Historia
La iglesia "de las chinches" de Madrid
Antes de nada cabe apuntar que esto no es cosa de un pasado miserable, más bien de una superpoblación desconocida hoy en día
Hubo un tiempo, hace mucho, mucho, se decía que los niños venían de París, ejemplo máximo, al parecer, de la lejanía... Hoy en día, de Francia las noticias que nos llegan, entre otras más positivas, son las plagas de chinches que asolan barrios y ciudades. Una no tan buena nueva que a más de uno le permitirá hacer chistes sobre la afición a la ducha diaria entre nuestros queridos vecinos del norte.
Con todo, y desde antiguo, aquí también hemos tenido nuestra ración de chinches. Y más en un Madrid que no tenía agua corriente en muchas de sus casas. Quizá por eso no fue casual que existiesen vías como la llamada calle del Piojo, en las cercanías de la Gran Vía, o la archiconocida por los vecinos del barrio popular de Lavapiés «iglesia de las chinches».
El edificio religioso que tuvo tan poco buen nombre es el conocido como la Iglesia de San Lorenzo, ubicada en la Calle Doctor Piga, en pleno Lavapiés. Un templo que, con una fachada de color rosácea, ha resucitado varias veces durante su vida, ya que a mediados del siglo XIX sufrió un gravísimo incendio y al inicio de la Guerra Civil también fue víctima de las llamas.
Un pasado casi tan azaroso como el del santo al que está dedicada esta iglesia. Un Lorenzo de Roma que es uno de los Santos Mártires más venerados en el mundo por la Iglesia Católica. Este fue conocido por llegar a convertirse en uno de los Siete Diáconos Regionarios de Roma.
A la orden del Papa Sixto II, este le confió la custodia de uno de los tesoros más importantes de la iglesia. San Lorenzo fue el encargado de proteger el Santo Grial, ahí es nada, es decir, la copa en la que bebieron Jesús y los Apóstoles durante la Última Cena.
La leyenda cuenta que este santo italiano la mandó a Huesca para evitar que fuera robada. Una dato que enlaza con la historia y la mística de España.
Por aquel entonces, el Papa Sixto fue asesinado, ante lo que el alcalde de Roma mandó llamar a San Lorenzo para que le entregara todos los bienes materiales de la Iglesia. El Santo mandó llamar a todos los pobres, lisiados, mendigos, ciegos a los que él mismo ayudaba. A todos ellos los presentó delante del pagano regidor de la ciudad. Ante el dijo: «Estos son los verdaderos tesoros de la Iglesia». Una impertinencia y un desafío.
El alcalde de Roma se enfadó tanto ante tal ofensa que le contesto: «Osas burlarte de Roma y del Emperador, y perecerás. Pero no creas que morirás en un instante, lo harás lentamente y con gran dolor».
San Lorenzo fue martirizado atado en una parrilla y asado en el fuego. Esto sucedió en el año 258. Con el tiempo, se levantaron numerosos templos en su honor, el de Lavapiés entre ellos. Nada que ver el martirio de aquel santo con la mala fama de la denominada «iglesia de las chinches». Un sobrenombre que llevaba a pensar que quien allí acudía a oír misa salía con unos cuantos picotazos de estos desagradables insectos. Sin embargo, la historia y la razón no fue así.
Al parecer, el mote le viene dado por la elevadísima cifra de niños que en ella se bautizaban, un ejército de futuros madrileños tan numeroso, tan grande, que a muchos les hizo expresar, con desdén, que «eran tantos como chinches». Entuerto resuelto. Del constante ir y venir de niños y niñas ante su pila bautismal le viene el nombre a la iglesia. Bueno, de la sobrepoblación en aquella España y de la maledicencia de más de un vecino de la zona, que se hicieron eco de la maldad de ese «ingenioso» madrileño.
La parroquia «de las chinches» sobrevive hoy en día en un barrio que, como el resto de Madrid, no tiene ya esa natalidad de otros tiempos. Por tener ha perdido hasta el sobrenombre. Para las nuevas generaciones es desconocido.
✕
Accede a tu cuenta para comentar