Opinión

Si creces, no bebes

El consumo de alcohol entre los menores es cada vez más preocupante. ¿Acaso nadie les cuenta las consecuencias tan devastadoras que puede llegar a tener el consumo a destiempo y en cantidad de esa droga legal? ¿Tan grande es el desasosiego vital que sienten como para ahogar sus penas de adolescentes en alcohol? Quizá no se trate de «ahogar penas» ni despistar «desilusiones vitales», sino de una ausencia de educación vital por parte de sus padres unido a una sociedad que normaliza el consumo de drogas y lo eleva a la categoría de «carné de socio del club de los guays».

La publicidad de bebidas alcohólicas suele tener un elevado componente emocional. Muchas veces, la única emoción que hay es la tristeza de la familia ante el coma etílico del adolescente o su fallecimiento debido a una ingesta excesiva. La alegría y la risa deben ser genuinas, hijas de la inocencia y la despreocupación propia de la adolescencia y no fruto de una botella en cuyo fondo no hay «felicidad» sino la amargura de una promesa incumplida. El alcohol no quita las penas, ni cambia la realidad. Esa imitación de conductas de los adultos, por parte de adolescentes y pre adolescentes, tal vez tenga parte de su origen en esas series de televisión que les muestran modelos disfuncionales de conducta. Si bien no es nuevo que los adolescentes caigan en la tentación de las drogas. ¿Cómo ponerle puertas al campo? Tal vez empezando por educarles mostrándoles los estragos a corto, medio y largo plazo en su organismo. Un cadáver joven no es nada romántico y si muy lamentable y terrible. Si creces, no bebes.