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«El nuevo gobierno tendrá que equilibrar medio ambiente y usos y demandas de agua"

Juan Valero de Palma. Nuevo presidente. de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore)

Juan Valera, presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (FENACORE)
Juan Valero de PalmaFENACOREFENACORE

Hace unos días, Juan Valero de Palma salía elegido máximo representante de los regantes de España. Sustituye al que ha sido durante 27 años presidente de Fenacore, Andrés el Campo, un hombre del que, además, ha sido mano derecha.

¿Cuáles son los objetivos del inicio de su presidencia o sus prioridades de trabajo?

Una de las líneas de trabajo importantes, dentro de un proyecto continuista aunque cargado de desafíos, será trasladar a la opinión pública la importancia social del regadío con datos técnicos, pero de una manera comprensible. La gestión del agua, lamentablemente, se ve salpicada, en muchas ocasiones, por intereses demagógicos y partidistas que no aportan ningún beneficio ni a los agricultores de regadío ni a la sociedad en su conjunto. Es un tema muy complejo que debe abordarse sin apriorismos, con rigor, desde un punto de vista técnico, ofreciendo soluciones diferenciadas según las singularidades de cada territorio. Lo que pueden servir para algunos lugares no tiene sentido en otros puntos del país. El cultivo de regadío es muy variado en España y la gestión de los recursos hídricos se tiene que abordar con el máximo rigor científico.

Desde Fenacore se defiende habitualmente la modernización de regadíos como forma de adaptarse al cambio climático, ¿qué capacidad de ahorro tiene esta modernización? ¿El aumento de eficiencia podría suponer un aumento en la superficie de regadío?

La modernización de regadíos es un proceso del que tenemos que estar orgullosos los españoles porque nos hemos convertido en el país de Europa y, prácticamente del mundo,con más porcentaje de regadío modernizado. Contamos con un 55 por ciento de riego por goteo y con un 25 por ciento de riego por aspersión. En total, el 80 por ciento está modernizado y somos un país líder en modernización de regadíos La modernización ha conseguido un ahorro de agua importantísimo y, de hecho, en los últimos 25 años el agua destinada al conjunto de los regadíos ha disminuido un 15 por ciento. Hemos pasado de una dotación media por hectárea de 7.100 metros cúbicos por segundo, analizada en el Libro Blanco del Agua y en los Planes Hidrológicos de finales de los años 90, a dotaciones medias de menos de 6.000 metros cúbicos por hectárea de media, que realmente son muy eficientes. El aumento de la eficiencia ha supuesto que se ahorre agua en los embalses, que circule por los cauces para caudales ecológicos. En algún caso excepcional, el ahorro ha permitido un aumento de superficie de riego. Pero han sido situaciones totalmente excepcionales porque la mayoría de regadíos modernizados están rodeados de otros regadíos y otras comunidades de regantes, con lo cual la capacidad de incrementar la superficie de losregadíos está muy condicionada. El efecto rebote es una excepción. Sin embargo, de una manera absolutamente injusta se lanza la idea de que supone la generalidad de los casos, cuando eso no es así, entre otras razones, porque para hacer una ampliación de superficies hay que ampliar la zona regable, obtener las concesiones administrativas correspondientes, etc. Y eso no es tan fácil ni ha ocurrido más que en casos absolutamente excepcionales.

El regadío tiene muy mala prensa. Un reciente informe de Greenpeace aboga por eliminar medio millón de hectáreas, más o menos la misma cantidad, dicen de superficie en regadío que ha aumentado en este siglo. ¿Qué opinan? ¿Tiene sentido en un país en el que cada vez llueve menos tener tanta superficie con riego o el que se hayan convertido cultivos tradicionales de secano en regadío? ¿Se ha llegado quizá al límite en la extensión de superficie de regadío?

Si los ciudadanos supieran realmente las bondades del regadío, estoy seguro de que dejaría de tener esa mala prensa. Pensemos que los cultivos de regadío son fundamentales para garantizar la producción de alimentos y abaratar su precio, pero también para vertebrar los territorios e impulsar la actividad económica en las áreas rurales. Además, las infraestructuras hidráulicas son imprescindibles para mitigar los efectos más adversos del cambio climático, como las inundaciones y las sequías. La superficie de regadío en España es parecida o inferior a otros países mediterráneos como Portugal, Grecia, Italia, Chipre o Malta. El porcentaje de agua destinado al regadío en España también es similar a otros países comparables como Portugal e Italia. La prioridad es terminar la modernización y atender los regadíos infradotados y solo cuando hay agua suficiente, se ha aprobado en los planes hidrológicos y se han pasado todos los análisis de viabilidad y sostenibilidad, se amplían pequeñas zonas porque el regadío crea riqueza y puestos de trabajo.

¿Tiene que haber cambios en la gestión del agua? ¿Cuáles?

Lo primero que me gustaría subrayar es que la gestión del agua debe sacarse del debate partidista y tratarse como una cuestión de estado. Debemos ser capaces de usar el agua como un recurso natural, escaso, que requiere la adopción de criterios más técnicos posibles, sin caer en la demagogia o en la utilización política del agua, que es la peor contaminación que sufre. En este sentido, el gran reto que va a tener el nuevo Gobierno tras las próximas elecciones en la gestión del agua es conseguir una armonización, un equilibrio, entre los objetivos medioambientales, entre la defensa de la biodiversidad -que es algo que tenemos que defender todos y, por supuesto, también los regantes- y los usos y demandas del agua, que es imprescindible para todas las actividades económicas. En los últimos años, hemos vivido una priorización absoluta de las cuestiones ambientales y una postergación de los usos del agua para producir alimentos. Desde el sector de los regadíos tenemos que ser capaces de ser aún más sostenibles en el uso del agua, del suelo, de la energía, de los fertilizantes... para hacer regadíos sostenibles desde el punto de vista ambiental, económico y social. Esa armonización, esa conciliación es difícil, pero posible si se hace con sentido común y con racionalidad, atendiendo al interés general de todos los españoles.