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Europa debate la supresión de vuelos domésticos

En España también existe una propuesta para eliminar vuelos domésticos cuando exista alternativa de conexión en tren, pero ¿sirve de algo cuando el 55% de las emisiones proviene de rutas intercontinentales?

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El gobierno francés acaba de eliminar tres rutas aéreas, las que conectan París con Nantes, Burdeos y Lyon. Lo hace por motivos medioambientales y, como dice su Ministerio de Transportes, porque existe un servicio ferroviario capaz de realizar este mismo trayecto en menos de dos horas y media. Hay que recordar que la medida responde a una iniciativa presentada en 2021 por la Convención Ciudadana por el Clima. Esta asamblea de ciudadanos se creó en 2019 para abordar la lucha contra el cambio climático.

El anuncio, sin embargo, no ha sido bien recibido por las organizaciones conservacionistas, que lo consideran insuficiente. Y es que en un principio se propuso eliminar todos los vuelos domésticos para los que existiera ruta alternativa en tren con la única condición de que el trayecto se cubriera en menos de cuatro horas. Con el paso de los meses el tiempo se ha rebajado a dos horas y media y, además, se han salvado algunas líneas, dicen los ecologistas, haciendo una trampa: calculando la distancia desde los aeropuertos de las ciudades y no desde los centros urbanos.

Tampoco ha sido bien acogida la medida por la Asociación de Líneas Aéreas (ALA) que la considera «más efectista que efectiva, porque al final consigue una eliminación de CO2 mínima. Si el gobierno francés estuviera interesado en reducir emisiones actuaría de otra forma, por ejemplo, intervendría cuando hubiera huelga como ahora. En los meses de paro que llevan los controladores aéreos franceses se ha emitido un tercio de lo que se va a ahorrar con la eliminación de vuelos. La organización Eurocontrol sacó un informe tras los primeros 34 días de la huelga en el que cuantificaba las emisiones de los sobrevuelos en más de 1.200 toneladas de CO2 adicionales al día», dice Javier Gándara, presidente de ALA.

Es necesario aclarar que en España ha habido una propuesta similar a la francesa. Un total de 14 organizaciones ecologistas, sindicales y juveniles, entre las que se encuentra Transport and Environment, Fundación Ecodes, CC OO, UGT o Fundación Renovables entre otras, pedían en febrero una enmienda al proyecto de Ley de Movilidad Sostenible (aunque habrá que ver qué sucede con la Ley tras las elecciones generales). Una de las demandas recogidas en la enmienda es la eliminación de los vuelos domésticos entre ciudades cuando exista una alternativa ferroviaria adecuada en términos de conectividad y seguridad y de menos de cuatro horas de duración. «En 2019 hubo más de 77.000 operaciones aéreas entre ciudades conectadas por tren de Alta Velocidad, que generaron más de 600.000 toneladas de CO2 equivalente, lo que representa un 20% de las emisiones del tráfico aéreo doméstico. Teniendo en cuenta que el tren es entre seis y ocho veces más eficiente que el avión, las emisiones bajarían a 100.000. La medida que ha llevado a cabo Francia la puede tomar cualquier país porque tiene apoyo legal. El Reglamento (CE) nº 1008/2008 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre normas comunes para la explotación de servicios aéreos en la Comunidad permite que cualquier país miembro restrinja vuelos por razones medioambientales o sociales siempre que haya alternativa por tren», dice Carlos Bravo, experto en Políticas Públicas de Transport and Environment.

Desde esta organización recuerdan que España es el noveno país del mundo en cuanto a emisiones de CO2 del transporte aéreo y una forma de empezar a rebajarlas puede ser la eliminación de las cinco rutas que cumplen el requisito de estar conectadas con Ave. Sin embargo, desde ALA hacen referencia a un estudio del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (COIAE) que afirma que la supresión de los vuelos cortos con alternativa ferroviaria equivale a eliminar el 0,9% de las emisiones totales de la aviación y el 0,1% de las emisiones totales en España. Además, «ya ha habido una transición natural del avión al tren. Hace diez años solamente el 10% de las personas que viajaban por España optaban por el tren; ahora esa cifra supera el 70%. Otra cosa son los pasajeros en conexión. Es improbable que estos cojan el tren, lleguen a un ciudad, se trasladen al aeropuerto, etc. Lo más probable es que esas personas en tránsito decidan volar hasta otra capital europea con conexión en avión a su destino final. En ese caso, la eliminación de rutas aéreas domésticas haría perder conectividad y competitividad a Espada», opina Gándara.

