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Verde

Derribar presas en época de sequía: ¿una buena idea?

La orden de demolición de una presa en Badajoz enfrenta a quienes creen que se necesita incluso más infraestructura para gestionar el agua y quienes abogan por recuperar los cauces naturales de los ríos

VILARIÑO DE CONSO (OURENSE), 02/08/2022.- Vista del embalse de As Portas en Vilariño de Conso (Ourense), que está al 23% de su capacidad, este martes. La prolongada sequía podría llevar en Galicia a la adopción de medidas cada vez más severas, como ocurre en ayuntamientos donde hay restricciones en el suministro de agua y a la adopción de decisiones como la del ayuntamiento turístico de Sanxenxo (Pontevedra) de cerrar las duchas de playas para ahorrar.
Presa de Vilariño de Conso (Orense)Brais Lorenzo EFE

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el año 2022 fue el sexto más seco desde 1961. La escasez de lluvia que se vive en la Península desde hace meses está provocando cuantiosas pérdidas de cosechas y estados de excepcionalidad en algunas cuencas como la del Segre declarada estos días en «situación de sequía extraordinaria». Varias comunidades padecen restricciones desde el otoño pasado y, mientras, a la lluvia ni se la ve ni se la espera.

En este contexto, no es de extrañar que los planes de demolición de la presa de Valdecaballeros (Badajoz) estén levantando tantas ampollas y enfrentando a vecinos, agricultores y las diferentes administraciones. «En esta situación es inconcebible prescindir de ningún tipo de infraestructura hídrica. En este caso hemos pedido al gobierno de Extremadura que frene cualquier actuación sobre esta presa, que además se dedica fundamentalmente a uso de boca», dicen desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA).

La presa de Valdecaballeros tiene 36 metros de altura y una longitud de 487 metros, lo que le otorga una capacidad de almacenamiento de 71 hm³ de agua. Se construyó en 1984 sobre el río Guadalupejo para refrigerar una hipotética central nuclear que fue aprobada, pero que nunca se construyó debido a la moratoria nuclear ordenada por el gobierno de Felipe González. Nunca ha cumplido la labor para la que fue construida y, sin embargo, ha servido como fuente de suministro a tres poblaciones cercanas: Valdecaballeros, Castilblanco y Alía. El pasado 14 de marzo, el ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ordenaba su demolición y la restitución de los terrenos a su estado original y es que el derecho de concesión caducó hace ya tres años. «La construcción de una presa siempre está asociada a un aprovechamiento principal del agua, aunque luego tenga varios usos. La legislación (tanto la Ley de Aguas de 2001 como la Directiva Marco del Agua) indica que las estructuras que hacen de barrera en los cauces naturales de los ríos tienen que ser eliminadas una vez terminada la concesión y si no hay interés por parte de ninguna administración o promotor en seguir usándola. Una vez demolidas hay que restaurar los terrenos. Es un mandato legal. No se puede construir y luego dejar una estructura abandonada. Lo que pasa es que hasta mediados de la década de los 2000 se han abandonado muchas barreras sin uso en los ríos», explica César Rodríguez, secretario general de la ong AEMS Ríos con Vida.

Lo cierto es que cada vez que se produce una sequía importante en España, y más en los últimos tiempos, es habitual escuchar voces en contra de que desaparezcan este tipo de estructuras. Las opiniones son discordantes ya que hay sectores que incluso abogan por una mayor apuesta por obras de regulación. Es el caso de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore). «Gracias a los embalses, hay un desfase entre las sequías meteorológicas y las hidrológicas. Lo hemos visto en el Guadalquivir donde la falta de lluvia lleva unos cinco años y, sin embargo, la sequía hidrológica no se ha dado hasta hace uno. Gracias a las presas en verano pueden vivir hasta 70 millones de personas con la población flotante. Con los ríos fluyendo tal cual no habría agua más que para cinco millones de personas. Desmantelar una presa como Valdecaballeros una vez construida es una barbaridad, no solo porque almacenan agua de calidad, sino porque estas estructuras ayudan a mitigar los efectos del cambio climático, que trae consigo largos periodos de sequía e inundaciones. Al contrario de lo que se está haciendo, se necesitan más obras: embalses, trasvases y modernización de regadíos», opina Andrés del Campo, presidente de Fenacore.

