Palacios de Madrid

El palacio del Marqués de Salamanca en Vista Alegre, el tesoro de Carabanchel

El conocido como palacio del Marqués de Salamanca fue también residencia de la reina María Cristina de Borbón

Aspecto del palacio del Marqués de Salamanca, en la finca de Vista Alegre
Aspecto del palacio del Marqués de Salamanca, en la finca de Vista AlegreConnie G. Santos

El crecimiento urbano de Madrid a lo largo del siglo XX llevó a que la ciudad se expandiera como una mancha de aceite absorbiendo muchos de los municipios anexos, uno de los cuales fue Carabanchel, hasta entonces zona de recreo favorita de la alta burguesía y la nobleza capitalina, por su cercanía a la corte y su clima saludable.

Fruto de esta moda nació la conocida como finca de Vista Alegre, un conjunto monumental y paisajístico de gran valor, catalogado en 1997 como Jardín Histórico y declarado Bien de Interés Cultural en 2018. En el interior del que es el cuarto jardín histórico más grande de la ciudad, solo por detrás de la Casa de Campo, el Parque del Retiro y el Parque del Oeste

La finca fue vendida al Estado en 1832, pasando a manos de la reina María Cristina de Borbón, quién la amplió con la compra de propiedades aledañas como fábricas de jabón o la quinta del marqués de Negrón. De hecho, se convirtió en su refugio favorito, sobre todo tras su matrimonio secreto con el guardia de Corps Fernando Muñoz. Tanto tiempo empezó a pasar en la finca que ordenó la creación de un jardín con una ría navegable, la transformación de edificios existentes y la edificación nuevos, pasando a ser conocida desde entonces como Real Posesión de Vista Alegre.

La finca sería su lugar de residencia ya como regente, tras el fallecimiento de Fernando VII, por lo que decidió construir, en lo que fueron los terrenos de la fábrica de jabón de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, un nuevo palacio. Según la propia definición del Colegio de Arquitectos de Madrid, se trata de un edificio de planta rectangular y simétrica, con ligeros retranqueos en su fachada principal u occidental, y organizado en torno a tres patios. Dicho frente se caracteriza por su gran horizontalidad, dada la relación entre su único nivel y su longitud, y su fragmentación en cinco cuerpos dispuestos simétricamente, contando el central con un pórtico tetrástilo, cuyas seis columnas graníticas fueron aprovechadas de la galería que rodeaba la Plaza de Oriente.

Sin embargo, las vicisitudes históricas paralizaron el proyecto. Así, a causa del destierro de la reina en 1840, las obras quedaron sin terminar, aunque a su regreso decidiría su continuación, para lo cual eligió al arquitecto mayor de Palacio, Narciso Pascual y Colomer, autor entre otras obras del Congreso de los Diputados.

De esta segunda época nos llegan el gran vestíbulo central, resuelto a modo de rotonda y cubierto por una cúpula de media esfera, que se inspira en la del Panteón de Roma, así como la magnífica capilla. Igualmente, se adornaría el frente principal con molduras, pilastras, medallones, y se coronaría con un antepecho de piedra, ciego el de los cuerpos central y extremos y con balaustres entre pedestales los intermedios, rematados éstos y el primero con once bustos de mármol, más seis estatuas de tamaño natural, con clara influencia renacentista.

En 1859 la Corona se desprende de la finca, que es adquirida por José de Salamanca y Mayol, marqués de Salamanca, quien viviría aquí hasta su muerte, en 1883. De hecho, el edificio hoy en día es conocido como Palacio del Marqués de Salamanca, quien se encargaría de rematar el palacio introduciendo magníficos espacios interiores, suntuosamente decorados con valiosos cuadros y esculturas, como el célebre Salón Árabe.

En 1886 los herederos venden de nuevo la posesión al Estado, momento en que dejó de ser residencia para albergar sus distintos edificios diferentes instituciones benéficas.

Esto afectó al propio palacio, que vio cómo algunas de sus dependencias eran adaptadas a los nuevos usos, aunque sigue conservando su exterior y algunos de los espacios interiores, como el vestíbulo y la capilla.

Pero la finca no es solo el palacio: el conjunto se compone de varias construcciones y jardines, como la Estufa Grande; el Baño de la Reina, pieza circular con escalones concéntricos, realizada en mármol, alimentada por el mismo circuito de calor y vapor de la estufa; el Palacio Viejo, en torno al cual se fundó la finca; la Casa de Bella Vista, que fue biblioteca y gabinete de ciencias; las caballerizas o la Casa de los Oficios, espacio arqueológico que muestra los restos de una fábrica de jabón, de las muchas que había en Carabanchel.