Opinión

La Ley no se toca

Déjense, al menos los partidos serios, de bromas y olvídense de iniciar un proceso completo de reforma de la Constitución por más de moda que esté apuntarse a ese carro. En las actuales circunstancias, suena más a barbarie que a progreso. Esta propuesta impulsada por Pedro Sánchez tiene como objetivo marear la perdiz para mantenerse en La Moncloa, como corresponde a una personalidad carente de principios.

El asunto se hace más prescindible si trata de contentar a los independentistas, a quienes quieren romper precisamente las esencias del modelo consagrado en la Carta Magna. Si a ello sumamos la complicidad de Podemos –formación que más impulsa esa modificación– se hace evidente la conveniencia del rechazo. Nada se puede apoyar de un grupo de extrema izquierda que quiere cambiar la estructura del Estado y conducirnos a posiciones sectarias, identificadas con Venezuela y con el manto protector de Irán.

El actual presidente del Gobierno debería percibir la senda por la que camina la mayoría de los españoles, escuchar las voces de su propio partido y apostar por la estabilidad, la reflexión y, sobre todo, el mayor consenso posible, en el que deben estar obligatoriamente PSOE, PP y Ciudadanos. A partir de ahí, todos los que quieran sumarse.

Presidente, échate a los brazos de la generosidad y trabaja para crear las circunstancias idóneas en las que se puedan afrontar los cambios imprescindibles que aconseja el escenario actual. Si no es bajo este prisma, olvídalo. A esperar tiempos mejores. Así es la vida.