Arranca uno de los meses más chispeantes del año y la burbuja vuelve, como cada verano, al centro del plano. Tiembla el mundo del tinto más bizarro, porque el bebedor se deja seducir por el pellizco de sensaciones amables de aquel vino que tenía las burbujas del diablo y que asombró a los monjes de Hautvillers. Un viejo milagro vestido de frescura.

Están llegando a las tiendas y barras más lúcidas del país una incesante selección de maisons que apuestan por champagnes honestos, bien hechos, bebibles a cualquier hora y sin necesidad de oropeles. Es el caso de J. Charpentier, una bodega familiar asentada en Châtillon-sur-Marne que cultiva con mimo 24 hectáreas desde hace siete generaciones. No hay en su casa gestos teatrales, pero sí precisión en el viñedo, tiempo en bodega y una admirable fidelidad a la expresión de su terruño.

Su Prestige Brut, elaborado con las tres uvas clásicas -predominando el pinot noir- es un vino de noble sencillez. Burbuja fina, fruta blanca, panadería discreta, final seco pero amable. Un champagne con justeza, para beber por botellas. Porque lo rico del buen “champú” es la compañía… y la alegría de abrir una tras otra sin culpa, como quien comparte una confidencia entre risas y cristales tintineando.

Bodega: J. Charpentier

Vino : Champagne Prestige Brut

D.O.: Champagne

Precio: 42 €

www.champagnecharpentiercom