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Medio Ambiente

¿Ayuda el alarmismo y el miedo a enfrentar el cambio climático?

El relato sobre el calentamiento global se ha llenado de extremos, del negacionismo al discurso del miedo, igual de nefastos a largo plazo si provocan inmovilismo. Sobre las soluciones también se habla desde posiciones contradictorias, del ecomodernismo y la defensa de la tecnología, al decrecimiento y la vuelta a la naturaleza. ¿Qué ayuda a actuar?

La planta de energía de carbón de Boxberg (Alemania) expulsa vapor de agua
La planta de energía de carbón de Boxberg (Alemania) expulsa vapor de aguaFILIP SINGERAgencia EFE

Perjudica el alarmismo apocalíptico a la lucha contra el cambio climático de la misma forma que el negacionismo? Hace unos meses el famoso ambientalista pronuclear Michael Shellenberger publicaba su libro «No hay apocalipsis» con el que pretendía dibujar un tercer sendero entre ambos extremos. «El término negacionista hay que abandonarlo. En EE UU, de hecho, ha aparecido otra terminología que incluye conceptos como movimiento reactivo y obstruccionismo. En realidad hay muy poca gente ya que diga que el cambio climático no existe o que no está provocado por el hombre. Lo que sí hay es mucho obstruccionismo político; personas o entidades que dicen que las políticas no sirven, solo empeoran las cosas o tienen un coste inasumible. El término negacionista está sirviendo para que algunos obstruccionistas justifiquen la falta de avance en el cambio climático» dice Nuria Almirón, profesora del departamento de Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra y codirectora del UPF-Centre for Animal Ethics. En el otro extremo podría situarse el alarmismo, el discurso apocalíptico, «aunque de estos también hay muy pocos. Sin embargo, sí que diría que hay mucha hipocresía en ciertos discursos de abanderados de la lucha contra el cambio climático. Lo acabamos de ver en Glasgow; jefes de estado que hablan de que hay que actuar ya y que llegan en sus jets privados a la Cumbre», dice la investigadora. Al final, para ella de lo que hay que preocuparse es de si cualquiera de las dos actitudes lo que esconden es simplemente obstruccionismo.

Ecoansiedad

Muchos psicólogos hablan desde hace tiempo de ecoansiedad como miedo crónico ante la catástrofe medioambiental. Y es que en esto del cambio climático se juntan varios factores. Por un lado, está el hecho de que fenómenos a gran escala como este, muchas veces, cuesta relacionarlos con nuestra vida diaria por lo que se pueden vivir con cierto desapego. Además, se trata de un tema complejo, difícil de entender y explicar, cuyas soluciones tampoco son sencillas ni inmediatas. Por otro, hay que sumar la falta de avance de las cumbres del clima –las últimas se han cerrado con los mismos deberes pendientes–, para entender que la eco ansiedad y la frustración no hagan más que empeorar .« La hoja de ruta para la ciencia es clara. Lo primero es eliminar el carbón para 2030 y vemos que China está volviendo a importarlo. Lo segundo es abandonar los subsidios a los combustibles fósiles y que se fije un precio al carbono. También hay que desarrollar el artículo 6 y faltan los 100.00 millones de fondos anuales para los países en vías de desarrollo », explica Jesús Martínez, conferenciante internacional en cambio climático, doctor en Ciencias Fisicas y embajador climático de Al Gore.

¿Es el miedo al apocalipsis bueno para comunicar soluciones ? «Muchos apelan al miedo ante escenarios terribles y casi todas gen eran en la audiencia un deseo sincero de tomar acción. No obstante, hay que articular acciones muy explícitas y explicar bien sus beneficios para incidir en la motivación individual », se puede leer en un escrito sobre el tema de Fernando Valladares, profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales(CSIC) y Emiliano Bruner, responsable del grupo de Paleoneurobiología, Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). Para Jeroen van den Bergh, economista experto en políticas climáticas de la Universidad Autónoma de Barcelona: «La gente está concienzada, pero hay que educar en soluciones eficaces. La impresión de alarma es porque vemos que las emisiones siguen subiendo y no somos capaces de aplicar políticas adecuadas, porque hay miedo a implementar medidas que resten competitividad a las empresas. París fue el mejor acuerdo posible, pero no creo que se vaya a solucionar el cambio climático por el camino que marca. La única solución es armonizar las políticas». Sin embargo, para el público general la ausencia de China o Rusia en esta Cumbre no indican que la política vaya a ponerse de acuerdo...

