Madrileñ@s
Manu Vega: el hijo de director de cine cuya madre no quería que fuese actor
El artista acaba de estrenar dos películas: «Lobo feroz», junto a Juana Acosta, y «Con los años que me quedan»
Es como cualquier otro treintañero, pero algo más desapegado de las redes sociales de lo que un millenial suele estar. La vida de Manu Vega, de hecho, sí que se ha desarrollado entre pantallas y cámaras, pero no las de los móviles. Hijo del cineasta Felipe Vega, se ha pasado toda la vida rodeado de películas, teatro y todo aquello que tiene un aroma a arte. «Cuando crecemos creemos que todo lo que nos rodea es ‘lo normal’, así que yo nunca he sido muy consciente de lo que ha supuesto para mí crecer rodeado de cine», asegura a LA RAZÓN. «Lo veo ahora, claro. Mi padre, además de director, es profesor también, por lo que me he pasado toda la vida viendo cine, rodeado de sus amigos…», relata. Su primera experiencia ante las cámaras fue en una película de su padre, «Mujeres en el parque», aunque realmente nunca se planteó dedicarse a ello definitivamente hasta que llegó a la mayoría de edad.
«Mi madre no quería que fuera actor, porque veía la problemática en el caso de que me fuera mal, y, como madre, me quería proteger y que en ningún momento me viera en esa situación», asegura. «Pero llegó un momento en el que me di cuenta de que me había pasado toda la vida en ese mundo, y que era a lo que pertenecía y me gustaba, ya fuera como actor o no, pero mi mundo, mi vida, era el cine y el teatro». Tanto fue así que, con 19 años, fue admitido en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. «Al terminar comencé a trabajar en series, como ‘Secretos de Estado’», dice. Luego se fue a México para hacer «El juego de las llaves», y después a Estados Unidos. En estos últimos años no ha parado de trabajar, hasta hacer sus dos últimas películas: «El lobo feroz» y «Con los años que me quedan».
«Lo que más me gusta y con lo que más disfruto es con el drama», afirma. «Es un género muy agradecido», continúa, reconociendo que la comedia la ve «mucho más complicada». «En todo caso, me gustaría participar en comedias que no fueran al gag fácil, pero encontrar ese tipo de comedias inteligentes es más complicado», añade. No es, sin embargo, una persona especialmente nostálgica: «No es que eche de menos ningún tipo de cine en particular, porque creo que ahora hay muchísimo talento, pero sí que me habría gustado formar parte del cine de los 60, como con Billy Wilder». Además, reconoce que «en un mundo ideal» lo que le encantaría es acabar dirigiendo. «Mi padre es director y es una conversación que siempre tenemos», revela. «Es algo que me encantaría compartir con él».
Lo que es innegable es que ha llegado, a pesar de vivir ahora gran parte del tiempo en Estados Unidos, a debutar en un momento en el que la producción de sello español está «en la cresta de la ola». «Ahora estoy en Los Ángeles porque ese era mi sueño, pero el secreto que han traído las nuevas plataformas y la nueva forma de hacer cine es que puedes viajar y trabajar en distintos países constantemente, y la posibilidad de trabajar aquí o en Estados Unidos es genial porque para los actores se nos abren muchas puertas», dice. «El secreto y la gracia de todo esto es que llega a mucha más gente».
Y es que, si bien «las figuras de la industria son siempre las mismas», reconoce que «si nos comparamos, por ejemplo, con Estados Unidos, es completamente distinta la forma de funcionar». «Allí tienen unos protocolos y unas estructuras que no funcionan igual que en España», apunta. A él, que le tocó vivir la pandemia en Estados Unidos, ya que se mudó a Los Ángeles justo dos meses antes de la llegada del Covid, ha sido testigo de primera mano de cómo «toda esa idea que había antes de que había que ir físicamente a los castings para conocer a la gente, desapareció». «Ahora es muchísimo más fácil llegar a todos los lados. Estando en España puedes enviar castings para trabajar en Estados Unidos», asevera. Lo que no ha cambiado, dice, es el nivel de exposición al que están expuestos él y muchos de sus compañeros. «A veces es una locura», dice. Sin embargo, Vega tiene un mantra muy claro: «siempre trato de pensar que, aunque no se sabe cómo va a ser el resultado final, tengo que estar convencido de que es lo que me gusta y que estoy cómodo con lo que estoy haciendo». Por eso, asegura, las críticas no le preocupan mucho. «No le hago muchísimo caso a nada. Me gusta lo que hago, con todo lo que tiene detrás, como las redes sociales, que hasta hace poco ni tenía. Entiendo que tienen que estar ahí, pero no me interesan".
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