Descarbonizar la aviación

Según un informe 2021 de Eurocontrol el 25% de los vuelos europeos recorren menos de 500 kilómetros y suponen menos del 3,8% de las emisiones. Sin embargo, los vuelos intercontinentales de más de 4.000 km suponen los 52% de las emisiones, pero estos son más difíciles de eliminar porque no hay alternativa eficiente en términos de tiempo. Entonces, ¿qué alternativas tiene el sector para descarbonizarse?

La clave, al menos a día de hoy, parece estar en los llamados SAF (combustibles sostenibles de aviación por sus siglos en inglés) que pueden reducir del 80% de emisiones y que pueden usarse en los aviones actuales sin tener que hacer cambios en los motores. «Básicamente hay tres tipos. Dos de ellos son de origen bio y están fabricados a partir de aceites de cocina usados, biomasa, residuos sólidos urbanos, etc. El tercero es sintético y se produce a partir de hidrógeno renovable y CO2 capturado. En ese caso la reducción de emisiones llegaría hasta el 100%», afirma Gándara.

Sin embargo, a día de hoy los SAF todavía no son una realidad comercial ni por producción ni por precio. Ahora mismo solo representan un 0,9% del mercado de combustibles que se usa en aviación. Europa se ha fijado unos objetivos de utilización de estos combustibles en porcentajes que llegan al 2% en 2025 y al 70% en 2050, pero «para cumplir este mandato, se necesitan aproximadamente 2,3 millones de toneladas de combustibles sostenibles de aviación para 2030, 14,8 millones de toneladas para 2040 y 28,6 millones de toneladas para 2050. Además, hay que tener en cuenta que también el sector del transporte marítimo necesita de estos combustibles, porque como la aviación no se puede electrificar», afirma Carlos Bravo de T&E. En cuanto al precio, son significativas las declaraciones de hace unos días del CEO de Boeing, Dave Calhoun, quien decía al Financial Times que los SAF «nunca alcanzarán el precio del combustible de aviación actuales a base de queroseno». «Los precios bajarán en unos cinco o 10 años, pero hay que usarlo de forma inteligente, es decir, para los transportes que no se puedan electrificar. Para tráfico por carretera no tiene sentido, porque por muy barato que se consiga fabricar siempre serán hasta tres veces más caro que las baterías eléctricas», matiza Bravo.

Desde ALA recuerdan el compromiso del sector para alcanzar la neutralidad en carbono. De hecho, el pasado 17 de abril se presentaba la Alianza para la sostenibilidad del sector aéreo que basa su estrategia en cuatro actuaciones que «supondrá la reducción de una 19% de emisiones por cambios en tecnología y diseño, un 8% de operaciones de gestión del tráfico aéreo como puede ser la implantación del Cielo único Europeo, 37% de combustibles de aviación sostenibles y 5% de aviones eléctricos/hidrógeno. Si en 2050 si se aplican todas las medidas propuestas se podrían reducir las emisiones de CO2 en un 69%, hasta los 59 millones de toneladas».

Preocupación por el mayor uso de jets privados

Otro asunto que levanta polémica desde la Cumbre de Clima de Glasgow hace dos años es el crecimiento del uso de jets privados. Tras la pandemia, recuerda Reuters, la aviación de negocios se recuperó más rápido que los viajes aéreos comerciales. «Un estudio de Greenpeace afirma que las emisiones de CO2 que provoca el tráfico de jets privados en España ha alcanzado niveles récord en los últimos años, un 31% entre 2005 y 2019» afirma la agencia en una crónica sobre la inauguración hace unos días de la mayor feria de aviación privada de Europa en Ginebra. La inauguración de la Convención y Exposición Europea de Aviación de Negocios (EBACE, por sus siglas en inglés) a la que asisten unas 5.000 personas, se vio bloqueada por varias ONG que exigían la prohibición de este tipo de vuelos.