EL UNIVERSO IMPROBABLE

Los dos últimos viernes en esta columna de «Planeta Tierra» los hemos dedicado a sendas entrevistas imaginarias con Bill Bryson, por su libro «El cuerpo humano» (RBA), y con el astrónomo chileno Mario Amuy, a partir de su obra titulada «El universo en expansión» (Debate). Hoy hacemos lo propio -y cerramos la trilogíacon el director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, y su reciente trabajo «El universo improbable» (La Esfera de los Libros).

¿Qué nos dice Vd. de la cuestión prioritaria en estos momentos, en cosmología, que es la materia oscura?

Desde luego, es un ingrediente esencial de los modelos al uso para explicar el universo y, más concretamente, la formación y evolución de las galaxias. Seguramente en el CERN podrá avanzarse en este asunto, cuando el anillo del colisionador de hadrones, hoy de 27 km, pase a ser de cien.

Se dice de Hawking que en una primera fase fue teísta y tenía a Dios en cuenta. Luego se hizo ateo. ¿Qué opina Vd. de la implicación ciencia/religión?

Disiento de Hawking en este punto. Para mí, religión y ciencia son dos negociados con diferentes asuntos a su cargo; quizá complementarios, y que pueden mantener un diálogo enriquecedor de las prescripciones de ambos enfoques…

¿No fue Napoleón una referencia al respecto?

Eso se dice, de que cuando el gran corso se refirió a Laplace y su idea de que Dios no era necesario para explicar el Universo, el matemático Lagrange no se recató en decir al emperador, «Siré: sin embargo, la de Dios es una bella hipótesis… puede explicar muchas cosas».

¿Y por qué el título de su último libro «El universo improbable»?

Sencillamente, porque el universo puede ser descrito con la prodigiosa herramienta de las matemáticas. Eso no puede sino llenarnos de asombro.