
Medio ambiente
Un mundo sin plásticos
El sueño idealizado de vivir en un mundo libre de plásticos tardaría poco en convertirse en pesadilla si no contamos con alternativas más sostenibles que ofrezcan sus mismos beneficios

Cierra los ojos e imagina un mundo en el que hubiésemos decidido vivir sin plásticos. ¿Qué se te viene a la cabeza? ¿Playas y mares con menos residuos? ¿Océanos menos contaminados? ¿Ciudades sin plásticos por el suelo? ¿Crees que sería perfecto? ¿La humanidad, finalmente, habría conseguido superar uno de sus mayores retos y caminar hacia un planeta más sostenible?
Lo cierto es que vivir sin plásticos no sería ese sueño ecológico que muchos imaginan, sino un auténtico desafío para la vida moderna. La carencia de este material afectaría a multitud de sectores como el tecnológico, el sanitario, alimentario, el de la construcción o el del transporte, donde el plástico resulta imprescindible para garantizar una completa seguridad, eficiencia y progreso.
Tecnología: sin plástico, la innovación se detiene
En una fría mañana de invierno, los hogares de este mundo sin plásticos enfrentarían por primera vez un problema inmediato: la imposibilidad de mantener una temperatura confortable. Y es que, en esta nueva realidad, el sistema moderno de aislamiento y de tuberías del que tú dispones ya no estaría compuesto por algunas piezas de este material que te resguardaba de las bajas temperaturas.
Asimismo, la tecnología tampoco se libraría de las consecuencias. En un mundo sin plásticos, los dispositivos electrónicos como los teléfonos móviles también se verían gravemente afectados. Y es que la ausencia de materiales aislantes adecuados en cargadores inalámbricos y componentes internos provocaría fallos eléctricos y térmicos constantes en todos los aparatos, impidiendo así su correcto funcionamiento. Las redes de cableado que facilitan las telecomunicaciones desde cualquier parte del mundo tampoco serían igual. Esto supondría la pérdida de conectividad para millones de usuarios como tú y dificultaría tanto la forma de trabajo que conocemos hoy en día, como buena parte de nuestro ocio.
Transporte: más emisiones, menos eficiencia
La movilidad en este nuevo mundo (sin plásticos) también sufriría un retroceso significativo. El uso de este material en las piezas clave de autobuses, trenes y aviones era crucial para hacerlos más ligeros y para un funcionamiento eficiente. Los automóviles pesarían más al carecer de plástico en su diseño, lo que se traduciría en un mayor consumo energético y, por lo tanto, en una mayor contaminación.
Las complicaciones logísticas no solo se limitarían al transporte terrestre; desde el primer día viviendo en este mundo distópico, el sector aéreo quedaría totalmente paralizado ya que la prohibición del uso de plásticos en componentes esenciales como, por ejemplo, los sistemas eléctricos o los depósitos de combustible bloquearía su operatividad, afectando así de manera inmediata a la movilidad y economía global.
El plástico, clave en sanidad y alimentación
La eliminación abrupta del plástico impactaría de forma inmediata en el sistema sanitario universal. Los hospitales permanecerían colapsados ya que, sin plásticos para mascarillas, catéteres, jeringuillas, guantes, bolsas de suero o respiradores, la sanidad retrocedería en cuestión de días varias décadas. Además, los medicamentos y las vacunas verían interrumpidas, de manera ilimitada, su cadena de frío, ya que la ausencia de plástico en envases aislantes imposibilitaría mantener las temperaturas idóneas para la correcta conservación de los productos.
Una problemática que se haría extensible también a los supermercados cuyas estanterías estarían cada vez más vacías y no porque faltasen alimentos, sino porque ya no habría forma segura de envasarlos. Al no disponer de envases plásticos que prolongasen su vida útil y garantizasen un correcto estado y calidad, toneladas y toneladas de alimentos perecederos se perderían.
¿Eliminamos los plásticos basándonos en datos o todo era greenwashing?
De acuerdo con los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), recogidos en el Informe de Cuentas Medioambientales del total de residuos que la economía española generó en 2021 (115,4 millones de toneladas), únicamente 953.800 corresponden a restos plásticos; esto representa por lo tanto un 0,8% del total.
Si lo comparamos con el impacto que generan el resto de los residuos, la diferencia resulta ser bastante significativa. A la cabeza se encuentran los minerales, los cuales suponen un 40,8 % del total, seguidos por los residuos mezclados (34,6% del total), los animales y vegetales (8,3% del total), los metálicos (5,2% del total), papel y cartón (3,4%), químicos (2,2% del total), equipos desechados (1,45%), vidrio (1,11%) y finalmente, madera (0,92%).
Los datos hablan por sí solos. Vivir en un mundo en el que los plásticos no tuvieran cabida no resolvería el problema existente con la generación de residuos; más bien, se cambiarían unos desechos por otros.
Y ahora abre los ojos. Después de haber imaginado, soñado y vivido por un momento en este mundo distópico, ¿crees de verdad que sería más sostenible? ¿No sería mejor no juzgar a ningún material basándose en mitos, sino en datos de análisis de ciclo de vida? La verdadera sostenibilidad no consiste en erradicar por completo un material, sino en aprender a reutilizarlo, reciclarlo y gestionarlo correctamente. Solo así podremos proteger las playas, los mares y océanos, las ciudades o los pueblos y construir un futuro más consciente y equilibrado.
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