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Medioambiente
La urgente necesidad de la aceleración de la transición energética
Como cada año, el Día Mundial Contra El Cambio Climático ha tenido lugar el pasado el 24 de octubre
Sin embargo, este es año diferente: hemos afrontado el final del otoño con temperaturas de hasta 36º, después de un verano en el cual se nos adelantaron efectos del cambio climático que esperábamos llegaran en la próxima década, al tiempo que, por primera vez en la Historia reciente, los ciudadanos de una parte importante de Europa, tienen dudas sobre su capacidad para calentarse durante el invierno.
La necesidad de luchar contra la emergencia climática se ha unido a la de garantizar el suministro de energía y la soberanía energética. Acelerar la transición energética ya no es una decisión política es una necesidad. Y una necesidad urgente.
Derrochar energía es un lujo que ya no podemos permitirnos. Por ello, además de implementar las medidas de eficiencia posibles, necesitamos acelerar la electrificación de los usos de combustibles fósiles y por tanto la penetración de renovables en el mix eléctrico.
Penetración de renovables que debe partir de la priorización del autoconsumo, las comunidades energéticas y la generación distribuida pero que para conseguir el ambicioso objetivo de la descarbonización al tiempo que garantizamos una energía competitiva a nuestro sector económico y los ciudadanos necesita también de plantas a gran escala. La combinación de nuestra tecnología con las horas de sol que disfrutamos en España con la disponibilidad de territorio nos puede llevar a que por primera vez desde el comienzo de la revolución industrial nuestro país cuente con una fuente de energía mas competitiva que ninguno de los países de nuestro entorno. De hablas de deslocalización pasaremos a a hablar de relocalizaciones.
En el combate contra estas distopias, la tecnología fotovoltaica ha conseguido un papel protagonista por méritos propios: se trata de una fuente de energía endógena, limpia, barata y de fácil desarrollo. Nuestro país cuenta con terreno disponible para que su despliegue se realice con las mayores garantías de integración social y ambiental y sin afectar de manera significativa a otros usos económicos del suelo. Otro factor poco conocido es el de que nuestra industria tiene la capacidad de fabricar el 65% de la cadena de valor de los proyectos con empresas altamente competitivas que ha llevado a cabo exportaciones en el año 2021 por un valor superior a los 3000 millones de euros. Un importe superior a las del sector vinícola, por ejemplo.
Sin embargo, y pese a lo obvias que parecen las ventajas de la transición energética para nuestro país en el contexto actual, no dejan de existir voces que se oponen al despliegue de plantas en suelo de energía solar. Planeamientos neonegacionistas, alejados del rigor científico y que hacen abstracción del tremendo coste de oportunidad que supone para nuestra sociedad y nuestro país el retrasar la sustitución de los combustibles fósiles.
Somos plenamente conscientes que, en esta carrera de fondo hacia la descarbonización, no vale hacer las cosas de cualquier modo. Al mismo tiempo que la ciudadanía reclama una mayor acción por el clima, exige también que esta transición energética siga los más altos estándares de sostenibilidad ambiental y que se realice generando valor local.
Gracias al proceso de autorización ambiental exigente y garantista que deben obtener todas las plantas en suelo de energía solar en España y a la delimitación prevista en la Red Natura 2000 que circunscribe las áreas de alto valor ambiental, se garantiza que ningún proyecto pueda desarrollarse en ellas. Del espacio restante, hace falta una fracción mínima de suelo para cumplir los objetivos de generación fotovoltaica, que delimita el PNIEC y que equivale únicamente al 0,068% del terreno total de nuestro país .
De esta manera, una vez que la elección de un entorno de bajo valor ecológico esté asegurada, comienza la fase de construcción. En esta etapa, normalmente, no se realizan movimiento de tierra ni se compacta el terreno: la actuación sobre el suelo se limita a las zanjas para los cables y a la instalación de las estructuras de los paneles, que se hincan en el suelo sin necesidad de hormigón, una vez terminada la actividad de la planta, se pueden retirar sin generar ningún impacto negativo.
Tras la instalación de la planta en suelo de energía solar, el terreno sufre una positiva transformación: al limitarse el acceso de personas, dejar aproximadamente un 90% del suelo libre y no usar herbicidas, el suelo recupera su equilibrio natural. La utilización de medidas de integración del proyecto con el entorno y la re-naturalización, produce una ‘llamada de refugio’ para determinadas especies faunísticas. Nuestro compromiso con la integración ambiental consiste en que la excelencia en este tipo de actuaciones se convierta en la norma. Para complementar la exigencia del proceso de autorización ambiental de la Administración, desde UNEF hemos creado el Sello de Excelencia en Sostenibilidad que se otorga a las plantas solares que buscan la excelencia en su integración ambiental y socioeconómica.
El futuro en relación al cambio climático nos alcanzó este verano al tiempo que nos alcanzo vivir una distopia en la cual la energía es la principal arma del agresor. Demostremos nosotros que estamos a la altura del desafío planteado, adelantemos urgentemente la transición energética. Esta vez, la necesidad de luchar contra la emergencia climática no supone un coste para nuestro país sino una inmensa oportunidad.
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