Pero ¿cuántas barreras hay y cuántas se están derribando? Según Dam Removal Europe, proyecto en el que participan siete organizaciones y que aboga por restaurar los ríos y arroyos del continente mediante la eliminación de barreras artificiales en desuso, hay hasta 630.000 barreras inventariadas. Sus datos responden a un trabajo de campo en el que recorrieron más de 2.700 km de río. Un 15% de estas estructuras, es decir 20.000, se consideran obsoletas. Sin embargo, los integrantes del proyecto creen que la cifra puede ser incluso superior porque muchas estructuras no figuran en ningún catálogo oficial. Así estiman que el número real de barreras en los ríos de Europa puede llegar a 1,2 millones, lo que supone una barrera por cada 1,35 km de río. «En España los inventarios de barreras transversales hablan de un total de 29.882; 5.131 presas y más de 17.000 azudes», matiza Rodríguez.

En cuanto al número de demoliciones, hay que aclarar que España lideró en 2021, según el último informe de esta entidad, la eliminación de barreras artificiales con el desmantelamiento de 108 estructuras. En total se eliminaron 239 barreras en 17 países. Un 76% de ellas de menos de dos metros de altura. Un año antes se quitaron solo 15 en España y no llegó al centenar en todo el continente. «Somos el país de Europa que más está haciendo para eliminar estas barreras en los ríos que en su mayoría no son de almacenamiento sino de derivación y están en desuso», continúa Rodríguez. Es más, según datos del Miteco extraídos de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos (la última actualización es para el periodo 2022-2030, pero existe desde 2005), en España «se han demolido 621 azudes y presas obsoletas y construido 574 pasos para peces en barreras existentes desde mediados de la década de los 2000. El motivo, considera el documento, es que la salud de los ríos está amenazada por la fragmentación, la contaminación y las especies invasoras.

La salud de los ríos

«Los ríos y lagos de agua dulce son los ecosistemas del planeta más ricos en biodiversidad, solo cubren el 2,3% de la superficie terrestre, pero albergan un 10% de las especies animales. Sin embargo, índices como el de Planeta Vivo de WWF, revelan que la pérdida de vida en las aguas dulces entre 1970 y 2014 había alcanzado el 83%, muy por encima del retroceso registrado en los sistemas marinos y terrestres. Las barreras transversales, presas y azudes, pero también estructuras como estaciones de aforo, vados, drenajes bajo viales ocasionan la ruptura del continuo que caracteriza a los ríos y son una de las principales causas del deterioro de su estado», dice un documento de AEMS Ríos con Vida.

Entre las consecuencias que tienen las barreras figuran que frenan el flujo de nutrientes y sedimentos río abajo y hasta el mar, lo que afecta a deltas y playas. Además, fragmentan el hábitat y bloquean el paso de especies migratorias, como la anguila o el salmón. «Un ejemplo de lo que provocan lo tenemos en el Delta del Ebro, donde se está verificando pérdida de terrenos, arrozales, salinización del río, menos pesca y playas que se quedan sin arena y que luego se intenta recuperar con grandes inversiones», matiza Rodríguez. Además, la salud de los ríos incide en el cambio climático. Un reciente estudio publicado en la revista Nature y que contó con la participación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de la Universidad Autónoma de Barcelona afirma que «la salud de los ríos es clave en las emisiones. En todo el mundo reciben unas 3.200 millones de toneladas de carbono cada año».

¿Más o menos embalses?

En España hay registradas 1.250 grandes presas con una capacidad aproximada de 56.000 hm3. Por la orografía de las cuencas y el régimen hidrológico irregular (grandes sequías y períodos de inundaciones) su construcción ha sido habitual. «Hacen falta por las sequías, no se puede quitar todo, pero se puede regular para que los ríos no se queden sin agua», opina Cayetano Gutiérrez investigador de biodiversidad y conservación en la Universidad Rey Juan Carlos y coordinador del Observatorio Ibérico Fluvial. «Con el cambio climático tenemos más riesgo aún de sequía e inundaciones. Esto nos tiene que hacer reflexionar, porque lo fundamental de estos almacenes es que se llenen y estamos viendo que ya no sucede», opina Rodríguez. Por su parte, el Miteco afirma en su web que garantizar la disponibilidad de agua será uno de los principales problemas del siglo. «No cabe duda que la construcción de nuevas presas seguirá siendo necesaria en la misma medida que la optimización de la explotación de los embalses ya existentes».