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Medio Ambiente
La falta de papel provoca escasez de cartón y medicinas
La carestía y los precios de celulosa están provocando problemas de suministro en varios sectores. Entre los motivos, la huelga de trabajadores en una fábrica de Finlandia, el coste de la energía, la falta de aluminio ruso o el aumento de la demanda de cartón del ecommerce
Noticias sí, pero papel no. Así titula un artículo la industria editora de India en el que detalla las dificultades que atraviesa el sector por la falta de papel y el enorme encarecimiento de este producto tan esencial.
No es el único país que está sintiendo los efectos de la crisis de la celulosa y papel para imprimir. Medio mundo vive ya las consecuencias. En Turquía, la Asociación de Editores calcula que el coste de impresión se va a traducir en aumentos de precios de los libros, incluso, dicen con una frecuencia de hasta «tres o cuatro veces por año». En Quebec (Canadá) se ha creado un banco de imprentas que agrupa recursos y ayuda a los editores a afrontar el aumento de precios. «Los autores también se ven afectados negativamente por la situación actual. Muchos de ellos enfrentan incertidumbre y listas de espera indefinidas mientras intentan publicar su trabajo», explica en un comunicado la Asociación Internacional de Editores.
Solo por dimensionar el problema, en Europa los precios del papel han registrado una tasa de crecimiento del 45% de media en los últimos seis meses, llegando incluso al 80% para el papel prensa prensa utilizado para producir periódicos, según datos de la Asociación de la industria gráfica europea Intergraf. Para la asociación, la falta de papel ya está teniendo su impacto en la economía europea: «Productos vitales como alimentos, medicamentos, pero también periódicos y libros escolares, se enfrentan a interrupciones». Por ejemplo, en España, el ministerio de Sanidad ya cuenta con un listado de 500 medicamentos con los que hay problemas de suministro debido a la falta de blister metálicos y cajas de cartón y en CC AA como La Rioja algunos periódicos se están dejando de imprimir.
Pero ¿qué ha pasado? Como está ocurriendo en otros sectores, el de papel es víctima de una tormenta perfecta en el la que se junta el parón de la pandemia, la recuperación económica y el conflicto de Ucrania, entre otras razones. «La situación no es diferente de la que están pasando otras industrias. Durante la pandemia muchas de las cadenas de suministro y muchas fábricas han estado funcionando muy por debajo de lo normal. Y cuando ha llegado la recuperación económica, la demanda ha aumentado muy por encima. En el mundo editorial y en las artes gráficas han retomado su actividad con energía y se necesita tiempo para reajustar los flujos», dice Carlos Reinoso, director de la Asociación Española Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel).
Al ajuste entre oferta y demanda se ha sumado la guerra, que ha causado, entre otras muchas cosas, fuertes incrementos en los precios del gas. La industria de producción de papel depende de este combustible. Según datos de Aspapel, un 64% de la producción de papel en España se alimenta con gas natural, frente a un 34% de biomasa y un 2% de petróleo.
El papel se obtiene de la celulosa y ésta de la madera. La celulosa puede emplearse bien para fabricar directamente papel o bien puede someterse previamente a un proceso de blanqueo para eliminar la lignina residual que oscurece la pasta. Un proceso intensivo en el consumo de energía que llega a suponer hasta el 30% de los costes de esta industria.
Parón en UPM
A los precios de la energía se añade el encarecimiento del transporte y el de los fletes de barcos y la falta de materias primas. «El papel que se obtiene de la celulosa y el cartón de embalajes y encuadernaciones procede de países situados en áreas de bosques boreales como los de la península escandinava, Canadá, Rusia, etc., junto con los grandes proveedor asiáticos como China o Tailandia», matiza Manuel González Moreno, presidente de la Asociación de editores de Madrid. Por otra parte, «Rusia es el principal proveedor de aluminio para planchas de impresión. Ahora mismo hay menos en stock y se vende más caro. La consecuencia más significativa de la suma de todos factores es el precio del papel para imprimir, que cuesta hasta un 45% más que hace un año. Y en el caso del cartón hay un sobrecostes de hasta un 70%», explica Cristian Castillo, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).
