. Es importante que se siga fomentando y cuidando la investigación, a mí me salvó la vida”. El cáncer afecta a millones de personas en todo el mundo y es la enfermedad con mayor índice de mortalidad en la región.