Hay mucho escrito sobre la necesidad de cambiar el relato, la forma de contar el problema y las soluciones, para que podamos enfrentar juntos el mayor reto del siglo XXI. «Hay una parte de los que estudian la persuasión que dicen que generar un shock moral puede provocar cambios de hábitos. El problema es que si el efecto no se consigue rápido y se mantiene el mensaje de alarma, la gente se puede acostumbrar y directamente provocar el efecto contrario, que nadie haga nada», dice Almirón.

¿Estamos ya demasiado acostumbrados al discurso fatalista? Y a todo esto ,¿ la ciencia habla de alarma ?« Los científicos hablan de alerta, que no es lo mismo. Estamos ya en la época de las consecuencias del cambio climático; el tiempo de las advertencias ya ha quedado atrás. El alarmismo no es positivo porque puede provocar actitudes evitativas ante el cambio climático. Mi punto de vista es que hay que contar la verdad y la ciencia está justo en medio entre alarmismo y negacionismo», dice Martínez. Y la verdad para él está en lo está sucediendo estos días. «La ONU alerta de que con los últimos compromisos de reducción de emisiones presentados por los países, a finales de siglo la temperatura media subirá 2,7 grados ». La ciencia es clara, hay que doblar los esfuerzos para reducir las emisiones.

Ecomodernismo

Volviendo a Shellenberger, su tesis es aceptar el discurso delIPCC pero como algo que se puede manejar sin entrar en pánico. «El periodismo del peligro vende y hace el consumo de noticias más urgente y en general a cualquiera que promueva una agenda extrema para solucionar el cambio climático» ha llegado a decir en declaraciones a EFE. Y es que hay otro discurso en el aire, que no es negacio ni s ta ni alarmista, que defiende un eco modernismo o ca cursos son finitos. La solución no es pi tal is mover de o crecimiento sostenible. Es decir, hay cambio climático antropocénico sí, perola tecnología es la mejor arma para luchar contra él. Crecer mientras nos pintamos de verdes, dicen sus críticos, nova a resolver sino a agravarla crisis ya alejar los profundos cambios que requiere el sistema.

Sobre la tecnología, al menos sobre la más vanguardista, la comunidad científica no se pone de acuerdo. Al menos es lo que emerge de un reciente informe de la ONU sobre clima, en el que habla sobre la gestión de la radiación solar y la eliminación de los gases de efecto invernadero :« La ciencia existe, pero ¿se quiere hacer? Eso implica incertidumbre, cuestiones morales,ética syd ego bernan za », explica en un reportaje Euronews. Mario Giampietro, director del proyecto Magic que analiza las políticas de la UE sobre cambio climático e investigador de la UAB, tiene claro que el ecomodernismo y tecnologías como el coche eléctrico o la economía circular no sirven para nada. «No se puede mantener el modelo económico de combustibles fósiles.Elimina ría a los economistas de las discusiones porque ellos son los que defienden que no hay límites al crecimiento. No se puede crecer permanentemente, porque los rela rela tecnología, sino cambiar la forma en la que hacemos las cosas. Todos quieren continuar haciendo lo mismo, pero con tecnología s que les resuelva el problema. La clave es cambiar los hábitos sociales y dejar el discurso del beneficio económico», dice. ¿El camino es decrecer y volver a la Naturaleza?

En cualquier caso, «si se lanza una alarma tiene que ser ética y lo ético es no contaminar el planeta. Si lo hacemos porque lo importante es salvar al ser humano, me parece que todo el discurso es hipócrita porque solo se basa en la conveniencia», afirma Almirón.