Tesoros en los Museos
Historia y legado de los que surcan los mares
Recorremos el Museo Naval junto a su director, Juan Escrigas, quien nos desvela sus secretos mejor guardados
Han pasado cerca de cincuenta años desde que Juan Escrigas visitó el Museo Naval por primera vez. Sin embargo, aún recuerda cómo correteaba por sus largos pasillos con solo doce años, cómo contemplaba embobado los utensilios náuticos y modelos de barcos a través de las vitrinas y a su por entonces director, Julio Guillén. «Era como un abuelo, entrañable y maravilloso. Creo que desde que le vi y desde que tengo uso de razón soñaba con estar vinculado a este museo», explica a este periódico. Algo que el pasado mes de octubre se cumplió, pues desde entonces este capitán de navío está a su frente.
Su extensa trayectoria en La Armada le avalan pero también es Doctor en Historia. Esta, dice, siempre tuvo claro que iba a estar destinada para lograr eso que tanto deseaba. Con el último director, José Ignacio González-Aller , "Sisiño" como le conocían en La Armada, le unió después una especial amistad. «Recuerdo que un día me dio, hace unos treinta años, que todo esto del museo estaba muy bien, pero que antes tenía que mandar muchos barcos». Orden cumplida. Escrigas ha pasado por todos los cargos: teniente navío, capitán de corbeta, capitán de fragata y capitán de navío. Y ahora, además de director del Museo Naval sigue siendo un acérrimo coleccionista. Afición que compartía con sus dos antecesores. «Colecciono cualquier cachivache relacionado con La Armada y más de una vez me peleé con "Sisiño" en alguna subasta por algún objeto».
Sin duda, dos de los lugares más especiales que aún conserva el museo están relacionados con ellos. El primero, lo que podría ser un camarote de comandante de una fragata del siglo XIX y el antiguo despacho de Julio Guillén, el primer director de la época moderna. Estuvo al frente desde 1932 hasta 1974, entró como teniente navío y salió como contraalmirante y además era académico de la Lengua e Historia. «Aún conservamos su mesa, parte de su biblioteca, cerámica, retratos, arte... no nos hemos atrevido a tocarlo, por respeto». El segundo, un espacio que podría representar una cámara del siglo XIX y que es la actual Sala del Patronato. «Fue biblioteca, sala de investigación y "Sisiño" pasó mucho tiempo aquí, tenemos su retrato y está llena de objetos religiosos, cuadros... que eran suyos». Además de la conocida como «esquina de los prodigios» compuesta por tres piezas excepcionales: un trozo de roca lunar y una bandera que estuvieron en la Misión Apolo y un cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau, que representa el momento en el que Juan Sebastián El Cano dice adiós a La Trinidad.
Una reforma integral hace tres años reubicó el discurso del museo, ya anticuado por los 180 años que han pasado desde su inauguración. Ahora, es un espacio donde la mano de la historia de España se cuenta la historia de La Armada Española a lo largo de los siglos. Un museo muy fácil de seguir, con un discurso cómodo de llevar pues en cada sala se refleja una época de la historia de nuestro país. Orígenes de España, descubrimientos, la creación del imperio español, Borbones y Austrias, expediciones españolas... son algunas de ellas. Entre sus grandes colecciones destacan las de cartografías, instrumentos náuticos y modelos de barcos de época. Y a lo largo del museo, pueden encontrarse piezas magníficas y únicas. Todas las acompañadas por un cartel en color verde son de parada obligatoria.
Entre el instrumental astronómico, podemos encontrar un estuche que perteneció a Felipe II, el cual también era coleccionista y regalo de Isabel II; un cuadro rescatado durante la desamortización de Mendizábal en un convento de Málaga en 1859; un globo terrestre de 1688 que muestra el mundo conocido entonces; el montante que El Papa Pio XII regaló a Juan de Austria tras ganar la batalla de Lepantoo un galeón flamenco de finales de 1593 que aún conserva restos del incendio ocurrido en el Real Alcázar de Madrid. O descubrir el origen de la bandera nacional, que no fue otro que la poca visibilidad que hay en la mar y lo complicado que se volvía para los marines diferenciarla del resto.
Otro de los lugares más mágicos y especiales, también por su valor, es el conocido como «patio de modelos» con más de una veintena de modelos originales de construcción del siglo XVIII y únicos en el mundo. «Alguno es de 1750, como el del Real Borbón, mandado construir por Fernando VII». Además del frontispicio que había en la entrada en el Arsenal de la Carraca o un pendón utilizado en las galeras españolas hasta el siglo XVIII. Piezas extraordinarias, únicas en el mundo muchas de ellas y que son orgullo y patrimonio de los españoles.
La visita no puede terminar, sin mencionar a la más importante de todo el Museo. La carta de Juan de la Cosa de 1.500. «Estamos hablando de sólo ocho años después de la llegada de Cristóbal Colón a América, su tercer o cuarto viaje», explica su director, quién además destaca que su singularidad es que en ella es la primera vez que se representa América en una carta. «En su momento estuvo secreta, seguramente se hizo para enseñar lo que estaba sucediendo en América a los Reyes Católicos de la mano del Arzobispo Fonseca». Hasta 1518 estuvo en el despacho de Fonseca hasta que en 1840 apareció en una subasta en París. «Un coleccionista holandés falleció y sus hijos subastaron su legado y apareció esta carta. La compró Isabel II y posteriormente se la donó al Museo Naval. El objetivo de este es ahora su conversación, como del resto de auténticas joyas que alberga y no dejar de crecer para seguir divulgando la historia y legado de los que luchan y lucharon en la mar.
Jorge Juan, algo más que un marino científico
Hasta finales del mes de marzo, el Museo Naval acoge la exposición temporal dedicada al marino científico Jorge Juan con motivo del 250 aniversario de su fallecimiento. Parte de las piezas 3.400 piezas que componen la exposición permanente del museo y otras nuevas explican los principales episodios de su vida y sus grandes aportaciones a la ciencia del siglo XVIII. La muestra, titulada "Jorge Juan. El legado de un marino científico ilustrado", recopila 120 obras y piezas sobre el ilustre navegador.
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