En el caso europeo, además, las huelgas de trabajadores han paralizado la actividad de UPM, empresa papelera de Finlandia y principal suministrador de papel gráfico de Europa. Unas protestas de casi cuatro meses que han terminado de dar la puntilla al sector.
Y el último ingrediente en la coctelera tiene que ver con una rápida crecida de la demanda de otros sectores como el de la paquetería. «El comercio electrónico experimentó un incremento extraordinario desde el inicio de la pandemia y eso ha sido determinante en esa carestía del cartón para todos los usos. En el caso de la industria editorial, el problema está en el aumento de los precios y la dificultad de abastecimiento de papel y cartón. Los grandes grupos editoriales hacen acopio de materias primas de un año para otro, pero la carestía derivada de la mayor demanda y el sobrecoste de la importación y el encarecimiento de la energía no han podido evitarse. Aunque la situación no ha afectado de forma sustancial a las previsiones de lanzamientos de novedades y reposición de fondos agotados. En el caso de los pequeños editores el problema se ha visto agravado por la reducida dimensión de su volumen de compras , pero aún así no puede hablarse de una situación de colapso», matizan los editores .
De momento, el gremio confirma que la situación se está ajustando mediante una selección de lanzamientos editoriales y la apuesta por aquellos títulos con más demanda relegando algunos lanzamientos más arriesgados. Sin embargo, en esta situación hay quien ve una oportunidad. Beatriz Dueñas, editora del sello Conatus comenta: «Muchas veces se imprime de relleno. Es decir, que con la carestía de papel, igual se cambia el criterio para imprimir y los editores pensamos más que editar, porque se estaba produciendo demasiado. Las mesas de novedades están llenas de libros nuevos y se cambian todos los miércoles».
Es difícil saber cuánto tiempo se mantendrá esta situación máxime teniendo en cuenta que «las previsiones que se hacían en 2021 indicaban que debido a la pandemia los flujos de oferta y demanda no se volvería a equilibrar hasta 2023. Ahora, con el estallido del conflicto, se empieza a hablar de 2024 y eso si no ocurre nada. En el caso del papel no creo que haya problemas de desabastecimiento, pero vamos a tener ciertos problemas con el papel para impresión. Habrá retrasos puntuales, porque puede que no se suministre con la misma fluidez. La industria va a tener que programarse mejor durante un tiempo y sufrirá el encarecimiento actual de las materias primas», opina el profesor de Economía de la UOC. Desde Aspapel también consideran que la situación actual no permite hablar de un futuro desabastecimiento: «No hay ninguna razón para pensar que estos problemas no sean puntuales», dice Reinoso.
La escasez llega al papel higiénico
Hace un par de semanas la plataforma de noticias Bloomberg publicaba una información en el que se hacía eco de la alerta lanzada por Suzano SA, proveedor de celulosa a nivel mundial respecto al papel higiénico. «Rusia es una importante fuente de madera para Europa, y este comercio ha estado completamente bloqueado desde la invasión a Ucrania. Eso significa que los productores de celulosa en Europa verán reducida su capacidad de producción. Esos factores, junto con una fuerte demanda, provocaron en lo que va del año un repunte de alrededor del 40% en los precios de la celulosa china. Los inventarios de celulosa han ido disminuyendo gradualmente de tal modo que podrían llegar a un punto de interrupción o escasez de celulosa», dice el medio. «El precio del papel higiénico también se ha incrementado y en este caso se trata de un tipo de producto cuya demanda aumenta rápidamente en cuanto hay una alerta internacional como hemos visto con los últimos acontecimientos internacionales», dice Cristian Castillo, profesor de Economía de la UOC.
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