Gastronomía

Parking pizza llega a Madrid

Utiliza una buena selección de ingredientes y sin tranpantojos. En su despensa abundan los productos frescos y de máxima calidad

Berta Bernat y Marcos Armenteras
Berta Bernat y Marcos ArmenterasLa Razón

Los catalanes, en general, y los barceloneses, en particular, tienen un fino olfato para encontrar fórmulas gastronómicas de éxito. Después de los vascos, ellos han sido, todo hay que decirlo, los justos dinamizadores y creadores de gran parte de este riquísimo crisol que es la buena mesa en nuestro país. Y siguen en plena forma, trayendo conceptos a Madrid que encajan perfectamente con el dinamismo de una ciudad en perpetua digestión, con nuevos restaurantes cada día.

Uno de estos recién llegados es, precisamente, de raíz barcelonesa. Se trata de Parking Pizza, un negocio que, gracias a su particular visión de la pizza, al interiorismo y al buen criterio seleccionando ubicaciones de sus artífices, se ha convertido en una de las marcas más importantes de la Ciudad Condal, donde ya tiene varios restaurantes. En Madrid, acaban de abrir un establecimiento en el entorno de AZCA, en concreto, en el número 89 de la Castellana.

Detrás de este exitoso negocio se encuentran Marcos Armenteras y Berta Bernat. Ambos llevaban a sus espaldas muchos años en el sector y tenían ganas de emprender para cambiar su vida. Reflexionaron y viajaron, dos prácticas idóneas para abrir la mente. Probaron y conocieron lugares hasta idear el sitio que querían regentar: una pizzería con buenas pizzas, sin trampantojos, con una honesta selección de ingredientes y ubicada en un espacio singular. Desarrollaron un mantra que aún hoy es su lema: «Es el sitio. Es la pizza». Y así fueron abriendo pizzerías, y triunfando.

Sus pizzas están buenas, muy buenas. En su despensa abundan los productos frescos y de máxima calidad, muchos de ellos llegados de Italia, como la harina, el tomate, la mozarrella o la trufa. La pizza, obviamente, es la vedette de la carta. La masa, de larga fermentación, se corona con ingredientes ricos y reconocibles. Se cuece en horno de leña durante un par de minutos y se obtiene así una pizza crujiente y ligera. Hay clásicos como la margherita o la de pepperoni, con un toque de hinojo. Muchas son puro umami, como la de butifarra (con huevo, pimiento verde, fontina y cebolla roja) o de trufa negra. Simples y sabrosas, como toda buena pizza debe ser.

La carta va más allá de la más esférica de las recetas italianas. Hay focaccias y panes, así como diferentes entrantes ideales para compartir; no se pierdan el vitello tonato de solomillo y alcaparrones, el queso tomino del Boscaiolo ni los embutidos. Y por supuesto, hay pastas, como los fettuccine putanesca o los muy romanos espaguetis cacio e pepe. Para beber, una muy decente selección de cervezas y vinos blancos, rosados y tintos, diseñada especialmente al gusto del público matritense. Y para alegrarse il cuore después de lo salado, los postres. No podían faltar el tiramisú, los helados artesanales ni el delicioso affogato, un café con helado de vainilla que gusta mucho en Italia.

El primer Parking Pizza de nuestra ciudad (pronto habrá un segundo local en la calle Montesquinza) comparte espíritu con sus hermanos barceloneses, también, en el diseño y la concepción del espacio. Se trata de una amplia sala, con una extensión de 260 m², además de una terraza. El lugar sumerge de lleno al comensal en un entorno cálido y desenfadado, con la cocina abierta, los dos hornos y las barras laterales a plena vista. Como en la capital catalana, hay mesas largas para compartir y unos originales taburetes de cartón, muy prácticos, con un hueco para guardar las pertenencias. Un sitio funcional con un toque chic e industrial para comer pizzas artesanas con un ticket medio muy razonable, de unos 20 euros. Que la cuesta de enero, querido lector, no es cosa de un día.