Opinión
Presunción de inocencia
La razón era de la víctima. La sinrazón, de aquéllos que la masacraron y ejecutaron social y políticamente. También de quienes facilitaron ese calvario. Me refiero a la senadora murciana Pilar Barreiro, que ha padecido la pena del telediario y el juicio sumarísimo del partido de Albert Rivera y que hace unos días vio su caso archivado por el Supremo. Esto después de ser acusada de fraude, falsificación de documento mercantil, prevaricación, malversación y cohecho. ¡Casi res!
Digo juicio sumarísimo porque Rivera decidió en su día erigirse en ejecutor de cualquier político que fuese imputado por los tribunales sin esperar siquiera a si se abría juicio oral o su causa era archivada, como ha sucedido con Barreiro, quien a pesar de su inocencia fue obligada a irse del PP si Mariano Rajoy quería recibir el apoyo de Ciudadanos (Cs) a los Presupuestos Generales del Estado.
Eso sí, la dureza de Cs se aplica especialmente si los afectados pertenecen al PP, porque ese apoyo la formación naranja lo ha mantenido en alguna capital Andalucía aunque su alcalde estuviera imputado. ¿Por qué esa diferencia de criterio? Es de imaginar, porque el enemigo a batir para Rivera es el PP. En mi opinión, un error.
Lo cierto es que el caso de Pilar Barreiro debería obligar a la reflexión a todos, especialmente a los políticos, medios de comunicación y jueces. Cualquiera puede poner una querella con muchas probabilidades de que sea aceptada. A partir de ahí, la condena en diferentes ámbitos de su vida emerge automática a través de los partidos y de la prensa.
De esta forma, la presunción de inocencia queda dinamitada. Así es la vida.
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