Gastronomía
La sobremesa: objeto de culto en Madrid con distintos templos
Recorremos los mejores lugares donde disfrutar de ese momento de absoluto deleite, disfrute y goce
Si hay algo auténtico, que forma parte de nuestro ADN, que no se ve en ningún otro lugar del mundo y de lo que nos debemos sentir tremendamente orgullosos es la sobremesa. Es ese momento de absoluto deleite, disfrute y goce, que en nuestro día a día se antoja complicado, pero que te hace exclamar «¡Qué ganas tenía!» cuando nos pilla en un día de fiesta, como todos los que se nos vienen encima. La sobremesa es la calma, el sosiego, el momento más deseado por ser un tiempo de calidad para pasar con los tuyos y en el que el reloj toma su propio ritmo; eso sí, un ritmo lento y pausado. Aquellos más callejeros, a los que la sobremesa en casa se les queda corta y monótona (levanten la mano conmigo), están de suerte. Mi disertación de hoy condensa esos lugares que son un auténtico templo de la sobremesa, por su continente y por su contenido (la compañía, lo dejo en sus manos), por hacernos sentir cómodos y por ser un refugio en el que la coctelería le da sentido a la vida y a este instante.
Compartir, relajarse y conversar son los pilares de este tiempo que se extiende tras la comida. Schweppes siempre ha estado presente en la sobremesa y ahora, de la mano de la barmaid Nagore Arregui, nos da las claves para disfrutar de la mejor. Como integrante del equipo de Schweppes Mixing Masters –embajadores de excepción de la marca– y directora de sala del restaurante El Lince (Javi Estévez), ha ideado tres cócteles ideales para alargar la comida elaborados con la famosa tónica. Gin tonic Clear & Light y Gin tonic Nago’s Dry Tonic son dos gin tonics –preparados de manera ortodoxa, pero con el toque de autor de Arregui– que se suman a uno de los tragos más emblemáticos de este restaurante el efervescente Bicarbonato; recetas esenciales para la sobremesa y con los que Nagore quiere dar un golpe en la mesa y reafirmar a El Lince como espacio ideal para este momento de consumo.
Por cierto, la reconocida marca de tónicas y mixers prémium premió a De la Riva, el emblemático restaurante fundado en 1932 y regentado por Pepe Morán, en el congreso HOST (el más importante de los profesionales de sala y servicio) con un galardón con el que reconocía su papel como templo de la mejor sobremesa de la capital. No dejen de visitar a Pepe.
Toda sobremesa parte de una buena comida y aquí es necesario hacer un parón en El Club Allard. Con Martín Berasategui como asesor del restaurante, le ha devuelto su esplendor pasado al ganar una estrella Michelin. José Mari Goñi, discípulo del chef del garrote, está al frente de estos renovados fogones, donde reinterpreta con libertad algunos platos emblemáticos del cocinero y aporta creaciones propias, en las que las cocinas vasca y española son el hilo conductor de la propuesta. Vayan y quédense un rato después de comer con Benito y Nacho, responsables de sala.
Si queremos seguir con el homenaje, el caballo ganador está tan solo a una puerta de distancia. Y es que, desde hace apenas un mes, tiene un nuevo vecino: Dry Martini, del maestro Javier de las Muelas, también en Casa Gallardo. Referente mundial de la coctelería, empresario, visionario y creador de tendencias, De las Muelas vuelve a la capital y abre un local que aspira a convertirse en un clásico indispensable donde disfrutar de la coctelería y, sobre todo, en un punto de encuentro multicultural. En un ambiente inmejorable, relajado y sin encorsetamientos, donde se palpa el lujo y la sofisticación, resulta indispensable tomar el emblemático Dry Martini, ya en su versión tradicional en otras más cool; la carta se completa con creaciones vanguardistas, cócteles sin alcohol y de frutas y destilados nacionales y de importación exclusivos.
En esta guía no podía faltar Caracortada, perfecta para esas sobremesas ya muy tardías, en pleno barrio de Las Letras. Tras más de media vida entre destilados, el mixólogo Eduardo García está al frente de esta coctelería, que apuesta por una carta de doce cócteles única, con versiones lúdicas de combinados clásicos y otros 100% originales plagados de detalles.
El toque internacional lo aporta Ronda 14. El chef peruano Mario Céspedes y su socia y compañera de vida Conchi Álvarez acaban de estrenar una cocina non-top en el que es su restaurante insignia —también son propietarios de Apura y Cilindro— que propiciará este momento de placer. Una carta en la que las cocinas peruana, japonesa y asturiana van de la mano y un apartado líquido excepcional, con una selección corta, pero infalible, de cócteles clásicos, con el pisco sour como máxima estrella. Todo sea por mantener las tradiciones.
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