Historia

Por qué desaparecieron las corralas y cuántas quedan en Madrid

Muchas desaparecieron por la especulación inmobiliaria y por los cambios sociales y demográficos

El escritor tomó buena nota de los habitantes de las corralas, especialmente de la de la calle sombrerete
El escritor tomó buena nota de los habitantes de las corralas, especialmente de la de la calle sombrereteLa Razón

La desaparición de las corralas es resultado de una combinación de factores: modernización, deterioro, cambios sociales, especulación inmobiliaria y falta de protección legal. Aunque su memoria sigue viva. Durante tres siglos, las corralas fueron las viviendas más castizas de Madrid, representando no solo un tipo de construcción, sino una forma de vida comunitaria y humilde. Estas viviendas, de fachada estrecha y estructura predominantemente de madera, fueron inmortalizadas en obras literarias como "Fortunata y Jacinta" de Benito Pérez Galdós. A pesar de la importancia histórica y cultural de las corralas, muchas han desaparecido con el tiempo. Sin embargo, aún quedan cerca de 400 en Madrid, principalmente en los barrios de Lavapiés, Embajadores y La Latina.

Un refugio para los humildes

Las corralas son viviendas unidas en torno a un patio interior, todas comunicadas por una galería a modo de terraza construida alrededor del patio, que era el centro neurálgico donde los vecinos hacían vida en comunidad. Estas casas corredor fueron populares en los siglos XVII, XVIII y XIX, sirviendo como refugio para los trabajadores con menos renta per cápita. Eran una evolución de las antiguas casas castellanas con patio interior, adaptadas a la creciente población de la capital.

Construidas sobre una planta rectangular, las corralas consistían en casas pequeñas con patios alargados o cuadrados. Desde estos patios se accedía a los corredores y a las viviendas particulares por escaleras. Originalmente, las viviendas no contaban con aseo propio, y cada planta compartía un único baño.

Razones de la desaparición

Modernización y Urbanismo: La modernización de Madrid ha llevado a la construcción de edificios más altos y funcionales. Las corralas, con sus estructuras estrechas y patios compartidos, no encajan en esta nueva visión urbana.

Deterioro y falta de mantenimiento: Muchas corralas han sufrido décadas de abandono. Los techos y paredes se han deteriorado y los patios han perdido su encanto. La falta de inversión en mantenimiento ha acelerado su desaparición.

Cambios sociales y demográficos: La vida comunitaria de las corralas ha perdido relevancia en la sociedad actual, donde las familias buscan más privacidad. Además, la disminución de la migración del campo a la ciudad ha reducido la demanda de este tipo de viviendas.

Especulación inmobiliaria: La fiebre inmobiliaria ha llevado a muchos propietarios a vender sus corralas a promotores que las han demolido para construir bloques de apartamentos más lucrativos. El alto valor del suelo en el centro de Madrid ha incentivado esta práctica.

Legislación y protección patrimonial: Aunque algunas corralas están protegidas como patrimonio histórico, la legislación no siempre es efectiva. La falta de incentivos para la restauración y la presión económica han resultado en la pérdida de muchas corralas.

Un vestigio que persiste

A pesar de todo, aún quedan alrededor de 400 corralas en Madrid. Las más notables incluyen el Centro Cultural La Corrala (calle Carlos Arniches, 3), la corrala entre las calles Sombrerete y Tribulete, la corrala del Rastro (Ribera de Curtidores), la Posada-corrala del León de Oro (calle de la Cava Baja, 12), la corrala de la calle Miguel Servet, la corrala de Lavapiés (calle Lavapiés, 38) y la corrala en el Centro de mayores de la Comunidad de Madrid (calle de la Cabeza, 14).