Opinión
El mundo necesita amor
El Papa, como suele ser habitual, da en la diana. El mundo está necesitado de amor. En un mundo conectado tecnológicamente, la soledad campa a sus anchas porque el egoísmo es la moneda de cambio, y la falta de empatía y de solidaridad son sus acompañantes habituales. El Papa nos ha sugerido relacionarnos con el mundo con una mirada materna. Obviamente, se refiere a ese tipo de madre cuyo corazón rebosa generosidad, ama a sus hijos sin olvidar que debe educarlos. La «mirada maternal» es una forma de referirse al amor en toda su extensión empezando por el amor propio: no podemos amar a un semejante si no nos amamos a nosotros mismos. No se puede aceptar al otro si no lo hacemos con nosotros. Por eso, la maternidad no se remite a lo físico, debe ser espiritual para poder abrir el corazón y abrigar al otro, lo cual pueden hacerlo hombres y mujeres ya que todos somos seres humanos hechos de la misma materia divina. El egoísmo nos lleva a alejarnos del alma que somos y construir un muro de fría soledad a nuestro alrededor. Cosechamos lo que sembramos. Las riquezas se quedan aquí cuando nos vamos. El dinero paga cosas pero es el amor el que salva vidas. A pesar de lo mucho que se habla de amor no se suele practicar la generosidad o la compasión con el prójimo tanto como sería necesario para sanar al mundo de su frialdad e indiferencia. Muchos son los que han olvidado que el amor es la mayor de las fortunas.
Si uno tiene una familia que le ama es una persona muy afortunada. Retornar al centro de nuestro ser debería ser el mejor propósito para este nuevo año recién estrenado.
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