Opinión

No todo es dinero

Ser pobre no es nada apetecible. En ocasiones, la vida puede hacerse muy cuesta arriba. Sin embargo, dependiendo del país del que se hable, puede ser una oportunidad para aprender a valorar otros aspectos de la vida humana. En países como Venezuela, por ejemplo, la pobreza no es oportunidad de nada sino la consecuencia de un desgobierno malvado. En cambio, en países como España, Francia, o EE UU, ser pobre no tiene por qué ser una maldición, puesto que no es un estado vitalicio. Perfectamente puede ser la oportunidad de sacar músculo y abrirse camino como muchos lo han hecho. Abundan las historias de personas que supieron sobreponerse a sus orígenes y crear imperios de la nada, o como poco, se labraron un porvenir y consolidaron un presente sin escasez. Nunca entendí por qué tiene que existir la pobreza en la Tierra.

¿Por qué no se reparte el excedente de comida? ¿Cómo es que unos tienen de sobra mientras que otros carecen de lo elemental? Rico y avaro no son sinónimos, como no lo es pobre y miserable. El avaro –un rico miserable–, no comparte con propios ni con ajenos ni riqueza material ni tiempo: sé de casos en los que los hijos no cuidan de los padres ancianos, porque estar muy ocupados ganando dinero –éste suele usarse como excusa para dar con el desprecio en los morros cuando ha escaseado el cariño–. Carecer de dinero no es igual a ser pobre. Se puede tener cariño, amigos, apoyo emocional y espiritual, hogar... independientemente del estado de la cuenta bancaria. Según mi abuela María Rosseta, había quien era más rico con 10 que otro con 20. Agradecimiento y disfrutar son antídotos para la pobreza del alma. Podremos no tener dinero pero, ser miserables, jamás. El hombre feliz no tenía camisa... O, ¿sí?