Madrid
José Cobo, un arzobispo y vecino para la Villa y Corte
Aquel chaval se empezó a mover entre Proyecto Hombres y Cáritas. En tiempo de quinquis y litronas. Algo le revolvió por dentro y acabó en el seminario
José Cobo es un vecino de Madrid. Por derecho. Y, sobre todo, de hecho. Desde que no levantaba un palmo del suelo y sus padres emigraron de Jaén. En pleno «baby boom». Como tantos andaluces, manchegos y extremeños. Se hicieron un hueco en la capital. Y aquel chaval se empezó a mover entre Proyecto Hombres y Cáritas. En tiempo de quinquis y litronas. Algo le revolvió por dentro y acabó en el seminario. Es joven: desde ayer, con 57 años, es el nuevo arzobispo de la Villa y Corte. Como lo fue Tarancón y como lo fue Rouco. Como lo ha sido hasta anteayer Osoro. Se estrenó en la catedral de La Almudena, la casa de todos los madrileños. Con un lleno hasta la bandera. De obispos, de autoridades. Pero también los que llenan los templos cada domingo. Y de esos pobres con los que ha trabajado codo con codo como cura y como obispo. «Las migraciones, la desigualdad, la soledad, la violencia y el sinsentido son los rincones donde las personas desplazadas, los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos esperan a los seguidores de Cristo unidos, para ser rescatados y reconocidos como hijos de Dios».
Esa es la Iglesia con la que sueña Cobo. Todo un programa no electoral, aunque lo suyo arranque en plena campaña. Y lo quiso dejar meridianamente claro en su homilía. «Nuestra voz armónica como Iglesia no será la de tener la razón en todo, ni la de presumir del poder de los números, ni mucho menos de identificarnos con una u otra ideología política o cultural». Porque aquel Pepe que estudió en los salesianos de Atocha y se forzó como sacerdote en Usera, no busca otra cosa que la Iglesia recupere su lugar, no buscando un «front ro»’ de pasarela ni un púlpito en la carrera de San Jerónimo. Cobo quiere unas parroquias «realmente significativas para sus vecinos». De las que abren la puerta cuando falta la sal de la vida, la que sale al rescate del que se asfixia lo mismo de madrugada que al atardecer. Iglesia vecina de un José Cobo que se sabe arzobispo vecino.
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