Opinión

Bárbaros sin piedad

No dejo de preguntarme qué le sucede al ser humano para haberse vuelto tan bestia, desalmado y cruel como para matar a modo de expresión de sus diversas frustraciones existenciales. ¿Serán inductoras, de tan despreciables conductas, las películas repletas de violencia y los videojuegos de guerra? Es como si el matar a un semejante fuese algo inocuo, sin consecuencias irreversibles. Asimismo, ¿se le ha perdido el respeto a la mujer tanto como para tratarla cual si fuese un harapo? En general, hombres y mujeres, al usar la violencia en su vida cotidiana, la han normalizado: un grito, una mala palabra, una descalificación, un desprecio, una displicencia... son formas de violencia normalizada, pero violencia psicológica al fin y al cabo. La manipulación emocional, el terrorismo psicológico, el ninguneo implícito al clasificar en «mejores y peores» o en «perdedores versus ganadores», o programas de televisión como «Mujeres, hombres y viceversa», entre otros, contribuyen a la pérdida de dignidad y a la creencia de que el otro, es menor valiosa y, por consiguiente, se la puede, y debe, menospreciar. La sociedad se ha feudalizado para mal: un padre mata a sus hijas, un ex asesina a su ex pareja, ancianos abandonados, niños maltratados... El Mal existe y ha venido para quedarse. Muchos prescriptores de las relaciones entre hombres y mujeres abundan en conductas disfuncionales para ambos géneros. Se les enfrenta en lugar de animarles a crear sinergia entre ellos. Y, ese enfrentamiento, donde la bestialidad anima el corazón abierto a odiar unido a la pérdida de valores humanos, degenera en asesinatos que rompen el alma en pedazos imposibles de recomponer: ¿cómo va a poder recuperarse esa madre a la que, su ex, le ha matado los hijos? Imposible.