Opinión

¿Quién dijo ética?

Se lleva el hacer cosas para poderlas fotografiar, ya que importa más inmortalizar el momento que vivirlo. Vivimos en una sociedad «a-humana» que, en ocasiones, se aproxima al «des» donde todo lo humano parece sernos ajeno. Los «a-humanos» se caracterizan por estar desconectados emocionalmente de sí mismos, lo cual les provoca una idea distorsionada de su propia humanidad y un narcisismo desfigurado. ¿Cómo puede alguien en sus «humanidades» hacerse un selfie con el cuerpo de una mujer, que acaba de ser arrollada por un tren, al fondo? ¿Acaso este chico pensó que se trataba del rodaje de una película? Su conducta es producto de la deformación de la realidad y la banalización de la vida humana. A esa normalización de lo anormal han contribuido las películas repletas de violencia hasta el asco ético y el cómo se enfoca las noticias en el telediario. La inmadurez psicológica conlleva ausencia de empatía con uno mismo y por ende con los demás, provocando esa actitud de «a mí, eso no me puede pasar». Hace tiempo que asistimos a un fenómeno de a-humanidad en las redes sociales: gente que se alegra de la muerte de un torero, insultos a un niño y/o alegría por su muerte –falleció de cáncer- porque, de mayor, quería ser torero. Si hay gente capaz de alegrarse de la muerte de un semejante en base a su oficio, religión o ideología... ¿Cómo no va a ser capaz alguien de hacerse una foto con una persona que acaba de ser atropellada? No va con él, es irreal... La vida, ya no es lo real que era. Ahora es una suerte de video juego, una imagen tomada por el teléfono móvil para ser compartida en las redes, lograr muchos ‘likes’ y así salir del anonimato por un instante aunque sea a costa de faltarle el respeto a la ética y a uno mismo.